THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 12 de junio de 2010

De la memoria, del post de ayer y de Raymond Carver


La memoria siempre transforma el recuerdo aunque a una le parezca que lo recuerda todo fidedignamente. Fidedignamente es lo que recuerda, no necesariamente lo que pasó. Los libros proponen experiencias, los buenos me refiero. Los que sólo son para pasar el rato proponen una rato agradable. A pesar de decir esto, no me gusta juzgar la literatura como buena o mala. Aunque es cierto que hay literatura de baja calidad literaria y literatura de alta calidad. Pero a mí lo que me gusta es plantearme las cosas desde un punto de vista pragmático: me sirvió, no me sirvió. Después está la literatura que admiro y con la que no suelo identificarme y la literatura que admiro y con la que me identifico. Y luego están los libros que me sirven. ¿Quién soy yo para despreciar lo que escribe Paulo Coelho, por ejemplo? O un ejemplo más próximo, ¿quién soy yo para decir que 'La sombra del viento' de Ruiz Zafón no es literatura? Lo que quiero decir es que cuando un libro (no una droga paradisíaca o unos cigarrillos de cianuro, que aún así cada cual), cuando un libro, digo, hace que tanta gente en el planeta lea, algo tiene que tener bueno; a mí eso ya me merece un enorme respeto. Es cierto que tiene que haber guardianes entre el centeno para calibrar la calidad literaria de esos libros pero eso no ha de importar a los lectores, los lectores deben leer fundamentalmente por dos motivos: por placer y por aprendizaje. ¡Ah! y a la gente que escribe, sea de la calidad que sea se le debe un respeto por intentar acercarse a un arte difícil y de profunda generosidad. El que escribe siempre intenta comunicar algo, por tanto entregar algo, por tanto es una cuestión de generosidad. Cierto que algunos parece que sea que lo que entregan es pura pedantería pero incluso esos dan, lo quieran o no, una obra. Como decía la maestra Gaite, que la cito miles de veces porque me parece imprescindible: uno sólo tiene lo que puede dar.
Esta introducción sobre la memoria, la calidad literaria y la generosidad viene a cuento porque ayer posiblemente fui muy pesimista. Vivimos en una sociedad muy acomodada en nuestra butaca y a la que te retiran la butaca piensas que siempre te vas a tener que sentar en el suelo y eso no tiene por qué ser así. Soy profunda admiradora del escritor norteamericano Raymond Carver. Hace poco me enteré que su estilo conciso y directo se debía, en gran medida, a su editor. Entonces pensé, pues entre ambos hicieron un buen trabajo. Parece que él era un poco más lírico. Lo que yo he leído de él proviene de la sociedad entre su literatura y las tijeras de su editor, así que no puedo hablar de sus originales. Pero puedo hablar de su espíritu que está por todas partes. Muchos de sus personajes son personas que lo intentan de veras pero pierden o no salen del callejón sin salida. En uno de sus cuentos que ahora no recuerdo, los personajes se mudan -porque creo recordar que hay muchos traslados- y sacan todos sus enseres a la parte delantera de la casa para que la gente que se queda los pueda comprar. Y no hay vergüenza en ese acto porque siempre se está a tiempo para cambiar e intentar mejorar.
Carver no describe una América del sueño americano, más bien al contrario, describe unos EEUU de pesadilla, pero sus personajes tienen algo de renovación a pesar de vivir ahogados en sus miserias, en su alcohol y en sus peleas cotidianas. Luego están sus cuentos autobiográficos en los que quiere empezar de nuevo, dejar de beber y volver a escribir. Me conmueven profundamente. Durante diez años Carver estuvo en el dique seco sin escribir nada, pero como en las novelas del ruso Dovstoeiski, su segunda mujer, la poetisa Tess Gallagher, lo redimió y lo devolvió a la palabra. Una historia dura a la vez que maravillosa y esperanzadora que de tanto en cuando sacan en 'Babelia' o 'El Cultural', sobre todo cuando se reeditan sus libros. No estoy muy de acuerdo en que sea el padre del 'realismo sucio', yo diría que es realismo a secas, pero a los estudiosos siempre les gusta poner etiquetas. De hecho a todo el mundo le gusta poner etiquetas.
Si no lo habéis leído, es un gustazo encontrarse con Raymond Carver y su humanismo. Roberto Bolaño, escritor hoy en día reconocidísimo por su novela 2666 y porque se murió joven -eso también debió ayudar-, opinaba que junto con Chéjov los dos eran los mejores escritores de cuentos del siglo. Yo no he leído tanto como para decir algo tan contundente, pero sin duda Carver es uno de los grandes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Paula, yo también pienso que hay libros y libros; unos te hacen pensar y otros entretienen. Ambos son válidos si cumplen su función aunque leer por leer prefiero el entretenimiento. Por mi profesión. utilizo la literatura para evadirme de mi realidad, dura, cruel y fea la mayoría de veces. Algo que no me haga pensar mucho. ¿TE cuento un truco? Rosalía es la que lee y de noche, antes de dormirnos, ella me relata lo que ha leído y por eso ahora me suena vagamente todo lo que explicas en tu post. Lo del realismo sucio, hace muy poco me lo explicó y el Bolaño ese ronda por casa...je,je...Algunas no leemos tantos pero somos listillas.
Un abrazo maja.

Rosalía Navarro dijo...

Paula, que entrada más interesante. En literatura, por desgracia, hay etiquetas, como en el amor. La subliteratura o paraliteratura engloba a libros escritos para el consumo de masas, prefabricada con un objetivo único, el comercial y manipular los sentimientos humanos. De manual Paula. A mi no me gusta lo que escribe Zafón ni la mayoría de libros que lee casi todos, me negué a tragarme al Larsson y su trilogía por convinción. Dicen que la subliteratura está dirigido a un público heterogéneo y se rige por la ley comercial pura y dura. Cuidado, he descubierto muy buenos escritores encasillados en esta subliteratura. Es algo que estudié en mi diplomatura de bibliotecaria pero no se puede generalizar. El realismo sucio me encanta, hace poco leí a otro padre del género; Anderson con sus cuentos "Winesburg, Ohio" y lo dejo porque no dejaría de escribir Paula. Aquí llueve, la peli de la TV es mala de narices y estoy solita este fin de semana así que menos mal que has colgado un post amiga.
Un beso wapa.

Laura Freijo Justo dijo...

Norma, tú no corres, vuelas, jejeje... Yo si tuviera a alguien que leyera algunos libros por mí por las noches me daría por tan satisfecha, aix... Jejeje. Buen finde!

Rosalía, qué bonito eso que me dices, como si mi post te hiciera real compañía. Yo creo que hay algunos de esos libros que tú llamas paraliteratura que a lo mejor con el paso del tiempo serán considerados literatura. Cómo fue lo del Quijote? No estoy segura de que 'El ingenioso hidalgo don Quijote' fuera considerado el libro de los libros y míralo ahora. Entiendo que tiene que haber alguien que diga a las cosas por su nombre pero hay veces que hasta los entendidos fallan, a mí lo que no me gusta es decir esto es literatura basura, como algunos se atreven a decir...

Un abrazo a las dos!

Anónimo dijo...

Ja,ja,ja...me has pillado Paula...si ella lee ¿para qué hacerlo yo?
Feliz noche maja.

Anónimo dijo...

Raymond Carver y John Cheever. Dos grandes del cuento americano. Disfrútalos.

Laura Freijo Justo dijo...

Martina, John Cheever no lo he leído pero está en mi lista de pendientes.
Gracias y bienvenida al blog!