THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 3 de mayo de 2010

El olor del café recién hecho y otras 'delicatessen'


Después de quitarme de todo tipo de drogas, malignas y benignas, dejar por ejemplo el tabaco (que en realidad no me molaba, siempre notaba el daño que me hacía), una de las drogas más malignas que se hayan inventado (oye, ya que los científicos inventan tantas cosas, que inventen un cigarrillo que no ponga en riesgo nuestro organismo, así consumiríamos tabaco y no nos haríamos daño, pero como están aliados con los químicos de las farmacéuticas, toca joderse), o el hachís (que mira que me gustaba, esa sí que me gustaba, a pesar de los múltiples decesos de mis neuronas a los que tuve que asistir, no demasiado consciente, por cierto) o el chocolate (ese ha sido el que más me ha costado, aún a veces caigo un poquito, pero bien poco) lo único verdaderamente importante que me queda es el olor del café recién hecho por las mañanas. Un olor de ángeles. Y eso que lo mezclo con café descafeinado, es decir, ya ni siquiera es puro. Pero aún así, es maravilloso. Puritita vida.
El café conlleva el ritual de la página en blanco. Primero la fruta con mató. Luego el café con leche de soja. Hacerse mayor también es quitarse de la leche que mamamos. Yo a litros cuando era pequeña. En casa todos la consumíamos a litros. Recuerdo beber a morro litros y litros de la nevera. Mi madre no paraba de cargar cartones de leche. Después fuimos rebajando por estética y ya al final por salud. Y todo en la vida es como la tónica, al principio no te gusta mucho pero después te acostumbras y al final te gusta más que la leche original. Y conste que yo he probado leche de vaca recién ordeñada. Perdón, después de ser hervida, y he untado la mantequilla que se produce cuando la leche no ha sido fermentada todavía, con un poquito de azúcar, manjar de diosas. La hermana mayor de mi madre y su marido tuvieron vacas durante muchos años, fueron los últimos en conservar la tradición familiar materna. ¡Qué bellos aquellos becerros con aquellos ojos que traían el mundo a los sentidos!
Ahora de momento me resisto a la sacarina, realmente no me gusta nada. Ando con el azúcar moreno, resistiendo. Poniendo poco. Sólo por las mañanas. Y con fruta, para cubrir la necesidad de dulce que es fuerte. Por cierto que a Obama le han pillao su adicción a los dulces y parece que se la van a hacer dejar. ¡Ostras, que ayer hicieron en directo un tiramisú en la tele y los ojos se me pusieron como crótalos! Es mi postre preferido junto con una buena crema catalana. A eso de vez en cuando, muy de vez en cuando, no voy a renunciar; al menos no ahora.

5 comentarios:

SBP dijo...

Chica, qué cosas... Si te acostumbraras a las zanahorias... ¡Eso sí es un cambio de vida!

Estela Rengel dijo...

No puedo comentar, el teclado está lleno de babas.

Dichosas aquellas que dejaron el chocolate, yo siempre vuelvo a caer (y a quejarme de nuevo de los granos que me salen).

El tabaco, los porros y el café nunca han sido adicción para mí, solo placer esporádico.

A la leche desnatada ya he sucumbido, como no me gusta la leche de ninguna de las maneras, me daba igual una que otra, así que, por estética también, me quité la "leite gordo". El siguiente paso supongo que será la leche de soja, ya me lo estoy pensando...

Unknown dijo...

querida gina, las zanahorias, las cuales ya como incluso en mitad de la noche, me producen una retención de basura interna, por decirlo de una manera fina, que no me conviene, pero se acepta zanahoria como vegetal alternativo. besitos!

ay, butterflied, tú que eres tan joven, aprovecha lo bueno que tiene la vida que es mucho, pero hazlo con mesura y sin adicciones, que las adicciones son malas, por decirlo fácil y claro... gracias por seguir ahí con tu voz... saludos afectuosos!

Mi mundo dijo...

mmmmmmmm esos veranos en los que saciabas tu sed bebiendo de la botella fresquita a la luz de la nevera. Quizás se trate de dosificar y saber que lo que envicia es malo y lo bueno engorda.
Arrrgg cuanto autocontrol.

Besos virtuales!...que no engordan

Laura Freijo Justo dijo...

ay, cristiina, qué tentador tu comentario... yo te envío besos imaginados, que tampoco engordan pero dan calorcito a los pensamientos