19N.
Encuentro de comprensión, paz, refugio. Plaça Sant Jaume. Amenaza
lluvia. Últimamente parece que siempre llueve. Pero nosotras nos
abrazamos, nos damos besos, nos achuchamos, corporizamos el cariño.
Primera paradita en una de las terrazas que hay bajo los soportales
de la Plaça Real. Cervecita, café con leche entera con azúcar
normal, infusión de menta poleo con hielo. Para todos los gustos.
Gina nos relata su viaje por la península, Diane explica las
dificultades de traducir a Dickens y yo expongo mis problemas
logísticos para mi nuevo trabajo.
-En
España caemos mal. Yo lo he comprobado -explica Gina
-Eso
es porque algunos políticos y algunos medios han hecho muy bien su
trabajo -replico
-Lo
he notado en muchos detalles. Recuerdo una terracita en el Sur que
estaba vacía cuando llegamos. Viene el camarero y nos toma nota. Al
cabo del rato se llena de guiris y otros clientes. ¿Os podéis
creer que el camarero les sirve a todos antes que a nosotros? Media
hora esperando. Pero no dijimos nada, estábamos de vacaciones.
Pasamos de malos rollos.
Invitan
mis amigas. Una se licencia como artista cuando sus mejores amigas se
hacen cargo de su miseria y empiezan a invitarla sistemáticamente y
la sujeto se deja invitar sin protestar. Salimos a la lluvia. La
única que lleva paraguas soy yo. Es más, llevo otro en el bolso.
Aunque los ofrezco, ni Diane ni Gina quieren cobijarse. Diane se pone
la capucha. Gina la gorra roja aterciopelada.
-Pues
a mí me gustan los días de lluvia -sí, es cierto, a Diane siempre
le han gustado.
Ya
en el restaurant, entre la escudella generalizada que triunfa como
primero, el codillo bien rico que pruebo del plato de Gina, el
calamar a la plancha y ese brazo de gitano raro de patata, relleno de
atún y pimiento morrón, le damos una vuelta a la actualidad, a
nuestro pensamiento, al feminismo, a nuestros principios, si es que
nos quedan, y a la vida en general.
-Pues
yo creo que eso de la reivindicación feminista en el lenguaje no
tiene sentido -apunta Diane
-Yo
escribo miembra y me quedo tan ancha. ¿Cuál es el problema de
'miembra'? ¿Qué importancia tiene? Y cuando me da, pongo todos y
todas... Pero también te digo una cosa, no me gusta que me llamen
poetisa, prefiero que me digan poeta. Bueno, cuando lo sea...
-replico
-Lo
encuentro falso -dice Gina
-Vaya,
pues que los hombres reivindiquen 'artisto' en lugar de 'artista' y
así con todas esas palabras que acaban en 'a' y representan los dos
géneros, que le pongan la 'o' final...
-Si
lo hicieran, no sé... De todos modos, aquí el que manda es el
artículo, siempre va acompañado con 'un' o 'el' o 'una' o 'la',
pero nadie dice 'las todos'... Además, la lengua está viva,
evoluciona por el uso, hay que dejarla respirar...
-Pero
por uso natural, no ideológico, estás forzando el lenguaje de
manera ideológica...
-Cuando
escribo me invento palabras: soy pensapoadora, por ejemplo. Además
si la palabra en cuestión triunfa, sea por la causa que sea, pues
al final vive...
-La
lengua está llena de neologismos... Pero no estoy a favor, me
molestan otras cosas que me parecen más graves...
-Mira,
yo en mi blog, utilizo el masculino o el femenino según me da. Y
alguna vez he tenido algún debate en contra. Pero es lo que yo
digo, si trabajo para 'El Periódico', pongamos por caso, me tendré
que adecuar a su libro de estilo, pero mi blog, mi escritura, tiene
mi propio libro de estilo y, oyes, eso es como los canales, si no te
gusta, cambia...
Diane
y Gina coinciden tanto en el rechazo del uso del lenguaje
reivindicado por las feministas como en criticar la ley de igualdad
que marca cuotas.
-¿Y
si en el consejo de una empresa se da que todo son mujeres, qué? ¿O
en una lista para las elecciones? No se puede porque hay cuotas...
Lo importante es lo que vales.
-Ya,
pero si no haces que la gente piense en la posibilidad de los dos
sexos, os aseguro que la tendencia es a pensar en masculino para los
puestos de poder -en unos días le expondré mi experiencia personal
a Diane demostrándole esta afirmación
-Mira,
las mujeres yo creo que tienen un sentido de la ambición más
reducido que los hombres -dice Gina.
En
lo que coincidimos las tres es en la terrible plaga de terrorismo
machista que asola el mundo. Si pones sobre la mesa las víctimas de
violencia machista durante la etapa en que ETA ha ejecutado en el
país (casi novecientas) y el número de las mujeres muertas a manos
de sus parejas o exparejas en el mismo periodo la diferencia es más
que notable. Y si le echas un vistazo a la situación de la mujer en
el mapa mundi te vuelves loca de dolor.
-Pero
si hasta nos hemos tenido que inventar una palabra específica para
las muertes violentas de mujeres: feminicidio...
Día
de reflexión. Gina tiene muy claro a quien va a votar. Diane y yo
mostramos nuestras dudas. Voto útil, vale, pero a qué partido.
-Voto
resignado -digo también.
-Si
es que yo no sé adónde vamos. ¿Qué es eso de crecer y crecer y
crecer? Pero, ¿hasta cuándo vamos a crecer? No podemos crecer
eternamente. Es imposible. Las sociedades tenemos un tope.
-La
mayoría absoluta de la derecha sería un desastre -exclama Gina
La
idea de Diane me parece lo más sensato que he oído entre tanta paja
en los últimos tiempos. Es como si el ser humano quisiera
convertirse en eterno, que a veces ya lo intenta, ya, pero de
momento, de manera metafórica. Y qué paradoja, para poder crecer
económicamente, primero tenemos que menguar y menguar y menguar con
recortes, ajustes y demás adelgazamientos de los derechos
conseguidos en salud, educación, justicia, cultura, pensiones, nivel
adquisitivo...
-¡Ostras!
-interrumpo de pronto- ¿Alguien vio anoche el momentazo
'bollo-classic' en el Deluxe entre Bárbara Rey y Chelo García
Cortés?
Diane
y Gina me miran con extrañeza. Avanzo en mi entusiasmo a medida que
voy dando detalles. Diane no comprende nada, para ella es un mundo de
zombis o de extraterrestres que generan basura en el cerebro de los
televidentes. A Gina directamente le aburre. No bosteza porque ha
dormido doce horas. Aun así insisto en un intento absurdo de
contagiar mi manera sociológica de ver este tipo de programas.
¡Coño, que son dos tías populares, de unos sesenta y pocos años
confesando que se han acostado!
-Bueno,
bueno, y la que ya es total -sigo 'in crescendo'- es 'Misofi'... Que
ya no la llaman Sofía Cristo, sino 'Misofi'... Fue un momentazo de
una verdad lo de estas dos, que ya lo quisieran para muchos algunos
teatreros...
Nada.
Me siguen mirando raro. Lo dejo estar.
-Chicas,
yo tendría que ir tirando para casa... -avisa Gina.
Cuando
nos dirigimos al metro sigue lloviendo. Caminamos. No suelo fijarme
en los itinerarios. Las sigo. Gina se para. Mira hacia la izquierda,
arriba.
-Mirad...
Eso sí que no se puede escribir...
Las
tres contemplamos extasiadas la misma fotografía de belleza que nos
vemos incapaces de describir con palabras.
-Tal
vez Dostoyevski podría -digo sin dejar de mirar
-O
Conrad -dice Gina
Seguimos
allí paradas, intentando retener una luz que varía ténuemente de
intensidad mientras se refleja en la fachada de ese edificio antiguo
que le da personalidad a un pequeño callejón nacido de una plaza
del Cas Antic cuyo nombre no recuerdo. La llovizna cae de un cielo
azul celeste. El contraste entre la luz y la grisaldad de esos viejos edificios es hermoso. Un momento de poesía
efímera transcurre ante nuestra admiración, un momento alejado de
nuestra realidad, único.
-O
Dickens... -es la voz irónica de Diane que no logra olvidar el reto
que supone traducir al genio inglés.
'Sois
de las personas más importantes que hay en mi vida'. Lo digo con el
corazón, aunque también puedo decirlo con el alma. El vagón está
parado. Es la línea amarilla, la que menos me gusta. Ya las he
besado. Ya me estoy yendo. Casi estoy con un pie fuera del vagón.
Ellas sentadas me miran. Creo que sonríen. Salgo. Camino unos pasos.
El metro sigue parado. Regreso. Claro, es la línea amarilla.
-Chicas,
esto va para rato. Igual se ha suicidado alguien -a veces, aparte de
grandilocuente, también soy macabra.
Salimos
las tres juntas. Gina vuelve a despedirse. Diane y yo caminamos un
rato más juntas. Quiero comprar 'El País' en un kiosko que siempre está
abierto por las tardes los sábados y festivos, de hecho hay dos
alrededor de los Icària. Luego otro hasta pronto. Nothing
more, nothing less. Just my friends.
20N.
Teatro. 'Un fràgil equilibri' de Edward Albee en el Lliure de
Montjuich dirigida por Mario Gas con una Rosa Novell extraordinaria.
Del resto, no comment.
21N.
'Perdidos en la realidad, confirman con sus actitudes que un escritor
que no escribe es, de hecho, un monstruo merodeando la locura',
Enrique Vila-Matas. Me doy cuenta del tiempo que hace que no me tomo
mi tiempo -el tiempo y mi tiempo, son tan distintos- que la frase de
Vila-Matas reverbera en mi cerebro durante todo el ajetreado día.
22N.
Premis Butaca también en el Lliure de Montjuich. Me alegra
enormemente el reconocimiento del público a 'Coses que dèiem avui'
de Neil LaBute dirigida por Julio Manrique. Estupendo montaje que vi
en la Villarroel; se había estrenado en la Beckett. Especial mención
a la Butaca al mejor secundario del actor Oriol Ginart que estaba
increíble interpretando a esa hermana retorcida, odiosa, de la
segunda historia de los textos de LaBute. Para ser sincera, todo el
elenco estaba en estado de gracia. Premio también a la mejor
dirección para Manrique y la competencia era fuerte. Eso indica que
Manrique y su equipo ya han generado público propio. Un gran logro.
23N.
'Tu cara me suena' de A3 me recuerda que hay una mujer bella como
ella sola que se llama Remedios Cervantes. A veces se me olvida que
me gustan las chicas, qué terrible. Ya me parece oír la reprimenda
de Gina: ¡y así quieres encontrar novia! Por cierto, finalistas:
Angy, Julio Iglesias Junior, Santiago Segura y Silvia Pantoja.
Todavía tengo que decidir con quien voy. Aunque me inclino por la
niña 'Angy', Julio Jr. hace que tenga el corazón dividío.
24N.
Encuentro el hueco para escribir todo esto. ¡Al fin! ¿Cuándo
regresaré a alguna de mis obras pendientes?
25N.
Publico esto en la botella de náufrago que es mi blog. ¿Seguís
ahí?
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