THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 21 de mayo de 2010

Ay, Rocinante qué poco se habla de ti


Últimamente camino mucho. De pronto me acuerdo del pobre Raskólnicov, caminando sin rumbo por las calles extrañas de Moscú. ¡Qué bestia Dostoeivski! ¡Cuántos mundos el mundo en cada uno de sus libros! Por supuesto no me los he leído todos, ni mucho menos, apenas pude con 'Crimen y Castigo' del daño que me hacía. Mi buen amigo Doxa me contó el final y ahí respiré aliviada. Con Dostoeivski me pasa un poco como con Vargas Llosa que, salvando las enormes distancias, pero no por calidad sino por estilos, sé que son gigantes de la literatura, extraordinariamente generosos en su escritura, pero no puedo leérmelo todo. Incluso con Muñoz Molina, que estaría también en esa línea de generosidad. Obviamente, se agradece el esfuerzo. Explicar los mecanismos más diminutos del mundo no lo puede hacer cualquiera. Y por lo que se ve, tampoco leerlo cualquiera.
Eso, que me voy, que camino mucho. Sobre todo por Montjuich, que es un pulmón de la ciudad maravilloso. Como soy mujer de costumbres, ya tengo mi circuito. Sé que seguiré este circuito hasta que un día me canse y me arriesgue a perderme; tengo facilidad para las desorientaciones. Estoy aprendiendo a mirar las copas de los árboles. Qué bonito, copas, como si entre ellos pudieran brindar. Y el roce que se produce entre ellas y el cielo. Un roce suave, de amistad, casi de complicidad. Mi pinta disuade de cualquier tipo de contacto humano y sin embargo ayer un chico se me acercó y me pidió un cigarrillo, le dije que no llevaba. En realidad no fumo, pero me salió así. Y después añadió, te puedo invitar a un café. Otro día, contesté, por dar un poco de esperanza y no un rechazo frontal que es lo que me hubiera salido hace algunos años. Además me pareció majo, no un baboso.
Camino, sí, camino mucho, luego se duerme mejor. De tarde. Por la mañana tengo cosas que arreglar en la ciudad, así que también camino pero de otra manera. Entonces me dedico a mirar edificios. Y Barcelona tiene una mezcla entre lo antiguo y lo moderno que me encanta, equilibrada. ¿O serán mis ojos de gaviota que todo lo ven bonito? Como se puede apreciar, soy incapaz de llegar a lo diminuto, me quedo en lo sencillo por escasez no por decisión propia como grandes escritores que ahora no citaré.
Y no sé por qué, pero el Quijote vuelve a aparecer. Él en su 'worse movie' y yo en mi 'feet movie'. ¡Quién pudiera una 'road movie'! Cada tiempo tiene su 'movie'. Ay, Rocinante, qué importante eres y qué poco se habla de ti.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Paula, yo me quedo con tus paseos y tus costumbres, a Rosalía (mi mujer) le pasa lo mismo...la misma ruta....fijación con los árboles, sólo que ella se traga a Dostoeivski, a Vargas Llosa y a quién haga falta siempre que tenga forma de libro...ja,ja,ja. ¡Tengo una competencia muy dura! Las invitaciones a "café" son cortejos típicos de los hombres, lo digo por experiencia, para ellos un café es el equivalente a una cita.
No me canso de leerte wapa.
Feliz fin de semana.

Rosalía Navarro dijo...

Vaya, tenía razón Norma, es un blog muy interesante el tuyo Paula. La curiosidad me ha llevado aquí y en tu entrada coincido con muchas cosas; los paseos, las copas de los árboles, la lectura...
Un placer conocerte.
Rosalía.

Laura Freijo Justo dijo...

Norma, gracias por seguir ahí, me encantan tus comentarios y tu sentido del humor!
Rosalia, bienvenida a 'The lesbian sisters', es un honor que ahora también me lea la chica de Norma: muchas gracias; ella dice que tiene dura competencia con los libros pero yo estoy segura de que no es así.
Saludos afectuosos para las dos

Unknown dijo...

Tu buen amigo doxa hace mucho que no sabe de tí...