Al acabar un libro se queda una
sensación de tristeza.
Alguien se va definitivamente.
M Train de Patti Smith deja paso al
siguiente.
Todo empezó como un sueño, un sueño
que ya he contado.
El sueño del cowboy que le lanza una
frase.
No es tan fácil escribir sobre nada.
Sus frases y sus vivencias comprenden
hermosas piedritas que la autora va depositando en los sitios que
merecen una oración. Oración de plegaria, oración de frase. Como
la tumba de Genet, o la de Rimbaud.
La vida pasa. Deja su huella. Muchas,
tantas cosas son. Tantas otras se quedan en el dibujo. En el
borrador.
Cuánto café cabe en una obra, cuántas
canciones, cuantos poemas, cuantos libros, cuántas series, cuánto
amor, cuanta melancolía.
Se ama la vida de la vida, se ama la vida de la ficción.
Como cuando le escribí un poema a JJ,
la agente Jennifer Jareau de la serie Mentes Criminales
y al leerlo en un recital despertó carcajadas. Luz en el mundo
oscuro.
Mientras se camina lento, la velocidad
de los laterales también disminuye.
Dos semanas antes de la muerte de Lou
Reed se lo encuentra.
I love you.
I love you too.
Más tarde se me ocurrió que en los
cuarenta y dos años que hacía que nos conocíamos, esas palabras,
aunque sentidas, nunca habían sido pronunciadas.
Todo lo que se calla, se queda en el
mundo del silencio.
Quizás de lo que no se pueda hablar,
deba ser callado.
Pero lo que se puede decir, es mejor
decirlo.
Decir amor es sentir amor. Ponerle
rúbrica.
Mejor antes que después.
Díselo antes de que se lo tengas que
dar al viento o a una estancia vacía. O a un papel escrito.
Pienso mucho en despedidas.
En la mía propia. Me aterroriza.
Siempre se me han dado fatal.
La vida es un estado de ánimo. También. Mejor subir a la superficie. Bajar a aguas abisales te hace ver
seres cuyas dimensiones y colores y proyecciones no parecen reales.
Ahora quizás si escuchara la risa de
las nietas de mi vecina la Paqui todo volvería a la normalidad. Sin embargo, ha hecho el cambio el motor de la nevera y los platos esperan.
Hay también textos que quieren nacer,
que hace rato van naciendo con los que no me siento conforme.
Lo harás bien. Lo harás bien. Lo
harás bien. Lo harás bien.
Al menos los acabaré.
¿Y luego? Luego todavía es agosto,
queda el pueblo, el árbol quemado que resiste en el tiempo y la
familia.
Una vez mi madre salió del pueblo con
un único pantalón húmedo y se fue para solo volver en épocas
estivales. Primero Alemania, luego Cataluña. Ahora Galicia.
Fíjate que hoy si lloviera sería
perfecto.
Cuando se acaba un buen libro, es mejor
comenzar otro.
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