miércoles, 24 de febrero de 2010
Lápices afilados
No soporto los lápices con la punta chocha, redondeada, hundida en la madera, cuarteada, desafinada, inmediatamente tengo que sacarles punta. Enseguida busco como loca el sacapuntas, a ser posible de hierro, confieso mis prejuicios contra los sacapuntas de plástico. El simple hecho de imaginarme escribiendo con ellos, arrastrando sobre el papel ese sonido áspero y grueso, me produce escalofríos, algo parecido al borrador de felpa sobre las letras de tiza en la pizarra verde.
Eso creo que tiene que ver con las reminiscencias que me quedan sobre el concepto de perfección. El mundo tendría que tener los lápices afilados para poder escribir correctamente. Todos los lápices localizados de esta casa, que no son pocos, tienen la punta afilada. No soy nada permisiva con las imperfecciones de los lápices, tampoco me gusta cuando están mordidos o descoloridos o con la maderita deteriorada.
Lápiz en mano recupero de la actualidad pasada el caso de la mediadora de Cunit, Fátima Ghailan, acosada por los imanes de su religión por adoptar un modo de vida moderno, acorde con la sociedad en la que vive. También sus hijos eran objeto de presión y desprecio por parte de algunos seguidores de los imanes radicales. En ese asunto toma cartas ambiguas la alcaldesa Judith Alberich que, pensemos bien, en su afán de calmar las aguas no es contundente en su apoyo a Ghailan y en lugar de investigar a fondo y condenar la actitud discriminatoria y abusiva contra la mediadora se congratula con las medidas tomadas por la Asociación Cultural Islámica del pueblo en contra de la víctima. Sinceramente, me duele pensar que una mujer pueda perjudicar el ejercicio de libertad y emancipación de otra, con lo que ha costado llegar hasta aquí.
Ahora este caso ha sido silenciado por la nueva actualidad que día a día se acumula, pero no hay que olvidar que las reglas de juego aquí están marcadas por el respeto, la tolerancia, la comprensión y la libertad de expresión. Y cuando las reglas que aquí nos han supuesto tanto trabajo y lucha implantar se quiebran y perjudican a ciudadanos o ciudadanas que las cumplen debemos aplicar la ley inmediatamente así como condenar socialmente actitudes que tienden a la radicalización de los fundamentalismos y la coacción de la libertad.
Cada cosa en su sitio. La justicia en la sociedad y el alma en el templo.
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3 comentarios:
¡Muy, muy bien escrito! Impecable texto, desde el original inicio -que me atrapó- hasta la última letra.
¡Felicitaciones!
Gracias, guapa!
De los imanes no esperaba otra cosa, pero de esa alcaldesa que se pone de su parte y no de la mediadora acosada...qué decir.
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