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Hace tres o cuatro días, de los 800 operarios que quedaban en la planta nuclear de Fukushima, 750 abandonaron sus puestos por el excesivo peligro que corrían si seguían exponiéndose a la radiación y otros riesgos. 50 se quedaron como voluntarios para seguir intentando frenar una tragedia mayor con el objetivo desesperado de enfriar los reactores afectados. Se me escapan los detalles que tantos y tantos artículos de los que he leído estos días exponen con exactitud sobre el funcionamiento de los reactores. Hoy las noticias anuncian que 20 de ellos están contaminados y están siendo observados por su delicada situación. Las crónicas hablan de héroes y mártires. A mí se me encoge el alma.
Desde Tokio 150 bomberos y especialistas van de camino a la central para ayudar a estos valientes. Saben el riesgo que corren, pero también saben que alguien tiene que hacerlo: millones de vidas están en juego. He leído en alguna parte que la radiación por hora de la planta es de 3000 mircrosieverts cuando la exposición habitual de una persona en un año es de 1000.
Un especialista en energía nuclear entrevistado esta mañana en 'Els matins' de TV3 hablaba de que la verdadera tragedia está en las muertes por el sunami y los daños incalculables. Las autoridades japonesas moderan la alarma pero no niegan la mayor. De momento están en nivel de peligrosidad 5. No entiendo nada de estas escalas. No sé nada. Sólo sé del dolor y el ejemplo de un pueblo.
Soy creyente, estos días he rezado por todo el pueblo japonés.
Me siento impotente.
En realidad nadie sabe qué está pasando. O peor aún, qué pasará en el futuro.
Cabe hacer una reflexión profunda de lo que somos, de lo que nos hemos convertido, del tipo de sociedad que hemos construido y del mundo que le dejamos a las nuevas generaciones. Nosotros pasaremos, pero tenemos una responsabilidad.
Buenafuente entrevistaba anoche a Ana Pastor. La periodista de TVE confesaba que en uno de los momentos difíciles de la entrevista pensó en su bebé y valoró si detenerse en la réplica y volver a casa o pensar en su bebé y en el mundo que le iba a dejar, así que interpeló de nuevo a Ahmadineyad poniéndolo contra las cuerdas.
Y es que hay un bebé que heredará todo esto, no debemos olvidarlo.