THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 25 de abril de 2008

De perdidos al mar


Qué curioso, qué contradictorio, cuando una persona no tiene nada que perder es cuando más arriesga. De ahí la gran frase, de perdidos al río. Que digo yo qué tiene que ver el río con la pérdida, sobretodo teniendo en cuenta que en el río se pueden encontrar tantas cosas. Hasta tu propio rostro reflejado en el agua clara. Ahí lo tienes, delatando toda tu vulnerabilidad. Incluso, si nos ponemos materialistas, al río vamos a buscar no sólo peces, sino hasta pepitas de oro. Y ya se sabe que los panes y los peces forman parte del imaginario de la abundancia bíblica. Qué bonito sería, por cierto, que existiera alguien que de verdad pudiera hacer milagros. Milagros para todos, pero sobretodo para aquellos que los necesitan de veras.
¿Os habéis dado cuenta que las cosas difíciles son más fáciles de decir por teléfono? Como si la cara fuera a delatarnos como seres frágiles, rompibles, destruíbles por la palabra ajena. En cambio bajo el manto protector de ese extraño aparato que ha revolucionado no sólo la comunicación sino la incomunicación mundial, una se atreve a decir cosas de lo más fuerte. Como si la otra no existiera. Venga, yo lo suelto y que se acojan a la quinta enmienda, que es la enmienda del necesitado. Y cuanta profundidad, cuanta nada extensa, cuanto páramo en el silencio telefónico entre dos que tienen tantas cosas que decirse que por miedo callan. El teléfono, esa paradoja móvil. Tan cerca pero tan lejos.
De perdidos al río, sí, pero ya puestos, un ratito a la orilla del mar, donde desembocan todos los ríos. Que si la sequía se queda, me acompañe al menos el sonido de las olas batiéndose contra la arena. Naif, que es una.

2 comentarios:

SBP dijo...

Las cosas más difíciles solo las puedo decir por carta. Ni teléfono, ni e-mail, ni café. Carta. Y no porque así sea más fácil, no. Escribo una y otra vez hasta que creo que las palabras dicen por fin exactamente lo que quiero decir. Es porque es difícil, que hago el esfuerzo. Es porque es difícil que dejo una prueba que ni el recuerdo ni la opinión puedan rebatir.
Un abrazo...

Laura Freijo Justo dijo...

a mí antes me pasaba un poco lo mismo, a través de carta me atrevía a decir cosas que a viva voz no podía o no me salían, sin embargo ahora, prefiero intentar decirlas, aunque sea por teléfono, se queda una mejor, me parece más orgánico. luego si tengo que reflexionar sobre lo dicho, también puede que lo escriba, buscando la mejor manera de ponerlo. depende de mí en ese momento y de lo que haya dicho o tenga que decir.
un besazo, amiga!