THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 3 de diciembre de 2023

CONCHA VELASCO, una de las más grandes


La muerte y el amor llegan siempre por sorpresa, por muy anunciados que vengan. La muerte de una persona icónica como Concha Velasco despierta recuerdos personales que, de algún modo, nos acariciaron el alma cuando sucedieron. Gracias a ella, tengo dos muy especiales. 

El primero con mi único novio, Juan, antes de que acabara el siglo XX. Fuimos a la fiesta de celebración de los 10 años del Institut Terra Roja, donde yo había hecho BUP y COU y salimos un momento del recinto, no sé si para comprar algo o para ir al lavabo, no estoy segura, no importa. Cuando ya estábamos llegando a las verjas de hierro, de pronto escuchamos que suena “La chica yeyé” y nos pusimos a correr como locos, al unísono, para poder bailarla. Acostumbrábamos a estar en desacuerdo permanente (R.Madrid / Barça, Ciencias / Letras, Ateismo / Fe… así todo), pero con “La chica yeyé” cantada por Concha Velasco nos saltaba la devoción y la estampida instantánea.

El segundo recuerdo es de dos décadas después, más o menos. En el Teatre Goya, con mi querido Dídac. CONCHA Yo lo que quiero es bailar (2011), dirigida por Josep Maria Pou y con dramaturgia de Juan Carlos Rubio, noche de estreno. Dídac y yo con la ilusión de dos niños. Concha Velasco con camisa blanca hasta las rodillas, pletórica, óptima y entregada al relato de su autoficción, acabando la función de nuevo con “La chica yeyé” y toda la platea de pie, bailando y coreándola y amándola locamenti. Me hizo muy feliz esa función. Reí tanto, aplaudí hasta dejarme las palmas, como todo quisque allí. Y por supuesto, de pie. Soy una espectadora agradecida, sé lo que cuesta levantar cualquier espectáculo, tanto los que se consideran “malos” como los que gozan del beneplácito del público y la crítica. Aplaudo aunque solo sea por la entrega, el trabajo y el empeño, con la esperanza de aportar ánimo para el próximo. Pero ponerme de pie es otro nivel. Reconozco que me pongo de pie ante lo que considero grandeza artístico-humana. Por eso solo me he puesto de pie por Núria Espert, Concha Velasco y Mont Plans. He querido y todavía quiero ponerme de pie por otras dos o tres actrices más, que me parecen inconmensurables, pero no ha coincidido su grandeza con trabajos que les fui a ver.

Al acabar la función del Goya, una señora se acercó a mí a la salida, me paró y me dijo:

- Me has hecho disfrutar mucho la función, por cómo la has vivido tú. Muchas gracias.

De Concha Velasco lo que más me llega es su pasión. Diría que fue su pasión la que esculpió su grandeza y, por supuesto, una capacidad de trabajo titánica y una generosidad y entrega de las que osan apostar por el infierno, el purgatorio y el paraíso todo junto y hasta el final. Destacaría también, pues es de rigor, cualidades que probablemente le venían de fábrica y que para una actriz, bajo mi punto de vista, son imprescindibles: sinceridad, transparencia, valentía, veracidad y verosimilitud. No pongo determinación porque considero que esta cualidad nace y se hace. Una determinación que tenía a la altura de una manada de caballos salvajes.

Leo la noticia de su muerte en el tren, justo en la parada que hacía destino: Granollers. Llegaba tarde al Torneig de Tardor de Ping Pong que organiza un grupo de mueres estupendas en el que estoy. Al salir al andén, se me inunda inesperadamente el lacrimal y siento tocar la bolsa de mi tristeza vida. Es apenas un instante pero me alegra, porque alguien como Concha Velasco se merece nuestra emoción, lágrimas y tristeza de despedida, por todo lo que fue, por todo lo que nos dio.

Concha Velasco es el tipo de artista frente a la que hinco e hincaré mi rodilla en el suelo e inclinaré la cabeza en señal de honor, agradecimiento y admiración.

Dios te acoja en su seno, querida Concha Velasco. Mi gratitud infinita te acompañe.

No hay comentarios: