THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 28 de diciembre de 2009

'Fin' de David Monteagudo


Los buenos libros son como los encuentros inolvidables, construyen un recuerdo que dura y dura en la memoria del lector de manera que, de algún modo, permanece en la biblioteca imaginaria que todos llevamos dentro. No es fácil encontrarse delante de una de esas novelas, pero cuando sucede, en el paladar del lector se produce una eclosión de felicidad a la altura de la que provocan los hechos reales.
En estos días he tenido el placer de leer ‘Fin’ de David Monteagudo, editorial Acantilado. Una maravilla de novela. David Monteagudo es un gallego afincado en Vilafranca del Penedés que descubrió su vocación literaria a partir de los cuarenta. Lee mucho a los clásicos y tiene, aparte de ‘Fin’, cinco o seis novelas en un cajón que su editor ya se ha encargado de decir que va a publicar. ‘Fin’ es la primera.
Tengo la impresión de que me hallo delante de un fenómeno al estilo de ‘La pell freda’ de Albert Sánchez Piñol o 'Soldados de Salamina' de Javier Cercas, libros estupendos que leí con verdadera fruición. ‘Fin’ es una novela con un argumento que parte de una situación hasta cierto punto ya vista, por ejemplo, en películas como ‘Reencuentro’ de Lawrence Kasdan, donde unos amigos se reúnen después de muchos años en un refugio durante un fin de semana. Todos tienen cerca de cuarenta y cinco años y eran muy amigos en su juventud. Tanto como para infligir un acto vergonzoso a uno de ellos, el personaje ausente de la novela, Andrés ‘el Profeta’. La mala conciencia de todos ellos empezará a crecer a medida que la situación apocalíptica se haga patente. Poco a poco irán desapareciendo en un paisaje desnudo de seres humanos. Y hasta aquí puedo leer.
El estilo, directo, fresco, transparente y preciso es como el filo recién afilado del lápiz con el que escribe David Monteagudo y contribuye a la fiebre que te entra como lectora nada más empezar el libro. Los constantes diálogos hacen avanzar la tensión y reflejan conversaciones casi teatrales. Una velocidad vertiginosa se plasma en la constante sorpresa minimalista que la historia propone; consigue que no puedas parar de leer.
Creo que no me equivoco al decir que estamos delante de un escritor en mayúsculas que puede convertirse, si el boca oreja funciona, en un fenómeno, y si no, al tiempo.
Desde aquí una recomendación de ‘Fin’ sin ambages ni pegas, porque tengo la sensación de que es una novela hija de esta época en la que todos estamos perdidos y en la que seguimos una carrera ciega hacia la nada mientras a nuestro alrededor van desapareciendo cosas, personas, valores.
Ojalá pudiera volver a ayer, tirada en el sofá, consumiendo enfebrecida las doscientas últimas páginas de ‘Fin’ de David Monteagudo. Por cierto que me parece que ya va por la tercera edición.

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