jueves, 24 de diciembre de 2009
Navidad
Es tiempo de familia. De dulces. De caldos, cocidos, asados y canelones. La familia, esa tribu de seres humanos que concierta emociones y contradicciones y felicidad y conflictos se reúne alrededor de la mesa para dar cuenta de todo lo preparado. Nada de pensar en los kilos de más, ni en los que se tienen ni en los que se cogerán. Llegan mensajitos de otros seres queridos. De esa otra familia que es la que se escoge en la vida.
Parece obligado ser feliz en esta época cuando en verdad a veces entra una melancolía difícil de sortear. No sé si la gente aprovecha para reconciliarse con los seres queridos. Puede ser. Son fechas en las que los buenos sentimientos se instalan en nosotros.
Pero no hay que olvidar la tanta soledad que hay en el mundo. La miseria. El hambre. El deterioro del planeta tierra. Las guerras que se mantienen mientras nosotros le hincamos el diente al pollo. Las violaciones y humillaciones que sufren miles de mujeres y niños y niñas.
Nunca la felicidad es completa, de todos modos: Feliz Navidad
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