THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 10 de diciembre de 2011

Bienvenida la alegría, aunque sea tan cara



La libertad, me arriesgo a decir, no es nada en sí misma, sin embargo, la posibilidad de libertad, de poder elegir -aunque cuantas más opciones se tengan, sea más inquietante y difícil- es lo que cuenta. La posibilidad de libertad es la libertad misma. Y es por eso que mi cansancio se arrastra por las autopistas inmensas de informaciones necrológicas que inundan los medios de comunicación y, cada día más, coartan esta posibilidad de libertad. ¿Estamos de verdad dispuestos a ceder posibilidades de libertad por un plato de arroz? Eso es lo que nos jugamos en estos tiempos revueltos en los que nos han acotado tanto las opciones, nuestros derechos. Si no seguimos siendo seres pensantes, no solo críticos, que también, sino productores de alternativas al discurso reinante, si no oponemos nuestra fuerza despojada del miedo que nos trasmiten, tenemos mucho que perder. Ya no es que estemos inmersos en una crisis económica, es que como sigan así acabarán por contaminarnos el alma. Basta ya de tanto catastrofismo, basta ya de noticias paralizantes, basta ya de titulares agresivos, basta ya de tanto riesgo intangible con imágenes de más deshaucios de personas frágiles que siguen siendo fuertes, basta ya de exhibir nuestra pobreza material sin destacar nuestra capacidad de solidaridad, recuperación y compasión -sí, compasión entendida en su acepción original: capacidad de ponerse en el lugar del otro o la otra y de sentir lo que éste siente-, basta ya de tanto bombardeo de guerra contra nuestro potencial que es mucho y grande. Me niego a vivir bajo la dictadura absolutista del mensaje contaminado. Somos, todavía somos, y todavía estamos, afortunadamente. El riesgo no solo es perder la vivienda a favor del banco, de los que siempre ganan, gastar todos los ahorros, llorar mientras vemos que la escalera de naipes que era nuestra vida se desparrama sobre la mesa, quedarse a la intemperie que tanto nos asusta, no, el riesgo es perder nuestra integridad en favor de trabajos precarios que vamos a sufrir -insisto, sufrir- porque el reflejo alargado y sórdido de la pérdida nos hará agachar la cabeza, aceptar condiciones de rebajas tanto en antiguas prestaciones como en sueldo y rechazar la posibilidad, no ya de mejora, sino de mantenimiento de lo logrado, ante los argumentos recurrentes de algunos -algunos, puntualizo- empresarios que querrán seguir sacando márgenes de beneficios similares a los de la época de las vacas gordas. Y recupero aquí uno de los lemas con los que me he sentido identificada desde que tengo uso de razón y sigo campañas electorales con interés: 'yes, we can'.
Cuando veo los hijos y las hijas maravillosas de mis amigos siento que el futuro es posible y que estos niños y niñas serán mejores que nosotros, pero nosotros tenemos el deber de educarlos, como decía uno de sus padres, en una conciencia crítica con la realidad y el poder, si me lo permitís, en una conciencia también constructiva, en un sentido concienciado de la justicia y el equilibrio de las diferentes sociedades que se dan en el planeta. Me consta que hoy no hago otra cosas que decir obviedades y que puede que vuestra inteligencia se sienta algo molesta con mis palabras, pero en este mundo perverso en el que vivimos muchas veces me planteo la necesidad imprescindible de recuperar conceptos obvios que todos sabemos pero que han sido sepultados por la cantidad de sedimentos y disparos incesantes de pensamientos, hipótesis, tesis, propaganda, manipulación o tergiversación de los que somos víctimas sin apenas darnos cuenta. Y soy tan inocente que creo que el principio de curación -como leía de refilón en 'La vanguardia' ajena de un pasajero del metro ayer, en la entrevista de la contra a un hombre del que no recuerdo ni el nombre ni la cara- vendrá dado por la recuperación, la regeneración y el uso imprescindible de la palabra en su sagrada concepción. Si algo tengo es mi palabra, lo demás es moda pasajera, vestido del emperador, accesorios y baratijas que de tanto en tanto me gusta ponerme.
Todos los hombres aman mucho la libertad. / ¿Sabes tú lo que es vivir ante una puerta cerrada? / Yo amo la libertad y te amo a ti. / ¿Sabes tú lo que es vivir ante un rostro cerrado?. 'Blues de las preguntas', de Antonio Gamoneda.
Pero ya sabéis, no me hagáis mucho caso, mejor haceos caso a vosotros mismos o a quienes creáis sabios o con autoridad moral para tal liderazgo.
P/D: Feliz partido, que gane el espectáculo y que los noventa minutos de intensidad y pasión durante los cuales muchos de nosotros dejaremos a un lado el mundanal ruido, nos hagan sentir que todo depende de unos chicos que se vuelven locos de alegría cuando consiguen meter el balón al fondo de la red porque saben que su alegría es la alegría de tantos... Bienvenida la alegría, aunque sea tan cara.

3 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Que de verdades dices y como las reflexionas. Yo me pregunto ¿si hay tantas personas en este país que piensan, y creo que bien, cómo hemos llegado a otorgar a los que serán nuestros verdugos tanto poder "democrático"? He dicho cómo porque me considero ciudadano, aunque no haya sido participe directo. Poco a poco la libertad se irá perdiendo y es un ejemplo quizás duro, pero volverán los días en el que el dueño del cortijo, a la grupa de su caballo, contratará en la plaza del pueblo a los jornaleros que quiera, sobre cuyas familias haya ejercido el derecho de pernada, o los que les guste en otra faceta, da igual, y el resto se quedará a la espera de la limosna del próximo día, entregando cada vez más porciones de su libertad y dignidad por ese plato de miserable comida para los suyos.

Laura Freijo Justo dijo...

Gracias por leerme, Paco! Espero que no pase ese futuro que auguras, en cualquier caso, debemos ser optimistas, creativos y no olvidar qué cosas son tan imprescindibles como las necesidades primarias para la convivencia de las sociedades que ahora todavía tenemos. Un saludo afectuoso

ISA dijo...

Pienso, desgraciadamente, como Paco. No confío nada en los seres humanos, dicho así en general y creo que, efectivamente iremos a peor.
Dices en tu post: "Cuando veo los hijos y las hijas maravillosas de mis amigos siento que el futuro es posible y que estos niños y niñas serán mejores que nosotros, pero nosotros tenemos el deber de educarlos, como decía uno de sus padres, en una conciencia crítica con la realidad y el poder...".
Y si eso sería lo ideal y no digo que no haya padres que sean así pero la experiencia me dice que se cansan pronto, que esas ideas las tienen cuando los niños son pequeños pero cuando empiezan a desarrollarse como personas DISTINTAS que son, y tu ya no eres un padre o una madre sino una persona que te impone reglas, la cosa cambia mucho. Ahora, además de educar, tienes que "lidiar" con hijos que reciben otras "señales" del exterior señales, que en un periodo bastante más largo, son mucho más importantes de lo que sus padres digan o hagan.
Por eso muchas veces digo que tan importante es tener unos padres "adecuados", como un entorno exterior (amigos, experiencias, etc.) igual o más adecuados que esos padres.