THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 26 de septiembre de 2010

No hace tanto


Regresando de una gran superficie comercial de las afueras donde algunas cosas son, obviamente, más baratas, y aprovechando la cercanía del piso de mi madre con esta gran superficie, tropecé con varias familias de inmigrantes. Parejas jóvenes con y sin niños, tres generaciones, madre, hijos y nietas, adolescentes con pareja, todos bastante bien vestidos gracias a los precios explosivos que ofrecen, por ejemplo, los chinos u otras superficies como Lefties, H$M o cualquier mercadillo de población del cinturón. Disculpen si me dejo alguna tienda importante que compita con precios increíbles para vender ropa y calzado, que seguro que lo hago. No entro ni salgo en cómo se produce la cadena de producción de estos comercios, quien más quien menos se ha comprado algo en ellas, todos somos culpables. Y contemplando el relativo bienestar que, a pesar de su situación precaria, estas familias gozan, le comentaba a mi madre, ¿cómo van a regresar a sus países de origen si aquí aunque estén mal están mucho mejor? Visten mejor, comen mejor, tienen mejor sanidad, educación y justicia. Es natural que quieran quedarse. Todos hemos viajado alguna vez a países cuya emigración es alta y hemos podido comprobar la situación de pobreza en que vive la mayor parte de su población. Y seguí comentándole a mi madre, ¿acaso nos hemos olvidado de cómo éramos nosotros y nosotras hace treinta años? Cuando yo era pequeña todavía recuerdo a mis vecinos y vecinas del bajo primera: una familia de catorce miembros que vivían en un piso de cincuenta metros cuadrados. Y ahora nos quejamos de esos y esas inmigrantes que se agrupan masivamente en pisos patera.
Pedimos una higiene que hasta la llegada de la tele en color nosotros y nosotras mismas no practicábamos. O, ¿es que nos hemos olvidado de cuando nos duchábamos una, a lo sumo dos veces por semana? ¿O cuando ni pensábamos en reciclar la basura? Algunos o algunas pueden alegar que era una inmigración que provenía del mismo país, pero es un detalle tan nimio con la globalización que vivimos que no merece demasiada consideración. Sigo pensando que los nacionalismos, vengan de donde vengan, son una absurda barrera que nos limita. Alemania, Francia, Suiza y otros países nos recibían. Puede alegarse que con contrato de trabajo, pero no eran todos, muchos cogían su vieja maleta, se metían en un tren y se arriesgaban con sus miedos a lo desconocido, a un idioma distinto, a unas costumbres diferentes y a una cultura transversalmente opuesta a la nuestra. Y para mantener nuestras costumbres creábamos colonias con nuestras tradiciones, bailes, cines, bares, y nadie pretendía echarnos del país por esto.
Ciertamente hay unas normas que los inmigrantes deben conocer y cumplir pero no debemos olvidar sus derechos, que también los tienen. Y cuando nos salga ese señor bajito y gruñón al que le gustaría echarlos a patadas porque está harto de que sean diferentes a nosotros, hay que calmarlo y otorgarle paciencia, porque si dejamos que el señor bajito y gruñón se apodere de nosotros el mal puede ir a más y nos puede convertir en seres despiadados que dejaron la memoria en el baúl de los recuerdos y acogieron el desprecio, la humillación y el despotismo como leyes para denigrar y expulsar a seres humanos como nosotros.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

El ser humano tiene una memoria olvidadiza. Pero también hay que reconocer que se les debería ayudar en su país de origen o acabaremos super poblados en ciertas partes de la tierra y deshabitados en otras. Un esfuerzo por ayudar a esos paises.
Muack.
Emma.

Laura Freijo Justo dijo...

De acuerdo contigo, Emma, pero convendrás conmigo que los y las que ya están aquí deben ser integrados en la sociedad, digo yo. Un besote!

Rosalía Navarro dijo...

Me recuerda a esa película llamada distrito 11 o algo así que salió en el cine. Sabes de mi poca, casi escasa afición al cine, pero esa película me impacto. Trataba de un distrito especial que se había habilitado para los extraterrestres que poblaban la tierra y como los humanos los tenían en condiciones infrahumanas. La película tenía toda una moraleja que avergonzaba al más racista. La comparativa inevitable. ¿La viste Paula?
Besos.

MARTA. dijo...

Lía, se llamaba Distrito 4. Creo que nos olvidamos que nosotros fuimos como ellos en Francia, Alemania, Argentina...pero olvidar es fácil. Es muy triste en lo que nos hemos convertido.
Saludos.

Laura Freijo Justo dijo...

Rosalía no la he visto, pero me la apunto. Un besote!
Marta la memoria es una cosa muy fragil que rompemos a nuestra conveniencia. Saluditos.

Hester Prynne dijo...

¡Amen! Grandísimo post.

Bruja dijo...

Pues a mí me parece injusto que alguien que no es español tenga más derechos y ayudas que uno de aquí. Es una auténtica vergüenza y ya veremos como acaba esto.

Laura Freijo Justo dijo...

Gracias, Hester! Qué guay verte por aquí!
Bruja, no estoy muy segura de que, eso que dices suceda. En cualquier caso, un ser humano no puede vivir hacinado y en condiciones insálubres. ¿Cómo acaba esto? Pues mira países como Dinamarca o Suecia u Holanda que son países de una tradición democrática intachable ahí han surgido movimientos ultra que dan un miedo terrible. Gracias por comentar 'Bruja', un placer verte por aquí!

Ave dijo...

[SARCASMO ON]Mujer, bien mirado no puede decirse que los inmigrantes no se adapten: roban tan bien como los españoles de bien, de hecho no nos queda nada para ver a rumanos y bolivianos imputados en el caso Malaya o en cualquiera de los casos de corrupción que asolan este país. Es más, creo que ya están preparando el avión para deportar a todos los chorizos made in Spain cuando salgan las sentencias y mandarlos al Polo Sur.[SARCASMO OFF]

Yo me corto las venas, en serio. Los inmigrantes NO tienen más derechos que los españoles en ninguna circunstancia. Basta ya de demagogias baratas, hombre... Que si a una familia inmigrante le dan plaza en una escuela X, no es por ser inmigrantes, sino porque cumplen con los baremos establecidos que presuponen (qué cosas) que en un Estado de derecho debemos proteger a los más débiles. Y un inmigrante, por razones que todos conocemos, es con frecuencia el eslabón más débil de estas sociedades del malestar de muchos y el bienestar de cada vez menos. Porque no tiene redes de apoyo familiar, porque desconoce el idioma, porque no existen mecanismos de protección con los que sí cuentan los ciudadanos de pleno derecho, etc. Porque también pagan impuestos, como todo hijo de vecino. Yo no sé si alguna de esas personas que no hacen más que despotricar contra los inmigrantes e intentan convencernos de que el país va a hundirse por su culpa ha vivido alguna vez fuera de este país. Me jugaría el cuello a que no.

En cuanto al debate asimilacionista, es un poco más de lo mismo. Una ****inmensa**** mayoría de migrantes (lo sé porque yo lo he sido en otro país) se adapta a la perfección al entorno que les acoge. Mi mejor alumno es un chico rumano, hijo de una enfermera que ahora trabaja como cocinera. A su perfecto rumano se añade un cuasi perfecto castellano y un inglés que ya quisieran para sí todos mis alumnos españoles. Espero que cuando crezca pueda seguir viviendo en este país, aunque comprendería que quisiera marcharse.

Laura Freijo Justo dijo...

Ay, Ave, cuánto echaba de menos tus 'sarcasmos off' y tus 'sarcasmos on'. Gracias por comentar! Un saludito!

Rosalía Navarro dijo...

AVE, amén wapa.
Tu comentario es exactamente lo que pienso y añadiría; ¿es que ellos no pagan impuestos?
Ya lo digo, esa pelicula es el reflejo real de nuestra sociedad, una crítica a lo que estamos haciendo. Era Distrito 4, según me corrige Marta. A mí me impacto.
Paula, tienes unos seguidores y un blog estupendo. ¡Que suerte seguirte y que gran placer!
Besos.

Laura Freijo Justo dijo...

Ay, Rosalía, si la mayoría han llegado contigo y con Norma, jejeje... Gracias por seguir ahí! Un besazo