Hay
momentos para perderse y momentos en los que se está perdido.
Momentos en los que pierdes pero te encuentras. Otros en los que la
perdición entra por la ventana y el corazón salta en pedazos para
más tarde recomponerse gracias a la destrucción, con más orientación, si cabe.
Estar
perdido es estar cerca de la soledad. De ti misma. De lo que eres.
Isla que navega con otras islas mientras el mar permanece quieto,
estable; o con oleaje intenso, espuma de tiempo que mece los deseos,
las ilusiones, las derrotas.
Ocupamos
la vida en actividades que intentan dotar de sentido el tiempo sin
considerar siquiera la posibilidad de que el tiempo jamás tiene
sentido, sencillamente es una necesidad de orden del ser humano.
Ocupamos un espacio de manera más natural, por inercia, sin proponérnoslo, es nuestro sino como cuerpo, pues somos materia y es
imprescindible que transitemos el espacio que nos rodea. Pero, ¿en
qué dimensión vivimos? ¿La consciente, la inconsciente, la
onírica, la ficticia, la inventada que coincide a medio camino entre
la consciente, la inconsciente y la onírica? Necesitamos tantas cosas que es bien
seguro que solo necesitamos saber respirar para seguir adelante.
A
veces cuando las ilusiones mueren lo hacen para abonar la tierra,
para que nazcan otras flores junto a las manos de las personas que
amamos. Como si los cadáveres de algunas de las ilusiones que albergamos fueran los sacrificios que hoy en día
ofrecemos a unos dioses en los que hemos dejado de creer hace mucho
tiempo. Entonces regamos ese incipiente brote verde que saca la
cabeza hacia el mundo con la intención de aportar una nueva luz, una
nueva inspiración, un nuevo nombre que ayude a delimitar el sentido del sinsentido.
Pessoa
afirma que el arte es la demostración de que la vida no es
suficiente. Creamos lo artificial para compensar lo que lo natural no
es capaz de llenarnos, no por falta de poder sino por deficiencia humana. Preferimos la eternidad de la rosa de plástico
a la belleza efímera y deslumbrante de la rosa del jardín. ¡Ah,
qué error de cálculo respirar óxido de perfume para morir en
éxtasis de perfección!
Suerte
que los ciclos se renuevan y nunca somos los mismos, las mismas pues renacemos
tras el sueño de la noche y advenimos seres continuados en la
diferencia. Otros, otras cuya imagen continua siendo idéntica pero
cuya mirada se va transformando hasta alcanzar el brillo del que sabe
y está tranquilo, tranquila, ante la inmensidad de la incertidumbre,
de lo desconocido.
Cuando perderse es una oportunidad, estar pedido
un lujo, perder la manera de ser quien uno, una es, una necesidad de serpiente y la perdición
solo una carta de la baraja que apuesta por el peligro, por la
seducción de la sombra que, según como, debemos también atravesar.
Perderse, perdid@s, perdición, perder.
Quien ha perdido mucho sabe que siempre que se pierde se gana mucho más.
2 comentarios:
brillante
Gracias!
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