THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 13 de febrero de 2010

Lo que me cuentan, lo que me llega


Nuestra visión del mundo es una visión mediatizada por lo que nos cuentan otros, básicamente los medios de comunicación que sólo se fijan en los pobres mortales en ocasión de hechos excepcionales, ya sean catástrofes o heroicidades. Lo demás siguen siendo generalidades y aproximaciones a los centros de poder. Veo el mundo a través de los diarios, de la radio, de la tele, de algunos libros, de algunas fotografías, en cualquier caso, casi siempre veo el mundo a través de la interpretación de los otros. Después, modestamente, trato de hacer encajar el puzzle o de desbaratarlo más. Y lo cierto es que extraigo en consecuencia pocas reflexiones. Pero hay cosas que me gustan y otras que, por lo que cuentan estos medios, me gustan menos.
Por ejemplo, admiro a Alemania, como país, como conciencia colectiva. Un país que arrastra la culpa de un genocidio inenarrable. Que después del destrozo que sufrió durante la Segunda Guerra mundial fue dividido en dos. Que aceptó el reto de volver a incorporar una desastrada antigua República Democrática. Y admiro a Ángela Merkel, en su discreción y en su testaruda determinación, a pesar de estar en una franja ideológica en la que, de momento, no me encuentro. Esa misma mujer que ha sido la primera persona alemana en hablar en la Knesset, el parlamento de Israel, con la humildad que la caracteriza, manifestando la vergüenza que arrastran los alemanes y las alemanas. Recuerdo la emoción que me provocaron sus palabras por el contenido histórico y moral que representaban. Los herederos de los verdugos pedían humildemente perdón a los herederos de las víctimas. Es esa misma mujer que ahora ha dicho que Europa no dejará que Grecia, el primer desastre económico de la Unión, se quede sola. Ya han salido críticas y voces dentro de su país que advierten que no quieren pagar de las arcas públicas alemanas las derivas económicas de un país que no ha sabido gestionarse.
Alemania me gusta y para muestra de su 'tarannà', un botón. El Tribunal Constitucional de Karlsruhe determinó esta semana que las ayudas del Estado alemán – conocidas como Hartz IV, en honor de su creador, Peter Hartz, y promulgadas por el gobierno socialdemócrata de Schröeder – no garantizan una existencia ‘digna’ y deben ser reformadas antes de que termine el año. La ministra de Trabajo actual Ursula van der Leyen, es decir, conservadora, y titular de la cartera de
Familia en la anterior legislatura decía algo que realmente me impactó: ‘No debemos preguntarnos si podemos o no pagarlo, sino cómo lo vamos a pagar’. Esta filosofía, a favor de una ‘existencia digna’ del ciudadano me parece indispensable. Ese es el espíritu que admiro en el pueblo alemán, sean de centro, de derechas o de izquierdas. Claro que no sé exactamente qué es Alemania, ni su espíritu, ni su conciencia colectiva, porque todo lo veo a través de lo que me cuentan.

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