THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

martes, 28 de febrero de 2023

Hasta siempre, querido maestro. Con Dios, José Juan.

 

Qué tristeza tan grande, José Juan. Se me inundan los ojos de lágrimas y me quedo silenciada. Hay muertes que te agarran desde esos tiempos en que la inocencia todavía era la reina y te rompen por la espalda. Querido primo, querido profesor. Lo siento mucho, mucho.

Te recuerdo perfectamente. El timbre de tu voz, la profundidad de tu mirada, aquellas gafas que te agrandaban los ojos, las entradas perpetuas, la delicadeza con que hablabas, tu generosidad extrema a la hora de explicar cualquier cosa, tus dibujos de una precisión velazquiana, tu inteligencia intelectual más allá de Hegel, las veces que te encontré a las ocho de la mañana subiendo la calle Nuria para llegar al Institut Terra Roja, la admiración que te profesaban Luís y Gloria, la magia de aquel día en que dijiste: 

- En lógica se vale acertar sin demostrar nada. En lógica la intuición es una herramienta de conocimiento.

Y tu gran creación: Lupita. Lupita era una niña muy lista y maravillosa que nos enseñaba lógica a través de las cosas que le pasaban en la vida. Nos encantaba Lupita. Nos encantabas tú mientras nos encantaban tus genialidades tan ingrávidas y sutiles.

Fuiste un profesor recto, de convicciones firmes. Un maestro. Hay muchos profesores y profesoras pero pocos son los maestros y maestras.

Uno de los logros académicos que más recuerdo de la época del Instituto fue la solución del principal problema de lógica del primer examen que nos pusiste. Volviste a recordarnos que en lógica vale la intuición, y así es como yo acerté, utilizando mi intuición. Fui la única que dio con la solución. Y yo, que nunca he sido amiga del orgullo, me sentí orgullosa de ser familia tuya. Una Freijo la clavó. Luego fallé en lo más sencillo, en lo que acertaba todo el mundo.

La última vez que te vi fue un regalo que me dio la vida. Era agosto de 2013. Hacía veintiséis años que no iba a Acevido. Pero tenía que ir, mis ancestros llamaban, y cuando los ancestros llaman, hay que ir. Caminé desde Flariz a Os Milagros y de Os Milagros hasta el Castro Caldelas. Llegué a la Piedra Lastra con un taxi. Y allí estabas tú, a punto de salir al día siguiente para Barcelona con las cosas de Trives. Hablamos amistosamente durante largo rato. Lamento no recordar nada más allá del paisaje gallego que nos rodeaba y la casa de la tía Florinda.

José Juan, querido primo, querido maestro, lo siento en el alma, pero también siento que ahora estás en paz. Si cierro los ojos, puedo verte sonreír. Me gustaría decirte que lo hiciste bien, pero no soy nadie, solo una vieja alumna a la que le diste clase, inspiración y alegría.

Hoy he pasado expresamente por el Insti, de vuelta del trabajo. Y frente al Terra Roja te he pensado fuerte, deseándote lo mejor allá donde estés.

Con Dios, José Juan. Hasta siempre, querido maestro.

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