Obras de entonces y de ahora

Se vuelve a las primeras obras como se vuelve a los antiguos amores: con la voluntad de reparar cosas y con la estabilidad emocional que concede el tiempo. Lo que en un principio es torrente de ideas, pulsión creativa de palabras, velocidad de teclado es ahora minuciosidad del detalle, perfil de los hechos y opción de remate final.
En estos días de casa y recogimiento, de calor interno y frío de granizo, he vuelto a la que podemos considerar mi tercera obra que en realidad es la cuarta. Porque yo siempre escribo obras imperfectas. Esa es mi característica principal. Y como tales nunca las doy por acabadas. Hasta el punto de que ésta fue la primera obra de texto que se estrenó mía, la única en la que no he participado en la dirección. No quedé contenta con el resultado, demasiado oscura para mi gusto. Y mientras la estaba viendo pensaba que le faltaba algo en la transición hacia el final, algo que debí escribir yo. Y en estos últimos días creo haberlo encontrado. Tengo el algo. Es un algo todavía imperfecto, cómo no, pero un algo que redondea a los personajes y da pie con más naturalidad al final. Para eso sirven las lecturas dramatizadas, incluso los montajes insatisfechos, para que el autor tenga tiempo de rectificar. Y como todavía no está publicada, en ello sigo. A pesar de mis múltiples compromisos de hoy me he visto obligada a hacer un huequito. Porque cuando una obra te pide paso, no hay nada que la detenga.
Una recomendación que tiene toda la pinta de convertirse en el éxito de la temporada teatral barcelonesa: ‘Germanes’ en la Villarroel, estupenda obra de Carol López.

Touts les baisers son pour toi, tu le sais bien.