THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 17 de enero de 2011

La persecución


Jessica ya no sabía que hacer para quitarse de encima a Elsa. Cuando le dijo que se había acabado pensó que lo había entendido. De hecho, estuvo toda una semana sin dar noticias. Pero pasados esos siete días, le dijo que quería que fueran amigas. A Jessica las moderneces nunca le han hecho mucha gracia pero pensó que debía demostrar que era una persona civilizada, así que aceptó la invitación de Elsa.
Sin embargo, pronto empezaron las llamadas de teléfono. Al principio, espaciadas, educacadas, más tarde, ante las constantes negativas de Jessica -que en realidad pensaba que jamás podrían ser amigas porque entre ellas lo que había habido no estaba basado en lazos amistosos sino en un vínculo de índole sentimental-, Elsa acentuó el dramatismo comenzando con la retahíla de reproches acompañados de lágrimas que se convirtieron en lloreras en toda regla. Jessica siempre fue una persona sensible y le sabía mal escuchar el dolor de Elsa, pero comprendió que Elsa no la amaba todavía sino que estaba enganchada a una manera de relacionarse bastante tóxica. Lo que en un principio era paciencia en Jessica, a medida que se sucedían las llamadas vino a ser violencia. Jessica le colgaba el teléfono sin apenas escuchar la primera palabra y lo desconectaba para deshacerse de la desquiciada de Elsa que jamás pensó que pudiera ser aquella chica simpática y algo tímida que conoció en un bar de ambiente una noche de fiesta y algunas copas tardías.
El siguiente paso de Elsa fueron las visitas intempestivas a casa de Jessica. Verla la ablandó, estaba realmente desmejorada, con los ojos rojos y al menos cuatro kilos menos parecía un ser sufriente que lo estaba pasando realmente mal. Jessica la sentó en el sofá y la estuvo escuchando con paciencia de monja. Elsa se acercaba peligrosamente a Jessica y Jessica empezó a sentirse débil. Elsa le puso la mano en la rodilla y al intentar retirarla, a Jessica le dio una descarga eléctrica. Supo que había entrado en terreno diabólico. Aquella noche volvieron a hacer el amor después de dos meses de separación. Jessica sintió un vacío en el estómago mientras Elsa recuperó la sonrisa. Como pudo, Jessica despachó a Elsa, ya más calmada en su desarraigo.
Jessica la había cagado pero no estaba dispuesta a volver con Elsa. Le escribió una carta muy cuidadosa para decirle que ese encuentro sexual había sido un error, que ellas no podían ser novias porque eran incompatibles y mucho menos amantes. Y le espetó la dura realidad: ya no te quiero. Pero no era sólo la ausencia de sentimiento amoroso sino que el deseo verdadero se había esfumado. La recaída sexual había tenido más que ver con la compasión y el peso del pasado que con la atracción presente, que era nula. Se sintió liberada después de escribirla. Llamó a un mensajero y se la envió al trabajo de Elsa. La carta le fue devuelta porque Elsa estaba de baja por depresión. Insistió: el mensajero se la llevó a casa.
La espiral de acoso se convirtió en insoportable. Llamadas, correos electrónicos, visitas intempestivas, llantos y gritos, vecinos abriendo puertas y mirándola mal, como si fuera culpable de algo. Su vida se desmoronaba. Deseó que Elsa se muriera, tal y como la amenazaba con frecuencia. Lo deseó con tanto fervor que empezó a pensar que Elsa la había transformado en una completa hija de puta pero ya no sabía qué hacer. Ahora la desquiciada empezaba a ser ella. Apenas dormía, apenas comía, apenas leía, apenas podía descansar y, lo peor de todo, tenía bloqueada su vida sentimental, su vida sexual.
Una noche Elsa la llamó por teléfono y le dejó un mensaje en el contestador automático. No puedo soportarlo más, te dejo definitivamente, me voy. Lo había anunciado tantas veces que Jessica no le hizo caso. Pero las llamadas, las visitas a altas horas de la madrugada, los correos electrónicos y el resto de amenazas en forma de regalitos desaparecieron. Jessica no se preocupó de investigar qué había pasado. No quería saber nada más de Elsa. Se había liberado y eso era suficiente.
Los años fueron pasando. Jessica se volvió a enamorar, se casó y su chica se quedó embarazada. Dentro de un orden, era feliz. Le compraba un regalo de cumpleaños a su mujer cuando alguien la llamó por su nombre. Al volverse vio a Elsa que agitaba la mano. Enseguida se le puso un nudo en el estómago y sintió un miedo atroz. El pasado regresaba y quería joderla de nuevo. Se quedó petrificada, fue incapaz de reaccionar. Elsa se acercó. Tenía muy buen aspecto, sus ojos brillaban y sonreía abiertamente. No se parecía en nada a aquella otra chica alicaída, llorosa, gritona y retorcida que le había hecho la vida imposible durante más de un año.
- ¿Cómo estás? ¡Me alegro mucho de verte! – exclamó Elsa visiblemente contenta
- Bien – acertó a decir Jessica
Elsa al principio le explicó que estaba con una chica que la quería mucho, que llevaban más de tres años y estaban pensando en irse a vivir juntas. Jessica se abstuvo de decirle nada, no consiguía salir del impacto que el encuentro con Elsa le estaba provocando. Hablaron como si entre ellas no hubiera habido un infierno de por medio. Jessica hubiera querido correr. Finalmente, hizo un gesto para irse pero Elsa la frenó:
- Gracias por abandonarme. Tuve suerte, me encontraron a tiempo y en el hospital conocí a Telma. Telma es lo mejor que me ha pasado en la vida. A veces pienso qué haría si ella me dejara – dijo Elsa ensombreciéndosele de pronto la sonrisa.
Jessica vio cómo se asomaba el monstruo y quiso huir. Aún así consiguió darle dos besos de despedida y desearle suerte. Aquella noche no pudo pegar ojo. Pobre Telma.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno Paula, un relato de impacto. ¿crees que entre mujeres se dan más este tipo de situaciones? Hay algunas que la palabra "basta" no la entienden. Hasta escalofríos me ha dado Elsa.
Muack.

Laura Freijo Justo dijo...

Gracias, Emma. No estoy segura de que se de más, en las relaciones, sean del tipo que sea, a veces una de las partes no se da por aludida. Un besote!

Estela Rengel dijo...

No sé quién me ha dado más pena, si Elsa o Jessica, por lo que cada una tuvo que pasar... Es jodido que te dejen pero imagino no se queda atrás tener que dejar y vivir el "luto" de la otra persona...

Me ha encantado, Paula, incluso creo que esto da para algo más largo, más elaborado, profundizando más.

Laura Freijo Justo dijo...

Butterflied, muchas gracias. Me lo apunto, igual lo hago. Un besote.

Abril dijo...

http://www.fanzineradar.es/index.php?option=com_content&view=article&id=213:lip-service&catid=8:tvseries&Itemid=21

Paco Muñoz dijo...

Que relatos más hermosos planteas, aunque el dolor en éste como en casi todo esté latente. Es tan normal que le puedes cambiar los nombres, el género, y todo lo que quieras y seguirá siendo precioso. Es un argumento de posesión, de debilidad, de amor concluso, de...

Parece más especial por ser entre dos mujeres, con una sensibilidad especial, pero no, es lo mismo es una historia de amor y desamor, de dolor y felicidad, y que al final el tiempo cura muchas cosas, afortunadamente.

Enhorabuena.

Laura Freijo Justo dijo...

Muchas gracias, Paco