THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 26 de julio de 2010

La hora del café sigue siendo la más placentera del día


La hora del café sigue siendo la más placentera del día. Jóvenes delfines saltan en el mar de nuestra confianza y todo parece posible con el día por delante. Se divisan barcos de ayuda humanitaria para todas esas dudas y esos proyectos que se sueñan al amparo de la noche. Llegan cargados de la energía que se necesita. Las nubes forman los dibujos de nuestros deseos en el cielo despejado. El sol no calienta tanto porque sabe moderarse ante nuestras voluntades. Los tiburones de nuestras pesadillas se alejan hacia las redes de los pescadores que quieren negociar con ellos una vida más calmada, nada de arpones por eso, nada de violencia, cada uno en su sitio y Poseidón en el de todos.
Los niños salen a la playa con sus paquetes blancos, caen, se levantan, cogen la pala y comienzan la dura tarea de construir castillos en la arena aunque nunca consigan darle la forma adecuada y la princesa siga esperando en la almena de su imaginación a que el príncipe se haga juglar y le traiga a pie de torre los poemas más hermosos que ensalcen su amor. Para eso estamos los mayores para soñar amores posibles. Hay quien dice que la frustración es necesaria para poder vivir la realidad en armonía y no le falta razón, hay que saber valorarla después de haber perdido.
Escribir un poema con las palabras que nos dejó la mañana con olor a los granos que nunca hemos molido porque nos hemos vuelto cómodos y ya compramos el café a punto para la cafetera. Aunque todavía nos acordamos del viejo molinillo de la abuela al que había que darle vueltas a la manivela. Pero como el café afecta a nuestro entusiasmo lo mezclamos con descafeinado, hay que rebajar las ínfulas de verdad. Porque la verdad debe venir con algo de tizne sin que se haya convertido en mentira, parece que es demasiado fuerte asumirla en su totalidad. Como parece demasiado fuerte asumirse en la totalidad de lo que somos no vaya a ser que nos pasemos la autopista y necesitemos la pista del aerobús. Y es que volar también nos ha sido dado pero no con nuestras propias alas sino con las de hierro de esos pájaros enormes que van tan rápido que pueden hacer que volemos a más de mil kilómetros por hora. Pero a mí me gusta más ir un poco más lento y a ras de suelo, si es posible. Claro que también los trenes ahora llegan a unas velocidades temibles por mi prudencia. Así que planteémonos el camino de la vida a pie, para poder saborearlo en cada metro, en cada minuto y compartámoslo con los que nos rodean, pongamos un pan con tomate y unas tiras de jamón serrano, vayamos al monte donde ya no hay lobos porque Caperucita se dio cuenta de que eran malos y los denunció a todos, ahora viven bajo la tutoría de los zoológicos y aullán en las noches de luna llena.
Y no renunciemos a los besos robados en los días pares y los abrazos concedidos en los impares. Si soñamos con amores imposibles combinémoslos con los posibles alternativamente para que no nos venza la estupidez que a veces se instala en nuestras neuronas haciendo que veamos unicornios después del primer sorbo. Y no digo yo que los unicornios no existan porque los he visto no sólo en sueños sino en alguno de los cuentos que copio de la realidad. Ya se sabe, la realidad siempre es más fuerte que la fantasía y la tristeza sólo es un traspaso entre el entusiasmo y las hormonas de la menstruación en el caso de las mujeres, en el de los hombres mejor me lo explican ellos.
Y ahora dejadme que me vaya de exploradora al bosque de las letras, a lo mejor me encuentro una oda, quién sabe. Si es así prometo traerla. O tal vez me encuentre con un duende o un ángel. Los míos. Si tengo esa suerte les preguntaré si estoy siendo todo lo feliz que puedo ser, si no estoy desperdiciando mi presente. Me preocuparía si así fuese. Quien dice feliz dice mejor equilibrada y con cierta dosis de esperanza. La felicidad en sí sólo es eso de fueron felices y comieron perdices y creo que a mí comer perdices no me va mucho. Así que caminar sobre la cuerda sin caerse sonriendo al público que mira desde abajo.
Sí, decididamente la hora del café es la mejor del día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si encuentras en el bosque ese una oda, un duende o lo que sea, eso sí, erótico amiga porque como bien dices el pan con tomate con tiras de jamón serrano está de vicio pero donde haya una fantasía erótica festiva, sin menstruación porfa, no hay café que pueda equipararse. Y como mi manzana te trajo dudas no voy a renunciar a los besos robados que le voy a dar a Lía cuando me quiten la maldita escayola. Y ya no habrá caperucitas, sólo quedará la loba Norma.
Paula, me ha encantado tu entrada, he soñado despierta...derrochas imaginación chica. Eres grande Paula, me has contagiado de tu maravillosa inspiración. Si me permites, yo me pediré un vaso de agua con la pastillita del dolor.
Tienes razón, la hora del café es la mejor, sobre todo si tu chica te lo prohibe y lo tomas a escondidas.
Un besazo amiga.
Jo, he disfrutado como una tonta con tu entrada Paula.

Rosalía Navarro dijo...

Vengo seguidita de Norma que me ha dicho que has escrito una entrada de película y se ha quedado corta. ¡que derroche de imaginación Paula! Imprimir, releer y guardar. De las mejores que has publicado. No puedo resaltar nada porque todo es para marcar con un fluorescente naranja. ¿Te has dado cuenta de lo que has escrito? ¿eres consciente? Sencillez mezclada con seres mitológicos o personajes de cuentos. No puedo, imposible resaltar una sola cosa. Tu ironía fina es exquisita.
Felicidades, eres una artista de las letras.
Besos amiga.

Laura Freijo Justo dijo...

Chicas, sois estupendas, vosotras sí que me hacéis quedar sin palabras y me salen los colores con vuestros elogios. Muchas gracias por seguir ahí. Un abrazo!