THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 6 de septiembre de 2010

Escribir, corregir, desechar, reescribir


Seas o no mal o buen escritor, eso es lo de menos, porque si escribes y te lo tomas en serio llega un momento que lo tienes que dedicar a corregir. Y corregir quiere decir, releer, repasar, volver a valorar, escucharte y sobre todo no tener miramientos con lo ya escrito para descartarlo. Si hay que cortar, se corta. También se trata de eliminar esa frase que tanto te gustaba pero que tan poco viste el texto que tienes enfrente.
Por ejemplo, cuando escribo teatro o ficción tengo tendencia a puntuar con comas lo que en muchas ocasiones es un punto. No me doy cuenta pero ya estoy con la coma de nuevo. Y eso es una corrección menor. A veces, como esta mañana, hay que coger la tijera y cargarse todo un párrafo de inicio porque el cuento no empieza hasta después de ese párrafo. Y tienes que hacerlo, nada de pensártelo, cortar y punto.
¿De dónde nacen las historias? Rara vez una historia suele ser original. Vladimir Propp tiene un libro que me tocó leer en la facultad, en clase de 'Teoría y Técnica de la Imagen', en el cual describe todas las acciones posibles de una historia de ficción a base de símbolos, de manera que puedes analizar cualquier historia, repito, cualquier historia a través de esos puntos estructurales que él contempla, desde cuentos a historias más complicadas. Los elementos que intervienen, las acciones que se producen, los personajes protagónicos o secundarios y los hechos que se dan, todo, todo, se puede resumir gracias a lo explicado por Vladimir Propp. El libro creo que se llama 'Morfología del cuento'.
También es cierto que si rara vez una historia suele ser original, suele ser el fruto de un puzzle de diferentes piezas ya conocidas que da un sentido de originalidad a la historia que se cuenta: más allá del chico conoce a chica se enamoran, encuentran impedimento para desarrollar su amor, salvan todas las pruebas a las que este amor se ve sometido y viven felices para siempre. Claro que aquí es donde suele acabar la película, y es en otro tipo de novelas o films que se nos cuenta la monotonía, la reiteración, el día a día con conversaciones insulsas, el sexo repetitivo que busca nuevos límites, en fin, la maldita realidad con sus leyes a la baja; que no se puede estar en seducción permanente, que es muy cansado. Cuando se nos cuenta, solemos estar delante de una obra cuando menos diferente que se atreve a abordar el desencanto de la vida, la incomunicación, los problemas para que un sentimiento tan fuerte como el amor sobreviva en una jungla de problemas. Eso cuando en la historia se sucede una de amor. Porque en las buenas novelas las encrucijadas pueden ser problemas morales o éticos, dictaduras que ejercen su poder sin miramientos, sacrificios humanos, falta de libertad, o simple y llanamente la vida que pasa.
La seducción es como la primera versión que escribes de una obra de teatro o de un cuento que suele ser un derroche de creatividad que es incapaz de ver los defectos, después sobreviene la transformación en el amor real que serían las múltiples correcciones que ese texto debe sufrir para mejorar su calidad. Pocas veces das por bueno un primer texto. Y a la que te enzarzas a corregir también llega un momento que tienes que parar, de lo contrario empiezas a tener dudas sobre todo, a cambiar cientos de palabras, a incluir más puntos y coma de los que necesita el relato y a recortar mucho más de lo que se precisa. Para corregir también hay que saber parar a tiempo. O parar tú o que te pare alguien. ¡Afortunado aquel que tiene un editor! Recordemos que los cuentos de Raymond Carver son deutores de su editor que decidió que sus textos debían estar conformados por frases como cuchillos, cortas y sin aliento, por debajo de las cuales transcurriera una corriente indescifrable que le aportara una dimensión inasible al cuento, algo misterioso que el lector debía imaginar.
Hago un alto en el camino de mis correcciones para explicaros éstas y otras diatribas que se me van pasando por la mente. Y porque cuando acabe la corrección de todos estos cuentos, empezaré la corrección de la obra que empezamos a ensayar este viernes. Aunque corregir una obra de teatro que se va a pasar a escena suele ser algo más agradecido. Normalmente la directora tiene una idea de por dónde se puede cortar y cuáles son las partes que hacen que la acción no avance y opina sobre ello para que tú tomes nota y lo valores. Además no sólo se corrige antes de empezar los ensayos sino que a pie de escenario se cambian réplicas, se cortan cosas que se había pasado por alto y, si se necesita una nueva escena de enlace, se escribe.
Manos a la obra.

9 comentarios:

Una mujer y mil imágenes, Arlette dijo...

Si, es verdad, cuando empiezas a corregir es un vicio, no paras y al final añades palabras, suprimes y la primera idea que normalmente es la buena, queda un poco retocada, espero siempre para mejor si te has parado a tiempo.

Ya irás contando, si te apetece, como van los ensayos!

Besos

Laura Freijo Justo dijo...

Una mujer... Las cosas que se puedan ir contando ten por seguro que las contaré, jejeje... Saluditos!

Laura Freijo Justo dijo...

Rosalía, si te sirve de consuelo, otro escritor de renombre le pasó el manuscrito de su libro a una amiga mía que está en el oficio de la corrección, la traducción y la edición de libros sin un sólo punto ni una sola coma y le dijo que hiciera a su gusto que seguro que lo hacía muy bien. Por eso los editores y los correctores suelen ser tan importantes. Un besote

Anónimo dijo...

Yo no escribo, no es lo mío Paula. eso Lía que acaba hasta las narices de las correcciones que hace para algunos escritores. Yo le digo que escriba ella y deje a esos petardos pero lo hace para mantenerse ágil, eso me dice.
Un besazo Paula.
(oye, le contesta a Lía pero ella no ha comentado)

Laura Freijo Justo dijo...

Norma, estoy totalmente contigo, que deje a esos petardos y se ponga ella a crear. Un besote!

Maria Eugenia dijo...

lo bueno de contar es que haya alguien del otro lado para escuchar y ni hablar de corregir...a veces termino cambiando hasta la esencia del asunto.
Me gusta tu blog :)
besos desde Buenos Aires
M.E.

Laura Freijo Justo dijo...

Saltar del tren, tienes razón en que lo bueno de escribir sea que al otro lado haya alguien que te lea pero corregir es muy necesario, sobre todo para mí que soy algo disléxica y cambio palabras y frases que están mal y las leo y me parece que están bien, imagínate!
Gracias por 'cruzar' el Atlántico y comentar en este humilde blog! Saludos desde Barcelona!

Anónimo dijo...

No hay que tener miedo a "tirar o romper lo escrito" Despegarse de aquello que no funciona, como en el amor. Lo malo es que nuestro sentir es cambiante y lo que hoy te parece genial mañana es un bodrio. A mí me sucede Paula, cuando leo mis columnas de hace un tiempo me digo: ¡dios que malo!
Muack.
Emma.

Laura Freijo Justo dijo...

No, Emma, no hay que tener miedo a desprenderse de las cosas que no funcionan. Yo depende. Hay textos míos que los releo y me parecen malos y otros que digo, mira, todavía conservan vigencia y no están pasados. Depende. Por cierto, ¿de qué escribes las columnas? Besote, guapa!