En
el arte, como en la vida, nada ocurre casualmente
Antón
Chéjov
El
espacio de solemnidad que me trasmite el edificio de la Universidad
de Barcelona, unida al patio atestado de estudiantes silenciosos y a
los porticones de 'La Capilla' cerrados a cal y canto y con la
advertencia de no
pasar
coronando mi falta de puntualidad, me disuaden de algo que acostumbro
a hacer: priorizar mi deseo por encima de la urbanidad. Algun@s
le llaman morro, pero yo le llamo necesidad. En un banco de madera,
tras dudar unos instantes, veo una chica que lee un libro.
- Es una pena, sí, porque voy a hacer mi trabajo de fin de curso sobre Cortázar y tenía muchas ganas de escuchar a Peri Rossi. Justo he llegado y ya estaba cerrada la puerta.
La
chica y yo hablamos durante un rato y decido esperar a que acabe la
intervención de la escritora uruguaya para, al menos, saludarla y
decirle que no he podido entrar. Tengo pensado ahorrarme que en el
correo que me envió la hora era la de su comparecencia, no la del
inicio del acto, detalle que bien mirado podría aprovechar para
ofrecerme como ayudante personal, al estilo de Rilke con su maestro.
Pero de pronto la puerta se abre y salen dos hombres. Lo veo claro.
Si salen, se puede entrar.
- ¡Ven! -le indico entusiasta a la chica del banco – ¡Entremos!
Le
sonrío a modo de despedida mientras busco un buen sitio y veo como
se acomoda en el lateral de la pared. Miro hacia la mesa y Cristina
Peri Rossi
está acompañada por una mujer llamada Mercedes
Serna,
profesora de la Universidad. ¡Todavía no ha empezado! ¡Yuju! Para
mí una charla de Cristina
Peri
Rossi
sobre
su amistad con Julio
Cortázar
significa lo mismo que para una amiga mía un concierto de Madonna
que empiece con una versión remaxterizada
del 'Like a Virgin'. Para que os hagáis una idea.
Cristina
Peri Rossi
llegó
a Barcelona en 1962 como exiliada, huyendo de la dictadura uruguaya,
país que ahora goza del único presidente del mundo al que parece
que de verdad no le importan ni el poder ni el dinero -hablo de
Mújica, por supuesto-, estado que marcó su vida como queda
reflejado en su extensa y fructífera obra. Y aunque el origen de su
relación con Julio
Cortázar
procede
de una carta que le envió el mago de la imaginación a Peri
Rossi
a
raíz de su primera novela a la editorial que la publicó en
Montevideo, será en Europa donde se conozcan. La carta le llega a
Cristina
Peri Rossi
en medio del desierto de Oklahoma, una
masia perdida en Sant Cugat cuando aquel territorio parecía el
desierto de Oklahoma,
tiempos en que Peri
Rossi
está intentando sobrevivir en una situación muy precaria.
Tu
novela me ha hecho tirar el original de El libro de Manuel,
le escribe en esa carta Cortázar,
me
gustaría encontrarte y que me contestaras.
Y
yo estaba perdida en Sant Cugat,
añade irónica hoy una Peri
Rossi que
tiene el mismo punch
en directo que en sus más mordaces poemas. El encuentro se produce
en París el 30
de enero
de
1973
y es el principio de una gran amistad, de esas imperecederas, de esas
que me recuerdan algunas que mantengo en la actualidad con amigos y
amigas mías poetas y dramaturgos, de esas que se disfrutan incluso
cuando ya no es posible hablar con el ser querido y admirado, aunque,
por supuesto, haya otras formas igualmente interesantes de
comunicación. ¿Cuáles? Otro día, que eso vale dinero, o tiempo, u
otra cosa.
Cristina
Peri Rossi
pertenece a una generación de escritores y escritoras que entienden
la literatura como un compromiso político y no tienen miedo a
manifestarse, ya sea por escrito, ya sea en directo. Quiero remarcar
esta contundencia con la que Peri
Rossi
se expresaba el martes 5 de mayo en 'La Capilla' de la Universidad de
Barcelona porque vivimos una época de gran alabanza hacia la
libertad de expresión pero a la hora de verdad muchos y muchas de
los que nos dedicamos al acto artístico tenemos problemas para ser
claros. ¿Qué
es literatura? Compromiso político,
dice sin pestañear con su acento suavizado pero netamente uruguayo.
El
buen escritor, la buena escritora tienen el don de narrar el presente
y baticinar el futuro,
añade, el
escritor a veces es un reloj que adelanta,
dice además citando a otro gran oráculo como fue Franz
Kafka.
Poseída
por una corriente que antaño me recorría mis capilares más
parapénticos, voy tomando nota de todo lo que dice Peri
Rossi.
Y voy imaginando cómo lo voy a compartir. Cómo lo voy a difundir
para que tod@s aquell@s
que no han tenido la oportunidad de asistir a un acto tan hermoso
puedan adquirir un pedacito de este cielo poético antes de que salga
el libro Julio
y Cris
(Menoscuarto) donde de su propio puño y letra podremos disfrutar de
esta intensa, literaria y fiel amistad mantenida durante toda una
vida.
Me
quedan unas cuantas anécdotas, observaciones y un cálido estrechón
de manos entre dos mujeres que se encuentran tras citas previas del
destino, pero todo tiene su tiempo y las cosas no suceden cuando se
desean sino cuando tienen que suceder.
(Continuará)
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