THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 23 de abril de 2010

Libros, rosas y regalos


¿Se puede vivir sin libros? Antes pensaba que eran mi tesoro, ¿qué haría yo sin mi biblioteca? Ahora respondo fácil, pues tomarlos prestados en las bibliotecas públicas, que para eso están, o comprarme un e-book y adaptarme a los nuevos tiempos, o las dos cosas. Incluso
, esa pasión mía por poseerlos, como si de una amante obsesiva me tratara, me hacía escribirles en la primera página la fecha, el día y la firma. Ahora tengo ya los veinte o treinta últimos amontonados y, no sé por qué, pero me resisto a marcarlos. Los libros no son ganado.
Lo bueno de las flores es que se marchitan y mueren. Las rosas también. Pero con las rosas pasa una cosa curiosa, siguen oliendo. Hace ya muchos años, en la prehistoria de mi historia sentimental, alguien me regaló una rosa blanca y la metió en una caja redondita, tapizada con papel rugoso granate. La rosa iba acompañada de cientos de pétalos. Era un regalo precioso. Máxime si tenemos en cuenta de quien provenía, en aquellos momentos hubiera dado casi cualquier cosa por esa persona. Lo hizo como gesto cómplice después de que ambas nos leyéramos ‘El amor en los tiempos del cólera’ de García Márquez, una novela maravillosa, por cierto, a pesar del capítulo pederasta que obvio porque no quiero entrar en polémica. El caso es que en ese libro se decía algo así como que las rosas amarillas representan los celos, las rosas rojas la pasión y la rosa blanca el amor que aspira a ser eterno. Todo muy romántico, no en vano ese libro es una especie de homenaje a la novela folletinesca pero en ‘jai cualiti’. Pues a lo que voy, para alejar de mí la eternidad que es una cosa que impone mucho respeto, llevé la rosa en su caja a la casa de mis antepasados, que está muy muy lejos de dónde escribo esto. Sin embargo, cada verano entro en aquella habitación, cojo la caja, la abro y la rosa y sus pétalos siguen oliendo.
Para hoy os deseo que os regalen rosas rojas, porque hay que aspirar al amor terrenal que se consume, y algún libro interesante que os haga devorar su lectura, porque hay que aspirar al entretenimiento, que tiene muchas caras no sólo la del ‘best seller’. Y si por lo que fuera eso no sucede, id vosotr@s mism@s a la librería o a la floristería más próximas y regalaos algo de poesía. Libros y rosas lo son.

Te dehojé, como una rosa,
para verte tu alma,
y no la vi.

Mas todo en torno
--horizontes de tierras y de mares--,
todo, hasta el infinito,
se colmó de una esencia
inmensa y viva.


Juan Ramón Jiménez

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