THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

miércoles, 12 de mayo de 2010

Una vez supe lo que es volar


Reivindico las películas malas. Las malas que son malas de calidad y las malas que, aún siendo malas en ideología, son buenas en calidad. Puedo poner ejemplos, pero para qué, la mirada sigue siendo tan personal que seguramente no coincidiríamos en el ejercicio de la calificación. Pero dejo ahí el concepto. Añadir una cosa más, a veces necesito ver una mala ñoña con final feliz como el pan de cada día.
Pero a mí lo que me gusta de verdad es la calle. Y es que yo, como dice el dicho, me crié en la calle. Saltando a la goma sobre todo y a la comba alguna vez (era más fácil conseguir goma que cuerda y más divertido) con las hijas y algún hijo revelado hoy gay -y al que todo el mundo señalaba con el dedo, lerdidad provinciana le llamo yo a eso-, digo hijas e hijos de los vecinos de la calle. Por cierto, qué gran película 'La ley de la calle' del maestro Coppola. Y es que ahí aprendías las normas, te ponían la zancadilla, me acuerdo una vez que el Míquel de la Francisquita me puso una zancadilla que a poco más me rompo la crisma. Y luego encima lo negaba, pero era pa'joder, que yo lo sé. Creo que en alguna ocasión todos y todas nos pegamos con todos y todas y todos y todas nos ajuntamos y nos desajuntamos. Ya no t'ajunto era la frase terrible que te podía caer en cualquier momento. Si los líderes no t'ajuntaban caías en desgracia definitivamente hasta que les daba por otro. Los líderes de entonces eran un pelín déspotas, por eso, si te fijas bien, los líderes de los mayores son aquellos y aquellas que cayeron en desgracia. Y los buenos los que aprendieron a ajuntar a pesar de su pasado a los líderes de los pequeños. Es cierto que en algunos casos hay líderes de los pequeños que siguen siendo líderes de grandes pero son casos excepcionales.
Pero vamos a lo que vamos, yo donde me rompí las dos dientes frontales fue en el terreno de mi tío, vamos a llamarlo, por seguir la onda de su verdadero nombre, Saul. En terreno sin torre de mi tío Saul. Nos vamos a la torre el fin de semana decían los pobres que habían conseguido segunda residencia. Por aquel entonces el mundo era mi bicicleta, de ahí que me gustaran tanto los tebeos de Zipi y Zape, mis preferidos. Mortadelo y Filemón siempre le gustaron a mi hermano. Pero yo no podía parar de leer, entre otros muchos tebeos de lo más dispar, las aventuras de aquellos dos cafres que nunca acababan de conseguir la bicicleta. Pues vaya, que bajaba yo una cuesta de arenilla y un coche subía y otro bajaba y más o menos iban a cruzarse al mismo tiempo y yo era muy pequeña y mi madre me pegó un grito: ¡Paula! Así que frené ipso facto, salté por los aires como si volara, de hecho durante unos segundos supe lo que es volar, me hice sangre en las rodillas, en las manos y me quedé sin los dos dientes de alante que anda que no me jodían las burlas ajenas. Pero sobre todo recuerdo las de mi abuelo materno que era un tipo bien raro, la verdad, que me decía que si ya no me salían los otros eso debía ser porque ya me iba a quedar así. Sí que era raro, sí. Una vez quiso matarme -y con razón, yo era un trasto- pero eso forma parte de otra aventurilla infantil que dejo, si me atrevo, para otro post o tal vez para mis memorias. Y es que hay que dejar cosas para el futuro. Darse esperanza, como esas piezas de la bicicleta que iban coleccionando Zipi y Zape cuando se portaban bien y que sólo recuerdo que la consiguieran en algún capítulo ajeno para inmediatamente volver a perderla.
De este pequeño relato podéis hacer una peli mala mala, una peli mala buena, una peli buena mala o una peli buena buena. Claro que también podéis imaginarla y quedárosla sólo para vosotras porque no todo lo que se recuerda es verdad pero la verdad siempre acaba por recordarse.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy contigo, absolutamente Paula. Prefiero una peli mala que acabe bien a lo que vi ayer con mi chica y salir con mal cuerpo y desencajada del cine. Que si lo llego a saber me quedo en casa haciendo el amor, fíjate.
Que tinguis un bon día, maca.

Laura Freijo Justo dijo...

Yo, si pudiera, me quedaría en casa haciendo el amor ;) con mi chica a la que estoy esperando, pero sabes qué pasa, que es un poco despistada y de camino que va viniendo se va entreteniendo en los arcenes, en las aceras, en los escaparates, en las tiendas que le gusta mucho la ropa y los diseños y encima por las noches lee... Claro con tanto entretenimiento, llega tarde, está claro

Anónimo dijo...

Me cachis...es como Rosalía...ja,ja,ja...que suerte tenemos.
Un beso.

Laura Freijo Justo dijo...

Estas chicas nuestras no tienen parangón, jajaja