El incendio

Se incendia la biblioteca de mi memoria y la guardiana de la puerta, que estaba entretenida con un crucigrama, grita ¡fuego! ¡fuego! Los bomberos no llegaron a tiempo y se perdieron todos los ejemplares de mis recuerdos que, uno a uno, fui coleccionando como si de ello dependiera el mundo. Y el mundo se ha quedado sin memoria.
Ahora me cruzo con gentes que me saludan sonrientes y no las reconozco, me da por pensar que yo antes era alguien en esto que llaman sociedad. Me ha llamado una productora de un programa de televisión local porque quieren hacerme una entrevista. ¿De qué vamos a hablar? Le he preguntado angustiada. De lo que quiera, como siempre. O sea que yo ya he estado ahí antes.
A mi mujer, o a la que creo que es mi mujer, no le he dicho nada, he hecho ver que todo sigue igual. Me cuenta cosas de su día a día y no es muy difícil seguirle la corriente. Lo malo llega a la noche, cuando nos desnudamos y nos quedamos en silencio bajo las sábanas. Ella no hace nada, aunque después de mucho esperar, se da media vuelta, suspira y se duerme. He decidido que esta noche voy a hacer algo, no sé el qué pero algo, esta situación no puede seguir así.
He estado rebuscando en lo que me han señalado es mi despacho. Revolviendo papeles me he enterado de que soy algo así como una escritora mediática. He clicado mi nombre en google y hay un montón de entradas. No puedo creérmelo. En lugar de mirarme en el espejo, cosa que me asusta bastante, he vuelto a clicar mi nombre en imágenes de google. Tengo dudas, porque hay dos imágenes que se parecen bastante pero no son la misma.
- ¿Tú me quieres? – le he preguntado lacónica a esa que dice ser mi mujer antes de que saliera esta mañana.
Me ha mirado con esos ojos enormes a punto de inundarse y me ha dicho ‘nunca pensamos que el incendio te cambiara tanto, lo hicimos por tu bien’. Y ha cerrado la puerta en un signo evidente de despedida.