THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 6 de febrero de 2011

La jefa de departamento


La nueva jefa de departamento la tenía desconcertada. A veces le parecía que fuera una especie de psicópata cuyo único interés era el poder y medrar como fuera hacia la dirección general y otras su cercanía y amabilidad la sorprendían ante la comprensión de cualquier error del equipo. Coordinar, idear y desarrollar una campaña de márketing que se distinguiera de cualquier otra y que al mismo tiempo llamara la atención lo suficiente, tanto al cliente como al posible consumidor, cada día era más complicado. La competencia bajaba precios y ofrecía el máximo de posibilidades. Se hacía insufrible mantener el ritmo y seguir en esa feroz competencia sin tregua. Pero desde que Chavela había llegado recién importada de una empresa de Cleveland, la empresa se había revolucionado. Chavela, de origen mexicano, pero licenciada en Harvard, exhibía cualidades dífícilmente superables. Parecía no necesitar comer, dormir o hacer el amor, como si su único aliciente en la vida fuera la creación de campañas agresivas que vender al mundo.
Cristina, al darse cuenta de la embergadura del monstruo, había decidido retirarse de la competición interna pero sin renunciar a la guerrilla para derribar las propuestas de Chavela que, con su acento meloso, procuraba esconder la agresividad que exudaba. Su capacidad de persuasión había conseguido meter a todos sus colaboradores y colaboradoras en el bolsillo en poco tiempo. Tal vez se habían dado cuenta que mejor estar con ella que en su contra. No corrían buenos tiempos para perder el puesto de trabajo. Sin embargo, Cristina conseguía sacarla de sus casillas con preguntitas aparentemente inocuas que cuestionaban elegantemente las esencias de sus proyectos. Porque de eso se trataba, ¿verdad? De exponer el proyecto a las balas propias para cuando llegaran las ajenas fueran paralizadas por férreos chalecos antibalas. Y en eso se amparaba Cristina para sabotear a Chavela a través de su trabajo.
Chavela hubiera podido desterrarla a otro departamento o directamente recomendar su baja, pero no lo había hecho y eso intrigaba a Cristina que cada vez se sentía más libre para exponer sus discrepancias. Los lunes tenían reunión a primera hora. Ese lunes Cristina llegó pronto, preparada para dar el do de pecho. Se sentó donde siempre y esperó. Pero seguía sola. Al cabo de quince minutos, Chavela apareció con todo el material excusándose por el pequeño retraso. Vestida impecablemente de Armani y oliendo a Jean Paul Gaultier, Chavela se sentó en el gran sillón no sin antes moverlo para acercárlo peligrosamente a la silla de Cristina. Cruzó las piernas a modo de reto y suspiró dramáticamente.
Hoy no va a venir nadie más a la reunión, les he dado la mañana libre. He pensado que mejor me tumbas el proyecto antes de proponérselo a todos. Pero primero me gustaría saber el por qué de estos ataques continuados. No te gusto, es eso.
La directa de Chavela pilló por sorpresa a Cristina, aunque no pestañeó. No quería concederle ninguna ventaja al lince que tenía enfrente.
No tiene nada que ver con eso, simplemente intento hacerlos más fuertes. Tú misma nos alientas a atacarlos para que cuando lleguen al cliente no tenga por dónde tumbarlos.
Tienes razón. Y no te he enviado al infierno porque lo haces muy bien, siempre das en el punto débil y eso nos convierte en invencibles frente al enemigo. Pero hay algo más, lo noto en tu mirada. ¿Qué es? ¿Esperabas ocupar mi puesto algún día?
Cristina le echó un repaso a las piernas de Chavela y se dio cuenta de que la incomodaba. Por un momento un pensamiento extraño cruzó su mente: le gusto. Pero lo desechó, la gran jefa, la inalcanzable, no podía ser vulnerable en una cuestión tan secundaria. Durante un buen rato siguieron jugando al pin pón sin dar el brazo a torcer, de manera que a Chavela no le quedó otro remedio que encarar la conversación por el lado profesional. Así que desplegó todas las carpetas sobre la mesa y le pidió opinión a Cristina sobre el nuevo yogur de soja que Yogur's Naturals quería lanzar al mercado. A medida que se sucedía la exposición de Chavela, Cristina se acercaba más a su cuerpo en un intento por averiguar si aquel pensamiento peregrino que se le había cruzado por la cabeza podía ser cierto o sólo producto de su propia atracción por la mexicana. Notó cierta zozobra en Chavela cuando con descaro tocó su mano para retirarla de unos dibujos. Como impelida por un resorte, su jefa se retiró.
No le costó mucho conseguir la dirección de la casa de Chavela. Durante varias semanas, la tensión sexual entre las dos había ido subiendo. Era una tensión sexual tan discreta que nadie del equipo se había percatado. Además Cristina no dejó de bombardear a Chavela, como lo hacía siempre.
Una tarde de domingo, después de una copiosa comida con amigos y unas cuantas copas de más, Cristina recuperó el papel donde tenía escrita la dirección de la casa de Chavela y condujo con determinación hasta las afueras. Su forma de picar el timbre ya denotaba cierta impertinencia. Cuando Chavela abrió la puerta apenas tuvo tiempo de reaccionar, Cristina se abalanzó sobre ella y cayeron al suelo. La pasión las devoraba. No se dieron cuenta del paso del tiempo hasta la mañana siguiente. Al mirar el reloj despertador, Chavela pareció recobrar el control de sí misma.
Esto no ha sucedido, ¿de acuerdo, Cristina?
A modo de respuesta, Cristina soltó una carcajada enorme que contagió la rigidez de los gestos de Chavela.
Durante meses fueron amantes que mantenían la apariencia en la empresa desarrollando a la perfección sus respectivos papeles antagónicos hasta que a aquel proyecto de crema de cacao, Cristina no le encontró ningún punto débil. Chavela la miró increpándola para que hiciera de abogada del diablo, pero Cristina le sonrió y calló.
Ese fue el principio del fin. A aquella reunión siguieron varias más en las que Cristina daba su aprobación. Chavela empezó a perder interés por Cristina. Rehuía sus llamadas telefónicas, le ponía excusas inverosímiles, la evitaba todo lo que podía. La vida de Cristina se desbarató. Sufría. Y cuanto más sufría, más dócil y solícita se volvía con Chavela. Pero Chavela no podía con la nueva Cristina sumisa y llorosa, esa no era la mujer que había admirado tanto. Pronto el odio ocupó el corazón de Cristina. Después de una larga convalecencia por depresión, regresó a la empresa. Chavela estaba más hermosa que nunca, pero también más inalcanzable. La mexicana desplegó todas sus armas de seducción que tan bien conocía Cristina y ante la mirada impávida del equipo, Cristina sacó su navaja afilada y tiró por tierra todo el proyecto que acababa de presentar Chavela. Todos pensaron que aquello iba a acabar en una batalla campal, pero ambas mantuvieron la calma y la cosa no pasó a mayores.
Aquella misma noche, Chavela telefoneó a Cristina pidiéndole una nueva oportunidad.

5 comentarios:

Elisa Díez dijo...

¿Por qué siempre nos atraerán las mujeres con carácter?
Me voy a seguir repitiendo, pero me ha gustado mucho... yo pa'no variar...

Laura Freijo Justo dijo...

Sip, por qué? Jejeje. Ay, a mi me da pila para seguir escribiendo más relatos lo que me decís. Un saludo afectuoso!

Paco Muñoz dijo...

Paula es buenísimo, me gusta mucho, puede perfectamente con algo más de relleno ser un guión para una película. Te felicito. Siempre me queda la duda ¿Es ficción pura? o tienes una ventana donde mirar.

Saludos.

Laura Freijo Justo dijo...

Paco, siento desilusionarte, pero todos estos relatos son totalmente ficticios, me lo invento todo! Gracias por tu comentario que es del todo animoso; al final, sin lectores ni lectoras escribir sería demasiado interior y onanista. Un saludo afectuoso!

Paco Muñoz dijo...

Pues entonces Paula, más te felicito, eres una excelente escritora, da gusto leerte y siempre saben a poco tus escritos.

Saludos y gracias.