Foto de Ludovica Bastianini
SIMONE
- La bomba que yo
quiero poner es más terrible que la más terrible de las bombas que
haya estallado en este país.
AMÉ
- Las pondremos en
los autobuses, en los restaurantes...
SIMONE
- ¡No! Esta bomba no puede estallar más que en un solo lugar. En la
cabeza de la gente.
AMÉ
- ¿Qué quieres decir?
SIMONE
- Vamos a contar
historias. Todo lo que quieren hacernos olvidar, vamos a inventarlo,
a contarlo.
Litoral,
Wajdi Mouawad.
La
vida es sagrada. Debiera ser sagrada. Territorio que no ha de ser
tomado por la fuerza para su extinción.
Cada
hombre y cada mujer es la humanidad entera. Por eso cuando se atenta,
se sacrifica, se tortura, se asesina a un hombre o una mujer, algo de
nuestra humanidad fenece con ellos. Algo de nuestra alma colectiva se
erosiona.
(...)
Quizás
necesitamos hoy más que nunca historias, historias como bombas para
transformar el mundo. Ésta es la idea. En unos tiempos en que la
cabeza ejerce de corazón y el corazón vive en el invierno del
desconsuelo, no puede haber bomba más peligrosa que historias con
palabras dichas a conciencia y para la conciencia, historias para
derribar los muros de la indiferencia, de la insensibilidad, de la
rabia, de la furia, de esta paz mezquina, de las guerras sangrientas
y de esta gran impiedad en la que vivimos.
Aquí el artículo íntegro. A partir de la página 27.
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