THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 17 de marzo de 2014

La inexistencia posible, poética, sagrada, divina


La realidad es lo sagrado y solo lo sagrado la tiene y otorga
Maria Zambrano




El aprendizaje dura todas las vidas del alma. Todas las mañanas soleadas. Todas las noches de luz de luna. Todas las tardes ocres. De nuevo, todas las mañanas de niebla. De nuevo, todas las noches sin luna. Todas las tardes marrones. Y otra vez todas las mañanas oscuras. Y otra vez todas las noches de locura. Todas las tardes de ocaso, ruptura y resurrección. Siempre hasta que se acaba algo que ignoramos y hacia cuya meta nos inclinamos por inercia de destino. ¿Qué importa que no sepamos? Si el no saber es la maravillosa incertidumbre que nos alumbra el camino. No hay final. Tampoco principio. ¿Origen? Tal vez. Pero ¿cómo responder a las preguntas si siempre acabamos por formularlas desde lo poco que somos capaces de ver? Y solo vemos cuando creemos que podemos ver.
El ser humano encabezado por el hombre ha entablado una relación inacabable basada en lo científico terrenal. Esta relación de sumisión a favor de lo razonable, lo comprobable, lo demostrable ha ido en detrimento del sentido de lo sagrado, de aquello que nos trasciende manifestándose en lo real. ¿Puede el hombre o la mujer intervenir en lo sagrado? Sí. ¿Puede el hombre o la mujer crear lo divino? No. Por tanto el sentido de lo sagrado es el puente que une a los mortales con los dioses. Pues un dios puede ser inmortal pero un inmortal no necesariamente puede advenir un dios.
¿Nos soñamos viviendo? ¿Nos vivimos soñando? ¿Al final qué importancia tiene soñarse viviendo o vivirse soñando? Lo único que da valor a cualquier cosa que sucede es el sentido de lo REAL. Y el sentido de lo real es otra de las líneas que el ser humano ha cruzado en los últimos tiempos. Las apariencias se han superpuesto a lo que es y se están imponiendo la representación, el velo de lo aparente como lo real. Así lo real está dejando de ser lo que es para convertirse en lo que parece ser. De ahí la necesidad imprescindible de recuperar el territorio perdido en lo sagrado.
Puede que el mayor destino que albergue el ser humano sea desaparecer, finalmente. Descansar. Dejar de cansar y de cansarse. La grandeza final podría ser desaparecernos llevándonos con nosotros al Prometeo original. No dejar rastro de lo que fuimos. Borrar todos los pasos de nuestra memoria. La nada más absoluta. Una especie de nirvana que supere el limbo de lo inexistente. Parece sencillo, sin embargo, nunca sabremos si eso ya ha pasado, está pasando o pasará, pues el tiempo no solo es relativo sino que no existe, solo es el alambre sobre el que el ser humano intenta mantener intacta su sensatez, su cordura para no caer en el vacío. El vacío ese lugar que sin duda nos consolaría.
De ahí que preguntar sea tarea de héroes y hallar acto solo al alcance de seres temerarios; iluminados. ¿O es que un poeta no arriesga hasta el alma en sus viajes como explorador? ¿O es que un peregrino no atraviesa las puertas del templo abandonado con la fe de sus pies desnudos? ¿O es que no nace el ser humano alentando la llama de la sabiduría? ¿O es que la mujer se cansa acaso de sangrar alguna vez?

BSO, Girl on fire, de Alicia Keys

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