THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 10 de octubre de 2008

La invasión de los ultracuerpos


La primera versión de ‘La invasión de los ultracuerpos’ la vi hace muchos años en aquel magnífico espacio que presentaba y dirigía Chicho Ibáñez Serrador llamado ‘Mis terrores favoritos’. Unas vainas misteriosas comenzaban a invadir una ciudad yanki. De aquellas vainas nacían seres exactamente iguales a los seres humanos originales sustituyéndolos cuando éstos caían rendidos en el sueño; de nuevo sueño y muerte unidos. La principal característica de estos seres aparentemente humanos es que carecían de emociones. Luego supe que aquella primera película era toda una metáfora sobre la amenaza del comunismo para las gentes bienpensantes. Era la versión de 1956 de Don Siegel. Años más tarde vería la de Philip Kaufman del 78 interpretada por Donald Sutherland, con aquel grito inhumano que todos recordamos en la última secuencia. La propuesta seguía funcionando en su tremenda inquietud, más allá de la teoría anticomunista. El clásico se perpetuaba. Y la última versión que he visto ya hace también algunos años, puesto que me fascina la historia, es la de Abel Ferrara, ‘Secuestradores de cuerpos’; altamente estimable, a la altura de sus predecesoras, esta vez la acción se desarrolla en una base militar. Por cierto que estos días anda campando a sus anchas por el Festival de Sitges. Como último dato, decir que hace apenas un año se estrenó ‘Invasión’ con Nicole Kidman, pero se me escapo, aunque seguro que un día de estos la pasan por la tele y la recupero.
La idea de que los seres humanos nos convirtamos en una especie sin sentimientos ni emociones creo que es lo que me provocaba ese horror transgénico. Sin embargo, últimamente empiezo a valorar las ventajas al hecho de carecer de emociones. Me pregunto donde venderán una de esas vainas…
Claro, que lo malo de convertirte en uno de esos seres es que no hay vuelta atrás, no es una operación reversible.
No sé, no sé.

1 comentario:

Insonrible dijo...

Me flipaban esas vainas. Me parecían judías verdes gigantes. Y yo pensaba: "¿cómo habrán llegado a cultivar algo así?". Parecían sacadas de un reportaje de los que ahora harían en "España en directo".