La voz quebrada de Zenet y la neblina del cansancio

‘Si algún día diera con la manera de hacerte mía, siempre yo te amaría… Que bonito sería arrojar al suelo la copa vacía… Déjame esta noche soñar contigo’ canta Zenet en ‘Los mares de China’ con esa voz quebrada que se va colando colandito por las grietas sensibles que todavía quedan en el corazón inocente. ¡Qué disco tan maravilloso! Con letras sencillas, música de la vida y voz penetrante. Le acaban de otorgar el Premio de la Música al artista revelación. Recomendación encarecida, su música hace que piense que a lo mejor el alma todavía existe. Ideal para días de lluvia y noches de sol.
No puedo evitar desayunar con el diario. Con los titulares y los destacados, no leo en profundidad los artículos, la mente se siente saltarina. Sábado cansado, con el ombligo abierto. La rabia social ha dado paso a la marea baja de una espuma que se evapora en las orillas de los amores perdidos, esos que de veras he olvidado. Esos que me recuerda Zenet con sus canciones de retorno.
‘Escribir bien es pedirle a la inteligencia el nombre exacto de las cosas’, dice Antonio Muñoz Molina en su articulo semanal de ‘Babelia’ y yo pienso 'hay tanta cosa innombrable que habrá que empezar a inventar palabras'.
Llaman a la puerta para ofrecerme un descuento del 30% del gas y no tengo ganas de que en mi vida entren más descuentos. Todos los días parecen ser lunes, incluso el sábado. Me doy cuenta de que vivo bajo la aplicación de la ley de la selva. Siempre se me ha dado bastante mal combinar la realidad más cotidiana con la caja de Pandora que llevo dentro.
Desnudeces aparte, juraría que la melodía de las nubes tiene mucho que ver con las historias que he ido olvidando en la neblina de la fraternidad.