THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

martes, 6 de octubre de 2009

La originalidad


Escribir es enfrentarse a la tierra baldía de la forma en blanco. Siempre asomarse al precipicio del absurdo, del vacío, de la frase reiterativa, del punto y coma mal puesto, de los personajes una y mil veces usados como estereotipo. Buscar lo original a veces no es más que un verso escondido en las malezas de lo común. Lo difícil es que la frase no sobresalga del resto pero aún así corra como una piragua bajando los encrespados ríos de la historia que se está contando.
En realidad no sé lo que es escribir por eso continuo buscando, a pesar de mi propio miedo a lo trillado, que es mucho. Suelo pensar que en el jardín un día nacerá una flor no esperada y esa será la iluminación del resto que es verde viento, verde rama. Como si la originalidad poseyera al que escribe y no al contrario. A Juan Rulfo creo que se le murió su tío Celerino, el que le dictaba las historias y por eso ya no pudo seguir escribiendo. Mi amiga Victoria liquidó al enano del micrófono para que la dejara leer en paz en vez de dictarle argumentos y estilo, porque ella tiene alma de lectora. Y yo creo que llevo dentro una abuelita a la que a veces no oigo bien porque está muy lejos, por eso a veces confundo las palabras que me dicta y no sale gran cosa. Pero mientras ella siga tricotando desde ese lugar abrupto que es la selva del recuerdo, yo seguiré poniendo tildes, mensajes anónimos y algún que otro órdago, cuando quiera que sea.
Así que a por el tercer acto. Y si hace falta, Paula, ponte el sonotone. Y si fracasas porque el oído ajeno sólo entiende de pedigrí y eso es algo muy difícil para una escribidora furtiva como tú, que sale con el lápiz cual arma de doble filo a cazar en la noche de las estrellas pardas, pues te aguantas porque fracasar hasta el fondo también forma parte del aprendizaje. Y ya se sabe que cuando se deja de aprender, uno encamina la ruta de la muerte.
De fondo suena la Callas en ‘Carmen’ de Bizet. No entiendo nada porque la abuelita todavía no me ha enseñado a escuchar ópera, pero siento que esas voces se elevan en el olimpo de los dioses como si fueran ángeles en busca de la originalidad.

2 comentarios:

Carol Blenk dijo...

Qué bien lo has descrito, como siempre lo haces :)

Un beso, guapa.

Laura Freijo Justo dijo...

qué guay que sigas pasando por aquí!
un besote!