Uno
vuelve siempre
a
los viejos sitios
donde
amo la vida
Mercedes
Sosa
Regresar
a Madrid es volver a contactar con toda la emoción del A SOLAS, THE
MAGDALENA PROJECT. Sin embargo, el presente, por fortuna, siempre
vence. Y el presente es Madrid en invierno, con el despertar del sol
maullando por las ventanas y los ladrillos rojos entre las calles que
anuncian reminiscencias de otros tiempos, de otra historia, de otra
villa.
Silencio,
reposo, idas y venidas, luces de Navidad, escritos interrumpidos,
llamadas de teléfono, conversaciones en la distancia, risas y tragos
que digerir. Tiempo de regurgitar sin pausa trufado de pequeños encuentros
del pasado que siguen vigentes en el aquí y el ahora que nos vive.
Salir
a la noche de Madrid es imbuirse de tránsito vital imparable.
Contemplar el flujo de sus calles es un espectáculo en sí mismo.
Perderse, una aventura a perseguir, muy recomendable. Y en la
desorientación se halla el camino para llegar a tiempo.
Alcanzo in time un local llamado 'Al Laboratorio'
donde canta mi amiga Mónica Dorta acompañada por el pianista André
Jah Jah, duetto IERÊ JAZZ. Mónica y su pianista brasileño se
entregan de tal modo que nos transportan fuera de esa cueva
subterránea en la que tod@s nos dejamos enamorar por un repertorio
que se abre con 'People', recorre algunos de los grandes temas de
Sondheim, apuesta por alguna composición propia en bello portugués, nos
arrebata con un intenso 'Perfect day' del gran Lou Reed y nos
encumbra definitivamente con una versión magistral del 'Light my
fire' de Jim Morrison. Pero lo maravilloso de este encuentro en la
intimidad de la cueva negra con motivos blancos, gobernada por una
bola de espejitos enorme, propia de una discoteca setentera, sucede
cuando Mónica confiesa su carencia loureedniana y añade:
- ¿Sabéis
que Lou Reed después de todo tuvo una muerte hermosa? La muerte le
llegó mientras realizaba la posición 21 de taichi.
Alguien
entre el público contesta.
- Eso
es mentira... Leyenda...
- ¡Que
no, que lo ha dicho Laurie Anderson, su mujer, que yo lo he leído y
estoy informada! – replica con simpatía Mónica.
- ¡Lou
Reed no existe! - bromea la misma voz de chica entre el público,
delante a mi derecha.
Justo
es en ese momento que veo, comprendo en qué consiste el AMOR
verdadero. No, ni siquiera es una visión, más bien una asunción,
una certeza serena. Algo que uno ya sabe pero que no emerge hasta que
algo, cualquier detalle, cualquier palabra, un gesto perdido, destapa
el tarro donde está guardada esa consciencia. El verdadero AMOR es
un vínculo inquebratable entre dos que se eligen libremente y
deciden hacer un camino común hasta el final. Sin miedo. Dos que se
atreven hasta con la muerte desde la tranquilidad de saberse
acompañados siempre.
Al
llegar a casa, me entero de otra muerte: Nelson Mandela. Sin duda un
hombre bueno. Alguien que supo perdonar, generosidad que no está al
alcance de cualquiera. En ocasiones, solo aquellos o aquellas que
traspasan el odio y la violencia son capaces de asumir y sostener la
verdadera pureza de lo que el PERDÓN es cuando se manifiesta en
todas sus dimensiones. El mundo -al menos el mundo de los mass-media-
está conmocionado por la noticia. Alguien dice desde Tokio que
personas como Nelson Mandela tendrían que estar exentos del peaje de
la muerte, cosa que no me puede parecer más horrible: ¡Pobre
hombre! ¡Después del trabajo, el amor y el esfuerzo que ha
dedicado, solo faltaba que no pudiera descansar!
Sin
embargo, no puedo evitar pensar que el mundo habrá escalado un
peldaño más en su proceso hacia el equilibrio cuando una mujer se
muera y el mundo sea capaz de llorarla y loarla como estos días se
llorará y se loará al sabio Nelson Mandela. Grandes pequeños actos
de miles, cientos de miles, millones de mujeres anónimas en todos
los rincones del mundo en conflicto consiguen milagros diarios de
conciliación y perdón. Para ellas y para Mandela, un hombre que
sabía amar al ser humano, mi post de hoy.
Pero
ya sabéis, no me hagáis mucho caso, haceos caso a vosotr@s
mism@s o a aquell@s
que consideréis con la autoridad moral fiable como para escucharl@s.
Y,
por si acaso, desde Madrid, con cariño: ¡Felices fiestas!
2 comentarios:
Me ha encantado esa revelación del AMOR. Gracias por compartirla.
Un placer, hay que compartir siempre que se pueda :) Saludos afectuosos,
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