THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 2 de marzo de 2014

Vivire senza paúra



Por mucho que busquemos en libros, en manuscritos antiguos, en árboles de la ciencia, en microchips avanzados o en el mismísimo Santo Grial, la respuesta siempre está en la vida. Y a menudo reside en la propia pregunta. Y a menudo dentro de nosotr@s mism@s. Existe la creencia generalizada -aunque no se admita a viva voce porque el progreso, la ciencia y la tecnología han comido mucho territorio a la fe, cuyo fundamento se sustenta en el no saber a ciencia cierta pero creer desde esa cosa inabarcable, no demostrable que es el alma- de que todos traemos un destino a cumplir. Lo que no sabemos es cuál. Y si lo sabemos, lo ponemos en tela de juicio. Dudamos. Pero claro, no tiene por qué ser un destino grandilocuente, que es lo que la gente piensa. Puede ser simplemente un destino de cadena, un destino de testigo. Poca gente que crea en las reencarnaciones, por ejemplo, admite que tal vez fue un soldado azteca que murió en primera línea de combate sin pena ni gloria, todos quieren ser Moctezuma o la Malinche o Ramsés II; tod@s queremos permanecer en la memoria. Sin embargo, nada más noble que tener la voluntad del olvido. Como decía el gran Machado...Nunca persequí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción.
El otro día me tropecé con una película titulada El guerrero lumínico, protagonizada por el siempre interesante Nick Nolte. Habla del complejo aprendizaje que es la vida y cuan sencillo puede tornarse a poco que vivamos el aquí y el ahora, el presente más puro. Cómo, si nos desprendemos de toda esa basura mental que acumulamos a lo largo de las horas, de los días, de los meses, de los años, podemos llegar a tocar nuestra propia esencia. Primera lección de un guerrero consciente: no saber. Se le da tanta importancia al por qué, al logos, a la razón, que perdemos de vista lo maravilloso que es entregarse a la incertidumbre, al no saber: al descubrimiento. Y ahora me atrevo a enlazar, con salto vital incluido, con unas palabras que encontré en el prólogo de 'El libro tibetano de los muertos': El núcleo del descubrimiento de Buda fue la realidad esencial de la libertad, que, subyaciendo a la realidad de la existencia, está la inmediatez de la libertad total, sobre todo la libertad del sufrimiento, de la esclavitud, de la ignorancia. Sin embargo, no estoy segura de que las personas queramos vivir en verdadera libertad: es un vértigo al que ni estamos acostumbrados ni nos apetece surfear. Lo he visto. Lo he comprobado en cosas muy pequeñas.
Por eso en lo que sigo creyendo firmemente, a pesar del ser humano en el que a rachas todavía le profeso fe y esperanza y otras repudia y algunas indiferencia, es en algunos especímenes de nuestra comunidad global que hacen gestos, símbolos, que abren caminos hacia un futuro que tal vez otros se atreverán a traspasar y convertir en hechos, en evolución verdadera. Creo en la cadena de vida histórica. Del mismo modo que heredamos otras cadenas, también heredamos alicates para cortarlas; incluso actos realizados por otros y otras que nos impulsan a continuar su tarea, su misión, su destino y convertirlo así en el nuestro propio. Creo que si alguien abre una puerta, llegará alguien más que cruce el umbral. Y creo que luego vendrá alguien que cruzará ese umbral y regresará para contarnos lo que ha visto, lo que ha vivido.
No seré yo, claro, pero tal vez serás tú. Qui lo sa. Vivere senza paúra.


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