Duda existencial

De pronto un día tienes que hacer una copia de tu partida de nacimiento para papeleos varios y descubres que la hora a la que naciste es posible que sea otra distinta a la que tu madre siempre te ha dicho. ¡Dios, la carta astral! Ahora tienes otro ascendente, otras características diferentes a las que creías que te eran propias y con las que, por mímesis, te habías identificado plenamente. ¡Menuda duda existencial!
Me gustaría acordarme de mi nacimiento, pero fue un parto tan sufrido que a lo mejor por eso lo he olvidado. Casi muero en el intento. El cordón umbilical enrollado al cuello y la gran costura en la barriga de mi madre dan fe de que no debió ser fácil. Alguna vez me habré arrepentido de nacer, seguro. En la adolescencia que es cuando todo es trágico. Porque el sentimiento trágico de la vida pertenece a los adolescentes. Hay risas, sí, pero también trascendencia llevada hasta sus últimas consecuencias.
Confieso que me gustaba la carta astral anterior a este descubrimiento. Ahora sé menos que antes.
La vie a fait une chanson de mon sprit. Voilà, cette chemin est là.