THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

jueves, 26 de junio de 2008

Palabreando


Es tentador jugar con las palabras. Su sonido, su forma, su grafía, su música -rítmica o arrítmica-, su simetría o asimetría, su sentido brutal y su fugacidad, su esencia y su condena, su levedad y su lápida. Las palabras abren mundos. Dibujan perspectivas, intentan cautivar y seducir o provocar rechazo o esa risa que puede surgir de su mera combinación. Cuando convocan a lo absurdo están susurrándonos algo. La palabra no hace falta hablarla, ya se habla ella por si sola, ella se dice y nos dice.
Las palabras crean empatías y repelen por su mero hecho de existir, ni siquiera por su sentido. Una palabra nos cae mejor que otra. Hasta se han llegado a hacer concursos para decidir qué palabra es nuestra preferida o cual odiamos más. Amamos la palabra casi tanto como a una persona pero de modo diferente. Su fisicidad no es suficiente como para tenerla de pareja aunque a veces nos gustaría, pero su compañía, cuando las cosas van mal, consuela. ¿Cuántos refugios hemos hallado en un poema o en aquella novela o en aquella frase de la amiga dicha al azar aquel día que no veíamos salida?
Incluso la necesitamos al morir. Un epitafio. Algo que a través de la palabra confiera una idea de lo que fuimos, de lo que quisimos ser. La herencia de la palabra. ¿Qué dejamos escrito para los que vienen?
No me imagino el mundo sin palabra, sin diálogo, sin intercambio. A pesar de los enfados, de negarla cuando pensamos que no hay manera, que no sirve. Volver a la palabra es de lo poco que sabemos que aún puede funcionar. Ya sé, ya sé que la inocencia anda tiznada últimamente por haber bajado a la mina de carbón pero de vez en cuando mi escepticismo deja paso al brillo de la esperanza.
Perdonen la alegría, una a veces en verano se contenta con el sol.

5 comentarios:

SBP dijo...

No me gusta la palabra "bombilla".
Y me gusta "tornasol".
Texto muy bien escrito, lo he disfrutado. Hacía tiempo que no te leía tres veces. Un abrazo.

Laura Freijo Justo dijo...

stella, esto de las palabras es tan misterioso como fascinante, ¿por qué una palabra nos gusta más que otra, aparte de por su significado? gracias por el cumplido! besitos!

Anónimo dijo...

Hola Paula. Muy bueno el post. Es una lástima que no comprendamos todas las lenguas del mundo para disfrutar del significado de todas las palabras. Me encanta la palabra murciélago, porque reune todas las vocales en lengua castellana :-)

Atiko.

Anónimo dijo...

Me gusta tu post, porque yo también amo las palabras. Trato de usarlas en mi día a día, pero al final, descubro que ellas me usan a mí, se escurren y pocas veces llego a domesticarlas para lograr decir lo que realmente necesito/quiero. Es como si de vez en vez se reviraran y dijeran: Nosotras mandamos, una especie de rebelión o motín alfabético. Me gusta pensarlas así, un pelín anárquicas y un todo irreverentes.

Laura Freijo Justo dijo...

ei, átiko, gracias por tus palabras. estoy de acuerdo, es una lástima no saber más idiomas para poder aprehender el significado y todo lo que envuelve a esas palabras que no conocemos y que sin duda amaríamos si las conociéramos. besos!
ai, za, el amor a las palabras, cuánto peligro tiene! supongo que es mejor enamorarse de los hechos y de las personas que de las palabras, pero si los hechos y las personas van acompañados de palabras qué felices seremos... la rebelión de las palabras, buen título para algo... saluditos!