THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 12 de abril de 2008

Gattaca


Omar Khan habla hoy en ‘Babelia’ de películas de ciencia ficción. Destaca ‘Gattaca’ de Andrew Niccol como una obra de culto que poco a poco ha ido ganando adeptos. Soy una de ellas. ¿Por qué? Por la secuencia que da sentido, a mi entender, a la película. Pero empecemos por el principio.
Vincent es un ‘hijo de Dios’, un ‘no válido’, un no elegido, alguien a quien no han elaborado genéticamente antes de nacer, alguien condenado de antemano en una sociedad donde la perfección anula cualquier asomo de emoción. Los padres, traumatizados por este primer hijo concebido por el más tradicional azar, no quieren correr riesgos con el segundo. Lo dejan todo en manos de la tecnología genética que elige al mejor de los mejores, al futuro ‘válido’ que triunfará con garantías en ese mundo donde la suerte es el riesgo de los ilusos. Pero Vincent no sólo es un ser defectuoso, también es un hombre que tiene sueños y que lucha contra la adversidad; a pesar del pesimismo con que son juzgadas por su propia familia estas aspiraciones a viajar por el espacio, destino de un válido, no de alguien condenado por la imperfección como él.
Un día el perfecto hermano de Vincent lo reta en la playa a una carrera de natación. ¿Quién es capaz de llegar más lejos maradentro? Y ese día todo cambia para Vincent. A pesar de su esperanza de vida datada en treinta y un años, de sus problemas físicos y de las limitaciones de su débil corazón, gana la carrera. Su hermano se rinde antes que él. Vincent, sabiendo que su relación familiar ha tocado fondo, se marcha a perseguir su ambición.
Gracias a la debilidad del sistema y a las trampas que permite, Vincent hace un trato con un válido lesionado y la suplantación de su identidad les permite a los dos beneficios que los compensan. El válido Jerome mantiene sus privilegios y el no válido Vincent accede a Gattaca. Pero aparece un muerto. Alguien ha asesinado en Gattaca. Algo impensable. Los perfectos no sufren alteraciones emocionales, sólo puede haber sido un ‘no válido’. El análisis de una pestaña delata a Vincent, quien siempre hace servir la orina y la sangre que Jerome le facilita en cantidades suficientes como pasar las pruebas diarias de acceso al recinto. Y aquí es donde aparece de nuevo el hermano, esta vez convertido en flamante inspector de policía. Cuando se reconocen los dos hermanos, Vincent le reclama el derecho a ser quien puede ser a pesar de los prejuicios de una sociedad que discrimina a los no perfectos genéticamente. La prepotencia y la arrogancia del hermano provocan un segundo duelo en el mar.
De nuevo Vincent vuelve a ganar ante el imprevisible desfondamiento de la perfección de un válido, de uno llamado a vencer por naturaleza escogida. Vincent incluso le ayuda a regresar a la orilla ante la evidente derrota física del hermano.
- Lo que no entiendo es cómo puedes ganarme –se pregunta incrédulo el válido que cree en los valores de una sociedad sin alma.
- Porque yo nunca me he reservado nada para la vuelta –responde sincero Vincent.
Hay algo de esencia humana universal en ese Vincent que se adentra en el mar y no se reserva nada para la vuelta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta tu blog con esa mirada limpia, acida e histigadora, todo a la vez.

Enhorabuena por tu blogs

Laura Freijo Justo dijo...

muchas gracias por tus cumplidos, aunque espero no ser muy ácida... ;) saludos cordiales!