No hay
crisis, lo que hay más que nunca es orfandad. (…) Algo se ha ido
para siempre, ahora es cuestión de volver a nacer, de que nazca de
nuevo el hombre en Occidente en una luz pura reveladora que disipe
como en un amanecer glorioso, sin nombre, lo que se ha perdido
Persona y democracia,
María Zambrano (1958)
- Mamá,
¿qué pasa normalmente cuando se acaba el mundo?
Recuerdo varios finales de
mundo. Y normalmente después amanece, que no es poco. También
varias muertes, propias y ajenas. Y algunos nacimientos, ídem. Hasta comuniones maravillosas
en las que no te daban hostias sino caricias de
alma. Confirmaciones y epifanías varias. Y algún hallelullah
reciente que me llenó el corazón de entusiasmo. Así que voy a
llamar a mi amiga para ver si le sirve esto como respuesta a la
pregunta de su hija. Porque creo que a los niños hay que darles
respuestas cuando las necesitan. Aunque solo sea para que luego las
rechacen de plano y vengan un día a decirte, oye, todo aquello que
me contaste, no es así.
En otras fechas para la
memoria, surge aquella pregunta, ¿y tú dónde estabas cuando murió
Franco? ¿Y cuando cayeron las torres gemelas? ¿Y en el golpe de
estado del 81? ¿Y en las Olimpíadas del 92? ¿Tú dónde estabas entonces que tanto te necesité?
Que diría el último de una fila que todavía no se acaba.
Aún comprobando que ha
vuelto a amanecer, que las montañas de Singuerlín siguen su idilio
con un cielo despejado y el viento mece mi cuna, por si acaso, me he
comprado un Gary Cooper, ese actor memorable que fue Johnny Doe y el
Sargento York y que se puso solo ante el peligro porque sabía que lo más importante seguía siendo la
justicia y el triunfo del bien y un chaval de la peca que me caliente los fondos con un abanibíaboebé, abanibí quiere decir te quiero amor y todas esas
versiones magistrales de canciones pasofranquistas, aunque antes me
he ido a acariciar los lomos de varios libros escritos por Ana María
Matute y Carmen Martín Gaite a la Abacus, que siempre me calientan las pestañas
y, por extensión, las puntas de mis anhelos. Siento que es un día
para apelar al honor de los buenos, a pesar de mi filia y mi
fascinación por lo controvertido y lo contradictorio, ya sea
compatible o viceversa. Si alguien tiene que salvar el mundo, por
favor, que sea el espíritu de Gary Cooper bendecido por Capra y con
la varita mágica de Barbra alicatando la esperanza, me da igual si es Stanwick o Streisand.
¡Que cante, que cante la Streisand! Papa can you heart me? No, no,
mejor sentimental puro: memories... are the colors of my life. Sí, hoy el mundo también necesita una barbra, una bárbara que nos mueva el piso y que se atreva. ¿A qué? A lo que sea.
Y si me paro para mis
adentros, puedo oír otras voces. Si vivir es bueno, / es mejor
soñar, / y mejor que todo, / madre, despertar dice el amigo
Antonio, no sé si antes o después de volver la vista atrás. Creo
que por lo que más pena me daría que se acabara el mundo sería
porque no podría volver a ver, escuchar, sentir poesía. Y es que la poesía no
puede morir nunca, está ahí, al otro lado, o en tu lado, o dentro,
o alrededor, o flotando, o volando, o desvaneciéndose mientras
tanto; pero ahí, siempre ahí. Eso sí sería tristeza eterna. Ay,
vagar sin poesía en los adentros, qué tristeza, qué tristeza, no
tener un triste verso que echarse al cuerpo. (…) y aún cuando
nada te alumbre, / no te mueras todavía, decía con aquella voz
maravillosa la Gaite. No, no te mueras todavía, no te mueras
nunca. Es un tú tan plural este 'te' que no caben los nombres ni en
un post infinito.
Pero hoy no me hagáis mucho
caso, hoy menos que ayer y mucho menos que mañana, haceos caso a
vosotr@s
mism@s,
seguid los pasos de vuestra intuición y sabed que movimiento es vida
pero también contemplación es belleza. Hoy que se acaba el
mundo, me puse algo cursi, algo ñoña, algo nostálgica. ¿Qué
queréis que os diga? Soy hija de mi tiempo, mujer senti-mental con
aspiraciones de libertad y fe inquebrantable, porque cuando parece
que se ha agotao resulta que encuentro otro brote de manantial entre
pedruscos interiores que ignoro cómo -¡cómo!- siguen ahí.
Paula Mocinho Novoa: Mamá,
¿cómo haces para construir el mundo cada día y que no se te caiga
al día siguiente?
Mamá: Sí se cae, hija, sí
se cae, pero lo vuelvo a levantar.
BSO, La felicidad de El Chaval de la Peca
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