Las élites,
pertenezcan al sector que pertenezcan, creen que su voz es más
inteligente, ética y necesaria para que los pueblos sigan caminando.
Siempre pienso en bien. De lo contrario, la oscuridad camparía a sus
anchas. Y quizás nosotros, nosotras no estaríamos aquí para verla,
vivirla. Esto aunque así sea, es decir, las élites se preocupan por
el bien común, genera todo tipo de emociones contrariadas.
A menudo me
entristece descubrir a mi alrededor el poder de lo cáustico que
genera paranoia en lugar de pronoia. Por poner un ejemplo en polaridades extremas.
Mi corazón
cree en un Dios compasivo, no en un Dios castigador. En unos guías que nos aman, no que nos putean.
Ahora comprobamos
de manera fehaciente lo que en otros momentos de la historia ha dado deplorables acontecimientos y épocas en nuestra corta historia como humanidad. El pueblo es fácilmente convertible en
masa.
Cuando el pueblo, desesperado por no encontrar su sitio en sí
mismo, busca las razones en el enemigo, vota desde la rabia, desde el
rencor, desde la víctima, cobijando su propio descontento,
frustración personal y circunstancias sociales reales, su voluntad y su desesperación, en el
banquillo de aquella voz que hábilmente capitaliza, manipula,
aprovecha y gestiona estas emociones, por otra parte tan humanas.
A veces, no sabemos
por qué, como especie necesitamos ponernos al límite para saber,
para descubrir quiénes somos, para elegirnos. Hemos atravesado momentos abismo. Confío que esto también sabemos hacerlo. Ha quedado grabado en la herencia generacional.
El único consuelo
que nos queda somos nosotros, nosotras mismas. Lo que somos capaces
de hacer y de abstenernos de hacer, de sostener y soltar, de generar y
de rechazar, incluso de contagiar sin imponer. Es más que un
consuelo, es un compromiso esencial.
Mi voto va para el
Arte, el Amor, la Paz, la Serenidad.
¿Cómo llegamos
hasta ahí? ¿Cómo mantenernos ahí?
Tú escoges. Tu
eliges. You choose.
Tu Camino hace rato
que camina solo.
There is always a
road to walk.
(*) Foto del río Magdalena en Natagaima.
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