THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 5 de mayo de 2014

Perderse, perdid@s, perdición, perder



Hay momentos para perderse y momentos en los que se está perdido. Momentos en los que pierdes pero te encuentras. Otros en los que la perdición entra por la ventana y el corazón salta en pedazos para más tarde recomponerse gracias a la destrucción, con más orientación, si cabe.

Estar perdido es estar cerca de la soledad. De ti misma. De lo que eres. Isla que navega con otras islas mientras el mar permanece quieto, estable; o con oleaje intenso, espuma de tiempo que mece los deseos, las ilusiones, las derrotas.
Ocupamos la vida en actividades que intentan dotar de sentido el tiempo sin considerar siquiera la posibilidad de que el tiempo jamás tiene sentido, sencillamente es una necesidad de orden del ser humano. Ocupamos un espacio de manera más natural, por inercia, sin proponérnoslo, es nuestro sino como cuerpo, pues somos materia y es imprescindible que transitemos el espacio que nos rodea. Pero, ¿en qué dimensión vivimos? ¿La consciente, la inconsciente, la onírica, la ficticia, la inventada que coincide a medio camino entre la consciente, la inconsciente y la onírica? Necesitamos tantas cosas que es bien seguro que solo necesitamos saber respirar para seguir adelante.
A veces cuando las ilusiones mueren lo hacen para abonar la tierra, para que nazcan otras flores junto a las manos de las personas que amamos. Como si los cadáveres de algunas de las ilusiones que albergamos fueran los sacrificios que hoy en día ofrecemos a unos dioses en los que hemos dejado de creer hace mucho tiempo. Entonces regamos ese incipiente brote verde que saca la cabeza hacia el mundo con la intención de aportar una nueva luz, una nueva inspiración, un nuevo nombre que ayude a delimitar el sentido del sinsentido.
Pessoa afirma que el arte es la demostración de que la vida no es suficiente. Creamos lo artificial para compensar lo que lo natural no es capaz de llenarnos, no por falta de poder sino por deficiencia humana. Preferimos la eternidad de la rosa de plástico a la belleza efímera y deslumbrante de la rosa del jardín. ¡Ah, qué error de cálculo respirar óxido de perfume para morir en éxtasis de perfección!
Suerte que los ciclos se renuevan y nunca somos los mismos, las mismas pues renacemos tras el sueño de la noche y advenimos seres continuados en la diferencia. Otros, otras cuya imagen continua siendo idéntica pero cuya mirada se va transformando hasta alcanzar el brillo del que sabe y está tranquilo, tranquila, ante la inmensidad de la incertidumbre, de lo desconocido. 
Cuando perderse es una oportunidad, estar pedido un lujo, perder la manera de ser quien uno, una es, una necesidad de serpiente y la perdición solo una carta de la baraja que apuesta por el peligro, por la seducción de la sombra que, según como, debemos también atravesar.
Perderse, perdid@s, perdición, perder. 
Quien ha perdido mucho sabe que siempre que se pierde se gana mucho más.