Me atreví con la estantería de abajo, con todos esos dossiers de obras imperfectas, pensapoamientos inacabados, dibujos olvidados y resto de papeles con números que albergan mi memoria económica de los últimos tiempos. Y a tenor por la simetría no salí mal parada. Pero quedan cuatro tablones más y el domingo me atrapa y me dejo acariciar por su perfume solitario. Mi habitación no se conquistó en dos horas.
El sofá sigue hundiéndome con empeño succionador y mientras me voy haciendo uve vertical, meto mi vista y mi atención en un par le libros. Uno de Amelie Nothomb a la que vuelvo tras leer con verdadera fascinación 'Metalúrgica de los tubos', 'Biografía del hambre' y 'Estupor y temblores'. 'El sabotaje amoroso' es el de ahora. De nuevo ficción autobiográfica, que es uno de los géneros que más me interesan. Aún recuerdo el impacto que me causó 'Trópico de Capricornio' de Henry Miller, no así 'Trópico de Cáncer' que no sé por qué se me encalló en las manos así como en el cerebro. Nothomb me contiene. De un modo extraño, claro, porque me parezco a ella lo que un melocotón a una bicicleta.
La película de la tarde ‘Grease’. Y al contemplar en uno de los primeros números musicales a John Travolta observo un claro aire gay en sus movimientos que me hace pensar que en el fondo ‘Grease’ es una película de lesbianas. Ahora bien, si me dan a elegir, Stockard Channig forever. Aún recuerdo la inolvidable madre de la alta sociedad novayorquina de 'Seis grados de separación' que tanto me conmocionó en su momento. Me prometí que algún día haría esa obra de John Guare en Barcelona, lo que pasa es que nunca tendré el dinero suficiente ni para comprar los derechos ni para montarla. Seguro que se me adelanta alguien. A ver, porque no me importaría pagar para verla en los escenarios catalanes.
Mastico un trozo de chocolate negro y miro la terraza cuyo trozo de cielo predice lluvia. Sunday sweetly Sunday.
El sofá sigue hundiéndome con empeño succionador y mientras me voy haciendo uve vertical, meto mi vista y mi atención en un par le libros. Uno de Amelie Nothomb a la que vuelvo tras leer con verdadera fascinación 'Metalúrgica de los tubos', 'Biografía del hambre' y 'Estupor y temblores'. 'El sabotaje amoroso' es el de ahora. De nuevo ficción autobiográfica, que es uno de los géneros que más me interesan. Aún recuerdo el impacto que me causó 'Trópico de Capricornio' de Henry Miller, no así 'Trópico de Cáncer' que no sé por qué se me encalló en las manos así como en el cerebro. Nothomb me contiene. De un modo extraño, claro, porque me parezco a ella lo que un melocotón a una bicicleta.
La película de la tarde ‘Grease’. Y al contemplar en uno de los primeros números musicales a John Travolta observo un claro aire gay en sus movimientos que me hace pensar que en el fondo ‘Grease’ es una película de lesbianas. Ahora bien, si me dan a elegir, Stockard Channig forever. Aún recuerdo la inolvidable madre de la alta sociedad novayorquina de 'Seis grados de separación' que tanto me conmocionó en su momento. Me prometí que algún día haría esa obra de John Guare en Barcelona, lo que pasa es que nunca tendré el dinero suficiente ni para comprar los derechos ni para montarla. Seguro que se me adelanta alguien. A ver, porque no me importaría pagar para verla en los escenarios catalanes.
Mastico un trozo de chocolate negro y miro la terraza cuyo trozo de cielo predice lluvia. Sunday sweetly Sunday.
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