domingo, 21 de febrero de 2010
A mí me duele
‘Fue un ataque contra la modernidad (la única cultura que posibilita la emancipación de las mujeres) y, sí, contra el capitalismo. Y el mundo moderno, nuestro mundo, ha demostrado ser gravemente vulnerable’, dice Susan Sontag en una entrevista que recoge un libro que reúne ensayos y conferencias bajo el título de ‘Al mismo tiempo’ cuando habla de los atentados del 11S. Susan Sontag, que no es sospechosa de ser esclava del pensamiento imperialista de su país, es conocida por su reiterada crítica a la política exterior de los EEUU.
Cuando al día siguiente de ver ‘L’estrella afgana’ mi ánimo y mi fe cayeron en picado, estuve hablando, enrabietada, con mi buena amiga Isis, que me escuchaba comprensiva. Fue ella quien me explicó que Margaret Atwood, intelectual y escritora canadiense, había hecho una encuesta a los hombres y a las mujeres de su entorno. A ellos les había preguntado ‘¿qué teméis de las mujeres?’ y ellos habían contestado ‘que se rían de mí’ en su mayoría. A ellas les había preguntado ‘¿qué teméis de los hombres?’ y ellas habían contestado ‘que me maten’ en su mayoría. Son miedos de este mundo moderno que nos permite la emancipación; miedos atávicos, por otra parte, miedos probablemente heredados.
Estoy contenta de haber nacido en Barcelona, de vivir en esta ciudad, de poder decir, con moderación y prudencia, lo que pienso y lo que siento. Amo a la mujer en su sentido más genérico aunque algunas en particular me caigan mal, es la vida, pero siento algo profundo, un dolor enquistado, cada vez que me entero de que una mujer vuelve a morir sacrificada por la violencia machista. Porque en el mundo, en este que vivimos, se produce un genocidio transversal, común a muchos países, en el que la mujer es atacada, violada y exterminada por el mero hecho de ser mujer. En algunos de estos países es un crimen amparado por la retrógrada y criminal ley islámica que promulga el poder, malinterpretada seguramente, no lo discuto. En otros son brotes esporádicos pero contínuos. Ocurre en todos los continentes en mayor o menor medida. Y es entonces, cuando miro al mundo, que siento ese miedo atávico que confesaban algunas de las mujeres preguntadas por Margaret Atwood.
No tengo ni idea de cómo exportar esa sociedad moderna de la que habla Susan Sontag. Seguramente la guerra no es la mejor manera, pero tampoco la rendición del cordero. Es nuestra obligación seguir pensando, seguir construyendo, seguir imaginando un mundo en el que los malos no gobiernen, ni Estados, ni familias.
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2 comentarios:
En rincones del planeta, -África, más precisamente- las mujeres lesbianas son violadas como método de "conversión" a la heterosexualidad.
Brutal...
Sí...nos queda pensar, construir, denunciar, escribir...
((Militar activamente))
querida maga, a veces la impotencia nos paraliza. y ante tanto dolor no sabes qué hacer pero hay que seguir y al menos no olvidar
gracias por pasarte por aquí. saludos afectuosos
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