La realidad es lo sagrado y solo lo sagrado la tiene y otorga
Maria
Zambrano
El
aprendizaje dura todas las vidas del alma. Todas las mañanas
soleadas. Todas las noches de luz de luna. Todas las tardes ocres. De
nuevo, todas las mañanas de niebla. De nuevo, todas las noches sin
luna. Todas las tardes marrones. Y otra vez todas las mañanas
oscuras. Y otra vez todas las noches de locura. Todas las tardes de
ocaso, ruptura y resurrección. Siempre hasta que se acaba algo que ignoramos
y hacia cuya meta nos inclinamos por inercia de destino. ¿Qué importa que no
sepamos? Si el no saber es la maravillosa incertidumbre que nos
alumbra el camino. No hay final. Tampoco principio. ¿Origen? Tal
vez. Pero ¿cómo responder a las preguntas si siempre acabamos por
formularlas desde lo poco que somos capaces de ver? Y solo vemos cuando creemos que podemos ver.
El
ser humano encabezado por el hombre ha entablado una relación
inacabable basada en lo científico terrenal. Esta relación de
sumisión a favor de lo razonable, lo comprobable, lo demostrable ha
ido en detrimento del sentido de lo sagrado, de aquello que nos
trasciende manifestándose en lo real. ¿Puede el hombre o la mujer
intervenir en lo sagrado? Sí. ¿Puede el hombre o la mujer crear lo
divino? No. Por tanto el sentido de lo sagrado es el puente que une a
los mortales con los dioses. Pues un dios puede ser inmortal pero un
inmortal no necesariamente puede advenir un dios.
¿Nos
soñamos viviendo? ¿Nos vivimos soñando? ¿Al final qué
importancia tiene soñarse viviendo o vivirse soñando? Lo único que
da valor a cualquier cosa que sucede es el sentido de lo REAL. Y el
sentido de lo real es otra de las líneas que el ser humano ha
cruzado en los últimos tiempos. Las apariencias se han superpuesto a
lo que es y se están imponiendo la representación, el velo de lo aparente como lo real. Así lo real está
dejando de ser lo que es para convertirse en lo que parece ser. De
ahí la necesidad imprescindible de recuperar el territorio perdido
en lo sagrado.
Puede
que el mayor destino que albergue el ser humano sea desaparecer,
finalmente. Descansar. Dejar de cansar y de cansarse. La grandeza
final podría ser desaparecernos llevándonos con nosotros al
Prometeo original. No dejar rastro de lo que fuimos. Borrar todos los
pasos de nuestra memoria. La nada más absoluta. Una especie de
nirvana que supere el limbo de lo inexistente. Parece sencillo, sin
embargo, nunca sabremos si eso ya ha pasado, está pasando o pasará, pues el tiempo
no solo es relativo sino que no existe, solo es el alambre sobre el
que el ser humano intenta mantener intacta su sensatez, su cordura para no caer en el vacío. El vacío ese lugar que sin duda nos consolaría.
De
ahí que preguntar sea tarea de héroes y hallar acto solo al alcance
de seres temerarios; iluminados. ¿O es que un poeta no arriesga hasta el alma en
sus viajes como explorador? ¿O es que un peregrino no atraviesa las puertas del templo abandonado con la fe de sus pies desnudos? ¿O es que no nace el ser humano alentando la llama de la sabiduría? ¿O es que la mujer se cansa acaso de sangrar alguna vez?
BSO, Girl on fire, de Alicia Keys
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