THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 10 de octubre de 2009

¿El brontosaurio, el leopardo o el perro George?


Encallarse también forma parte del proceso. Buscar una salida digna al tercer acto, subir el clímax, hallar la tensión necesaria para que el final quede grabado en el recuerdo del espectador y salga de la sala con buen sabor de boca es importante. A veces suelo decir de broma, un buen comienzo y un final espectacular (no por fuegos artificiales sino por genio y contundencia) arreglan una obra deslavazada o renqueante. Lo hemos visto muchas veces. Cuando la conducción es irregular, el golpe final aumenta el suflé. Ay, el tercer acto, qué importante es. Ir a final, qué imprescindible encaminarse en el último tramo con brío y gracia y unas pinceladas de ingenio. Eso sí, que el ingenio no se lo coma todo, por favor, porque sino la forma supera al fondo y eso tampoco sería justo. Un gran ingenio no hace grande a una obra, la hace olvidable. En el momento una ríe o se sorprende, después archiva la sonrisa y da carpetazo a la sorpresa.
Y ahí estoy. Frente a frente con ese tercer acto que me propone diferentes comienzos y ningún final. Confiando en la gracia divina que me cogerá, esa sí, por sorpresa y me concederá el don de la originalidad con su varita mágica para que en verdad no me hunda en un postre demasiado endulcorado. Porque no hay cosa peor que sustituir el azúcar por sacarina y eso pasa a menudo en las obras de teatro.
A veces el tercer acto no tiene por qué ser demasiado largo. Mira el tercer acto de ‘La fiera de mi niña’ que cual otro tiempo pasado en que yo era pequeña, hemos visto esta tarde de sábado Albert y yo congratulándonos de todos los runnings gags y el sentido del humor bien construido de esa alta comedia delirante que conducen con maestría Cary Grant y la indispensable Katherine Hepburn. Una maravilla que no pasa de moda. Pues su tercer acto sucede en la sala del museo con diálogos rápidos y derrumbe esperado del brontosaurio. El brontosaurio cae y las fronteras que separaban a la pareja protagonista desaparecen. ¡Qué delicia!
Mira, eso mismo haré yo, el brontosaurio cae y la pareja protagonista se da cuenta de que se quiere. Pero, ¿quién es el brontosaurio en mi obra? He ahí la clave, Paula. ¿O tal vez la clave está en el leopardo? ¿O en el perro George de la tía Elisabeth? ¡Qué lío con tanto animal! Mira que todo te lo puedo dar menos el amor, baby.

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