lunes, 19 de abril de 2010
Jesús echando a los mercaderes del templo
El domingo está gris, pero hay mucha gente en la calle. Familias con niños y carritos. Papás solícitos con gafas y otras figuras protectoras. He llegado a la Barceloneta por la superficie. Tuve suerte con el autobús. En la vida hay que tener suerte, pero con los autobuses más. Aunque tuve que correr Paralelo abajo cuando el autobús me adelantó. Sudé. Mis rodillas aguantaron como jabatas, menos mal.
Paseaba de un lado a otro al lado de la parada de la Barceloneta.
- Mire, me gustaría regalarle este folleto.
- No gracias -lo dije sin coma en medio
- Le va a ir bien para entender el mundo. ¿Usted cree en Dios?
El hombre era un señor de unos sesenta y tantos años, cabello mayoritariamente blanco. Tenía la mirada limpia tras unas gafas de hierro fino un poco pasadas de moda.
- ¿Usted cree en Dios?
- Sí, soy cristiana -aquí consideré que tenía que respirar para darle énfasis
- Pues entonces tiene que saber que Dios está en todas partes y que nosotros estamos hechos a su imagen y semejanza y que en cada uno de nosotros hay un cachito de Dios.
- Es cierto, Dios está dentro de nosotros. ¿Es usted testigo de Jehová?
- Sí… Verá esto que yo le traigo es la palabra de Dios
- Ya… Pero no necesito su folleto, estoy bien así. Conozco su religión, tengo amigas que son testigos de Jehová
- Entonces sabrá que sólo existe un Dios único y verdadero y que es el nuestro
- No se preocupe que Dios está para todo el mundo aunque ya se haya cansado de nosotros…
Silencio
- Pero, ¿creerá usted que hubo un Adán y una Eva?
- Eso es mitología – no quise extenderme en una explicación más complicada sobre simbología cristiana
- Uy… ¿A qué se dedica usted, si no es mucho preguntar?
- Soy periodista – mentí a medias
- Pues entonces se habrá dado cuenta de lo mal que está el mundo
- Yo creo que el mundo está mucho mejor que antes
- Uy – de nuevo- entonces ahora sí que no hablamos
El testigo de Jehová se fue con su carterita y con su predicamento a otra parte. Me hubiera gustado decirle más cosas, como que la verdad no es posesión única de una religión sino que, como decía mi profesor de religión, José Luís Vazquez, para llegar a la cima de la montaña existen muchas paredes por las que ascender. Y que creo en Dios pero que la religión necesita con urgencia una actualización y relectura de sus preceptos aunque su filosofía, en muchos casos, siga siendo vigente. Los dogmas no pueden ser inamovibles. La fe es lo único que nos salva, pero no la ceguera y la intransigencia. Presuponer que Dios dice esto o aquello otro es ya en sí mismo un sacrilegio.
Como decíamos ayer, que firmaría Unamuno, soy un tanto discontinua en mis creencias, pero –y en eso coincido con el testigo de Jehová- en cada uno de nosotros hay un cachito de Dios, por decirlo de alguna manera. Jesús, ese hombre visionario, profeta de la palabra de luz que ha alumbrado una religión de gran claridad en la bondad y de grandes sombras en su aplicación, andaría hoy cabizbajo por los descubrimientos de los abusos cometidos en el seno de su iglesia por aquellos que han de proclamar su palabra y mantener su fe limpia de todo pecado.
No sé si soy anticlerical, en todo caso, me molesta la jerarquía eclesiástica en cuanto a que es reticente a la discrepancia y a la modernización de sus postulados. Su evolución es tan lenta que mientras la sociedad está ya en pleno siglo XXI, con sus más y sus menos, ella sigue empeñada en vivir en el siglo XVIII, por decir algo. Pero también hay que admitir que el catolicismo, a pesar de sus inclinaciones conservadoras, no ha supuesto un impedimento radical para muchas de las cosas que ahora nos hacen parecer más liberales que otras sociedades como, por ejemplo, las musulmanas, cuyos preceptos religiosos todavía están incorporados a las leyes y al funcionamiento político del Estado. En ese sentido considero que la Iglesia debe seguir en constante diálogo y existencia con otras religiones que se muestran más integristas y que no renuncian a su participación en la constitución, no sólo moral y ética, sino jurídica de sus sociedades. Y eso es un error. La religión debe ser una cuestión del alma y la intimidad de la persona, no un arma arrojadiza de las leyes de un país. Anótese que entre alma y arma sólo hay una letra de diferencia.
Igual que Jesús echó a los mercaderes del templo, debemos expulsar la religión de la política.
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3 comentarios:
justo porque Dios está en cada uno/a de nosotros/as, no necesitamos que nos cuenten la "palabra de Dios" en diferido, ya la tenemos en directo, o no??
En fin.
Mejor dicho: amén.
Un saludo
Todas las religiones fundamentalistas ( y sus seguidores) están constituídas de frases hechas. Aburridas, latosas y monocordes. Son la infancia psicológica de la Humanidad. Los Hombres, como seres menesterosos y huérfanos claman que un "papaíto" los guíe. Visión misógina, por cierto: La paternidad y masculinidad de la deidad. Los adultos se comportan como niñitos desvalidos cediendo su libertad. (Recomiendo la lectura de "El Miedo a la Libertad", de Erich Fromm).
Mientras los católicos deliberan sobre como ocultar a sus miembros pederastas y pedófilos, es notable ver a los redentores errantes como los "Testigos de Jehová". Una vez, para librarme de un borrico de éstos, le plantee el desafío de hablar sobre la constitución del átomo. Mutis por el Foro, por supuesto.
Los budistas me siguen pareciendo gente prudente. No sienten la necesidad de "evangelizar" a nadie y no golpean puertas los domingos. Por lo menos, son menos estridentes.
Morgana, gracias por comentar: amén!
Maga, apunto tu recomendación, aunque te confieso que ando atascada con varias lecturas
Butterflied, no sé qué pasa con tu comentario pero no sube 'al marcador', en todo caso, muchas gracias por tus palabras
Saludos afectuosos a las tres
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