THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 2 de mayo de 2008

Ficción de la memoria


Lo bueno de escribir ficción autobiográfica es que al final acabas por lanzarte al vacío de la pura invención. Y pasan cosas que mientras escribes te da la sensación de revivirlas pero no, las estás creando desde la imaginación para que el conjunto de lo que estás escribiendo tenga el sentido que nunca tuvo cuando sucedió. Y te permites licencias que en la realidad te hubiera gustado osar probarlas.
Uno de los principios básicos para poder escribir de modo autobiográfico sin caer en la autocomplacencia es la traición. Se trata de traicionar lo que pasó en favor de la literatura.
Antes era incapaz de saltarme la literalidad de lo que me sucedía. Durante muchos años fui esclava de mi memoria, de lo que creía recordar como verdadero. La sola idea de poder traicionar los hechos del modo en que veía que habían ocurrido me horrorizaba. Y en eso noto que he crecido. Ahora hago lo que me da la gana. Utilizo los datos que me parecen necesarios para el relato pero a la vez introduzco todos los detalles inventados que intuyo van a ayudar al vuelo de lo que escribo.
Y después de todo me doy cuenta de que lo que escribo, por mucho que parta de lo real, de lo vivido, acaba siendo pura ficción. Como los recuerdos, como la memoria. ¿Hasta dónde recordamos y hasta donde modelamos a nuestro gusto y favor?
Ahora no tengo sentimientos de culpabilidad por traicionar lo que creo recordar que he vivido. Y es un alivio, la verdad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Me leisteis el pensamiento?

Es broma, os sigo leyendo... y escuchando. Gracias.

Sólo somos memoria. ¿Qué más da si fue real o no si nos sirve para vivir?

Anónimo dijo...

Para eso existe la literatura, no? Para reinventarnos, para recrear mundos paralelos al nuestro, siempre quedará la esencia, pero un adorno aquí y algún detalle eliminado allà no hace mal a nadie... tu post me ha recordado, muy lejanamente a esa película llamada Olvídate de mí...

SBP dijo...

ja já!
Ahora me doy cuenta de que llevo toda la vida mintiendo. Y no a favor de la literatura, por cierto.