El impacto

‘Nadie escapa a lo que los demás piensan que uno es’. La frase es de Javier Marías y es posible que apareciera en la que para mí es su mejor novela ‘Corazón tan blanco’. Y digo es posible porque tengo alguna duda. Ha pasado mucho tiempo desde que leí el libro. Ese y otros de Marías. Y lo cierto es que la frase de marras está ahora más actual que nunca. Un director general de una entidad futbolística investiga a sus vicepresidentes, políticos que encargan más de un informe para ver qué imagen tienen y poder así mejorar el perfil, gobernantes que encargan más informes para tratar de incidir más en el panorama. Date a conocer, Joaquín, que decía Felipe invitando a Almunia, retirado ahora a una bonita parcela europea de comisario económico.
Darse a conocer, ampliar la fama y ser reconocido. Los males o los bienes de esta época mediática. Siempre contradictoria. Los actores quieren realizar su trabajo y posan para según qué revistas, pero luego se escapan corriendo de esos buitres-paparazzi que los persiguen para conseguir la instantánea del siglo. Buscar la fama para huir de ella, qué curioso.
Y todos y todas metidos en un gran hermano en el que al final la opinión del otro o de la otra te acaba hundiendo o encumbrando. Claro que hay ciertos niveles que ya da igual si te critican, te ponen a parir o te ensalzan. La cuenta está ampliamente abastecida.
Luego nos quejamos de que el pobre ciudadano de a pie busque sus cinco minutos de gracia. ¿Acaso no lo buscan otras gentes de niveles más altos?
En una sociedad del espectáculo como la nuestra, la imagen que damos de nosotros mismos, sobretodo si estamos sometidos a la presión de los mass media, es fundamental para sobrevivir en el circo mediático lo cual no legitima cualquier tipo de procedimiento para auparse en el podio. Pero aquello de mejor que hablen mal que que no hablen cobra más sentido, si cabe, en este mundo de rapidez instantánea.
Recuerdo otra novela. ‘La soledad era esto’ de Juan José Millás, premio Nadal, donde una mujer comienza la novela con una pierna depilada y la otra sin depilar consecuencia directa de la noticia que acaba de recibir: su madre ha muerto. Y en una búsqueda de sí misma que es toda la novela en sí, encarga a un detective que la siga como si fuera una desconocida y le envíe los informes de sus pesquisas. Esos informes aparecen en la novela y la hacen darse cuenta de cómo va a la deriva. Desde entonces he calibrado la tarea de ir a un despacho tipo ‘Chinatown’ a contratar a Jack Nicholson para que me diga cómo es mi vida de corriente. Quién sabe, a lo mejor descubre un impacto insospechado de mi persona en la sociedad en la que vivo y yo sin saberlo y sin poder sacar provecho.