THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 25 de julio de 2010

¿Caperucita o el cazador con escopeta?


¿Dónde está la verdad y dónde se esconde la mentira? Ayer una amiga muy querida, con una capacidad de trabajo altamente contrastada y una inteligencia fuera de toda duda, me decía convencida: ‘para estar arriba hay que ser un hijo de puta, yo no tengo el perfil’. Lo decía seria, con verdad; de verdad. Una pena, porque su perfil sería adecuado para ser líder, una líder con sentido de la ética, la justicia y la compasión, claro; sin embargo no tiene la pillería ni el interés contrastado ni el sentido avispado de la manipulación simpática para subir y, sobre todo, la ambición desmedida que la haría, sin duda, escalar puestos en su sector que es el llaman cariñosamente cuarto poder.
No sé por qué, pero sigo creyendo, como me creí a Obama y su campaña ‘podemos’. Él buscó la verdad de la gente y la encontró. Sus donaciones eran básicamente donaciones pequeñas pero muchas, miles, millones. Supongo que, como todos, ejerció una astucia, una planificación del poder y, por supuesto, una manipulación de los medios de la red y tradicionales como nunca se había hecho. Sus asesores eran los mejores. Su capacidad para trasmitir aparente verdad hizo el resto. Por motivos laborales que no vienen al caso, pude vivir de cerca toda la campaña y la elección y la gente estaba realmente ilusionada, la gente creía. Una ola de esperanza atrapó la América progresista. Aunque no olvidemos que el ideario de Obama es tradicionalmente lo que se llama derecha moderada progresista.
Pero también es cierto que en los últimos días he estado leyendo una interesante obra de teatro que en su momento no tuve la oportunidad de ver, ‘Àngels a Amèrica’ –aquí la montó Flotats en el TNC– , de Tony Kushner. Mezcla el poder y la llegada del Sida y sus execrables consecuencias en el fin del milenio. Es una obra ambiciosa, que intenta retratar a través de sus múltiples personajes la aldea global de Occidente. No sé si lo consigue pero el retrato que hace del poder a través de Roy, el abogado que lo que mejor sabe hacer es hablar por teléfono y cambiar sentencias, jueces, fiscales y hasta presidentes, es un ser despreciable que utiliza su influencia sin leyes ni miramientos, un hombre capaz de sobornar al mismísimo Dios si cree que es necesario para sus intereses. El sentido de la decencia se ha perdido.
Ya no hay verdad o mentira, hay interés y aproximaciones. Internet se impone. Sale una noticia en la red y es capaz de hacer caer puestos gubernamentales, como el caso de la Sra Sherrod del Departamento de Agricultura de EEUU que fue acusada de racismo (ella es negra) por la página web de extrema derecha breidbart.com cuando reprodujo una frase de ella incluida en un discurso que daba a entender que había discriminado a un granjero por ser de raza blanca. En un día calló fulminada y no se sabe hasta qué punto Obama llegó a estar al tanto. El caso es que el corte, manipulado, no se llegó a comprobar y la bola fue creciendo de tal modo que llegó el cese de la funcionaria. Luego se pudo comprobar la manipulación de sus palabras e incluso el granjero blanco salió en su defensa diciendo que le guarda eterna gratitud a Sherrod. Un desastre. Ahora quieren retornarla a su puesto pero ella está tan dolida que todavía no ha dicho que sí. Una cosa es un error, todos cometemos múltiples, y otra muy distinta una manipulación intencionada de la información.
¿En manos de quién estamos? ¿En quien podemos confiar? Vivimos en una época en que los medios justifican el fin. La obtención del bien general justifica el mal particular, el mal menor. Las diferencias entre seres humanos cada vez son más notables. Ahora la ciencia avanza, pronto habrá clones humanos y nos dirigiremos a ellos para someter a alguien, porque no olvidemos que los seres humanos, en el fondo, y tal vez en la superficie, somos seres despreciables a quienes nos gusta aparecer como buenos pero que sin embargo albergamos unas dosis de maldad inconmensurable.
La gente vota a lo aparentemente bondadoso, no me cabe la menor duda, pero cada vez más lo maligno es capaz de disfrazarse de cordero y por dentro seguir siendo el lobo. La pregunta es: ¿qué es mejor, ser Caperucita o convertirse en el cazador con la escopeta?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora es muy difícil distinguir al lobo del cordero porque ni hay corderos tan buenos ni lobos malos malísimos. Lo de siempre, avanzamos pero como seres sentimentales retrocedemos a la época de Edén pero con la diferencia de que en aquellos tiempos la serpiente era una serpiente y el patoso de Adán era un patoso... maldita la gracia del atontao que le apetecía una manzana teniendo peras al lado...Paula...je,je...es que la poma de Lleida esta molt bona. Si te has enterado de lo que he dicho me lo explicas...la medicación Paula, no soy yo.
Besazos maja.

Laura Freijo Justo dijo...

En lo único que me parece que difiero es en lo de la manzana, en lo demás hasta podría estar más o menos de acuerdo, incluida la medicación... jejeje
un abrazo, guapa

Rosalía Navarro dijo...

Creo que tu amiga tiene razón, hay que tener perfil porque si te metes de buenaza acabas sufriendo y dimites. Algo así me pasó a mi cuando fui delegada sindical. Fue de terror y al final tus propios compañeros quieren manipularte. Sí, hay que tener perfil, sin duda. Soy de las que creen que todos albergamos un demonio pero que algunos no controlan y acaban mandando a su lado bueno.
Un beso wapa.

Laura Freijo Justo dijo...

A mí los que me dan más miedo, Rosalía, son aquellos capaz de hacer lo necesario para conseguir lo que quieren. Sí, mi amiga tiene toda la razón sin duda.
Un besote, guapa!