THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 3 de octubre de 2010

... Y sin embargo un día espero saber algo


Esta sociedad enquistada está pidiendo un cambio a gritos, pero cómo, cuándo, dónde; por qué no, nos sobran los motivos, como diría el otro. Quien o quienes, desgraciadamente los que pueden, pero los que pueden están muy ocupados en mantener lo que tienen y en agrandarlo si les es posible. La violencia suele ser un brote de impotencia que se genera ante lo que aplasta. Pero aún así creo que los cambios deben llegar desde dentro. Desde una conciencia crítica que mueva culos y aliente movimiento. No sé quien dijo una vez que la verdadera revolución la estaban llevando a cabo las mujeres y era silenciosa, por eso nadie hablaba de ella.
“El absentismo de la razón, la dejación del espíritu crítico y la afirmación de lo existente como lo único posible, ha provocado al final el asentamiento de un mundo en el que la política ha dado paso a la hegemonía del mercado, con la consiguiente mercantilización absoluta de la sociedad y la disolución de la democracia en puro individualismo. “El poder económico se ha hecho con la totalidad normativa del escenario”. Sin noción de bien común “la política se convierte en un bien de consumo más”. Reseña publicada ayer en 'Babelia' por Fernando Vallespín sobre el libro 'Contra la indiferencia' de Josep Ramoneda.
Sigo observando con un punto de decepción cómo los filósofos, los analistas y los pensadores se dedican a constatar los males de esta sociedad pero aparte de aportar palabras en combinaciones nuevas, no indican exactamente alternativas. Es cierto que el entramado de la sociedad en la que vivimos aumenta el temor a perder lo ya conseguido, esa comodidad de la que he hablado en recientes post. Aquel titulado 'la comodidad mató la conciencia'. Pero curiosamente surgen movimientos alternativos, no sé hasta qué punto válidos o con respuestas a nuestros agujeros, desde la incomodidad, desde el desaliento, desde el desencanto con respecto a esta sociedad que cada vez cubre más las necesidades de los productivos y aparta y arrincona a los que por salud, ideología o simplemente poder adquisitivo no pueden acceder a los canales que te incluyen en la red de activos. El problema ahora es tan gordo que cada día se unen más personas a la incomodidad, al desaliento, al desencanto y al nulo poder adquisitivo porque todo el mundo sabe que el trabajo en sí mismo es un bien alienante. Mientras estemos ocupados no pensaremos, nuestro espíritu crítico estará aletargado y siempre tendremos miedo a perder el terruño que poseemos. Ah, my friend, my friend, el capital, el capital.
Sin embargo, mirar atrás y ver cómo acabaron las revoluciones comunistas no nos alienta a ese tipo de escala y montaje social. Ya no nos sirven las revoluciones sangrientas. Ni siquiera las del 'haz el amor y no la guerra'. El 68 fueron 'una colla de pijus' hijos de los burgueses que salieron a la calle a decir esta boca es mía. El otro día en la manifestación del 29-S, mi amiga Gina Lis observaba con acierto que los mossos no son más que funcionarios a los que también les han rebajado el 5% y cuyos sueldos no son nada ampulosos. Jóvenes frente a jóvenes por un sistema que nos conduce al consumismo y al orden para no caer en algo desconocido que no sabemos qué sería.
Lo último que nos ha dado, aparentemente, más libertad es internet. Pero hasta eso es una utopía. En países como China, el gobierno regula la administración de la red. Sale lo que puede salir permitido por el poder. En nuestras democracias imperfectas la red parece estar más a nuestro favor pero yo no me fiaria mucho, hay hackers que campan a sus amchas y saben quienes son todos nuestros contactos y lo que respiramos en cada momento. Seguro que las empresas que nos venden todo tipo de productos ya han hecho su análisis de campo para saber a qué 'target', así nos definen, pertenecemos.
Los medios de comunicación, los artistas y los intelectuales tienen el deber de apretar las tuercas al poder. Pero es un pez que se muerde la cola. La mayoría de ellos viven de las subvenciones que el Estado o la Autonomía les confiere y si no son ellos son las grandes multinacionales que con sus fundaciones sin ánimo de lucro, para lavar sus conciencias, depositan una parte mínima de sus ganancias para estos fines. Aún así el deber, sobre todo de artistas e intelectuales -los medios son para comer aparte, todos tienen detrás aquél o aquél otro partido-, es crear conciencia o al menos removerla, agitar al ciudadano que ya es consumidor y vive aterrorizado ante la perspectiva de perder sus tarjetas de crédito y dejar de ser esa persona que, en apariencia, compra libremente aquello que quiere. El problema es que estamos perdidos, como los habitantes de esa isla sin mapa en la que un aterrizaje forzoso de un avión ha abandonado. Ciencia, religión, consumismo, extremismos, radicalidades y demás líneas antiguas de pensamiento siguen dando cobijo a nuestras inquietudes.
Lo cierto es que no tengo ni idea de nada, pero cada día que pasa me vuelvo más descreída. Y puestos a escoger, después de visto lo visto, entiendo que muchos y muchas prefieran creer en lo que no existe antes que en lo que existe. Al pueblo le sigue gustando el opio.
Yo qué sé. Sin embargo, soy una ilusa, y un día espero saber algo.

5 comentarios:

Rosalía Navarro dijo...

Todos dependen de todos y nadie abre la boca para protestar. Pero ¿se hilvanará algo en el silencio, como bien apuntas? Mientras nos entretengan con "princesas barriobajeras, fútbol y demás entretenimientos" el opio de este pueblo mantendrá las mentes calladas. Yo también soy una descreída Paula.
Besos wapi.

Laura Freijo Justo dijo...

Rosalía, la mirada es lo que cambia. Una puede ver la tele y tener una mirada de distancia y puede a la vez leer un libro de Coetze, no sé, por poner el primero que se me viene a la cabeza. No creo que debamos ser integristas. Lo que ocurre es que es cierto que ciertos contenidos de la televisión actual adormecen la conciencia de quien no es crítico ni practica una severa distancia y se cuestiona este tipo de fenómenos. Estoy estoy en un proceso de descreimiento pero espero salir del túnel, encontrar algo y volver a creer. Muchos besos, guapa!

Anónimo dijo...

Los Mossos, igual que la policía nacional, somos unos trabajadores con el sueldo recortado y con la misma peligrosidad... Hay que creer amiga, yo debo creer sino sería imposible seguir luchando. Tarde o temprano se hallará una salida. Ten fe!
Un besazo maja.

Bruja dijo...

Norma,

quizá podrías hablar de cuantos de esos antisistema y piquetes son en verdad policías infiltrados para reventar las manifestaciones. Si es que puedes, claro, que imagino que no. Un saludo.

Laura Freijo Justo dijo...

Gracias, por los ánimos Norma. No es que no tenga fe, de hecho digo que espero saber, pero me resulta una realidad muy decepcionante de la que vamos a tardar en salir y no se sabe hacia dónde ni con qué métodos. Saludos, guapa!
Gracias por comentar, Bruja.