THE LESBIAN SISTERS

THE LESBIAN SISTERS
Fotos de Eugenia Gusmerini

viernes, 3 de septiembre de 2010

Formas y usos amorosos


Me reconozco un poco anticuada en cuestiones sentimentales. Por ejemplo, recuerdo con cariño toda aquella época de primera juventud y primeras relaciones amorosas cuando los chicos te pedían para salir. ¡Qué tiempos aquellos! Y tú les decías si querías salir con ellos o si declinabas su oferta porque estabas esperando la de otro. Era tiempo de citas y acicalamiento. Quedabas para ir al cine que era la versión informal de una cita. Te amparabas en la sala oscura para hacer manitas y notar el tacto del otro. Porque del tacto depende todo, creo yo. Si no soportas el tacto de tu pareja, apaga y vámonos. Y la versión de gala de una cita era una cena. Si el chico te gustaba, te ponías nerviosa, no sabías si vestirte muy puesta o escoger unos tejanos y una camisa con un puntito elegante. Por supuesto te pintabas. La raya negra, los labios bien rojos aprovechando que los tenías bien dibujados y si tenías perfume, perfume, pero me temo que por aquella época todavía no habías subido el último peldaño en la perfumería. Eran tiempos de Don Algodón. Salías de casa pensando si estarías lo suficientemente atractiva como para que el chico te deseara aunque como mucho estabas dispuesta a besarte con un poco de mano en la esquina de tu casa y al final. Lo bueno siempre llega el final. Luego ya llegarían los tiempos del coche y el freno de mano y la incomodidad propia de no tener dinero. Pero tú siempre muy recatada porque para ir a mayores había que estar muy muy muy segura. Y tú nunca estuviste muy segura ya que había un hueco recóndito que no le habías explicado a nadie de algo que te faltaba y que nunca se llenaba. Siempre te faltó algo, pero los chicos te gustaban y te gustaba todo el cortejo y todo el juego de palabras y miradas y las confidencias a tus amigas y lo que te llegaba a través del mejor amigo del chico que te gustaba porque se lo decía a tu amiga y tu amiga te lo contaba a ti como diciendo 'mira de lo que me he enterado'.
Pues esos tiempos a veces los echo de menos. Y repasando 'The L Word' este verano me doy cuenta de que en la serie las chicas salen entre ellas y tienen citas. Es bonito conocer a alguien y pedirle para salir. Que es una forma de decir quiero conocerte para ver qué pasa. Cuántas veces saliste con gente que no te acabó de convencer y dejaste las cosas como estaban. Además quedar para tomar algo con la intención de ver qué podemos hacer me parece una cita en minúsculas, con muy poco glamour. Y a la vida hay que buscarle el color y darle brillo. Es cierto que el amor siempre es algo que sorprende y puede que no te de tiempo a decir esta boca es mía. Pero qué bonito es tener esa cita tan deseada y arreglarse de nuevo, escoger la ropa, pintarte bien rojos los labios, peinarte un poco mejor de lo que te peinas habitualmente, si es que te peinas, que el estómago te haga chiribitas y llegar a la cita en cuestión, una cena como dios manda en un local discreto, y hablar de mil cosas para ir conociéndote y miraros de soslayo para pensar, qué guapa está. Y cuando toca la despedida en la puerta de tu casa o en la de ella ver si hay beso o si hay que esperar a la siguiente. Que tener citas es no tener prisa. Ir haciendo poco a poco para que el sentimiento, si es que puede nacer recíprocamente, se desarrolle con la lentitud propia de las cosas bien cocinadas.
Las formas y usos amorosos han ido variando mucho a lo largo de los años. Cuando nuestros padres eran jóvenes se conocían en los bailes y le entraban a la chica, que solía ser tu madre, pidiéndole un baile. Entonces bailar era como ligar. Y se bailaba de todo, desde una lenta a un pasodoble pasando por un twist. Luego llegaron las discotecas en nuestra adolescencia, y aparte de salir y darnos el lotazo los más atrevidos, los chicos y las chicas solían ir hasta arriba de cubatas. Eso sí, todavía se pedían bailes pero ya era en el espacio de las lentas. Pedir para bailar a una chica solía ser signo de un 'me gustas'. Ahora, en estos tiempos de internet, llegados a cierto punto en el que los bares de ambiente te han cansado y hasta decepcionado porque la gente espera a ir absolutamente tocada a las tres o cuatro de la mañana para lanzarse descaradamente al cuello de aquella que le gusta (¡Qué falta de swing!) prefieres entrar en un foro, empezar a escribir un blog o directamente chatear por las noches y conocer a gente de otra manera. Como me decía el otro día una amiga mía casada, si yo ahora me separo me quedo absolutamente fuera de lugar y no voy a ir a una discoteca o a un bar con los dientes rozando el suelo para 'ver qué pillo', me parece de mal gusto, en cambio, sí que me apuntaría a alguna página de 'dating' o de contactos porque me parece todo mucho más nítido, fácil y hasta higiénico. El romanticismo se sigue resistiendo a la virtualidad y la mayoría de las personas seguimos ligando -si ligamos- en la vida en directo. Muchas parejas se hacen en el trabajo, el mejor territorio para enamorarse, se pasa tantas horas con tus compañeros y compañeras de trabajo que la mayoría de parejas, si no vienen de los tiempos de la facultad, se han forjado en el terreno laboral.
El amor ocupa todavía una de nuestras más altas aspiraciones. El que lo tiene porque lo tiene y el que no lo tiene porque lo desea y el que no lo desea seguro que está en una fase saliendo de aquella última relación que tan mal gusto de boca le dejó y ya se sabe que después de una separación viene un tiempo de reflexión. Añoro una buena cita, como las mariposas en el estómago mandan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he tenido tres grandes relaciones, Lía es la tercera y espero que la definitiva. Puedo decir que con ella sentí esas mariposas en el estómago y que aún conservo. El cortejo amoroso es lo que más me gusta y ahora que por circunstancias sólo nos vemos el fin de semana, renace ese ritual de...que me pongo, que me vea bien, que ganas de abrazarla...quiero pasar la tarde del domingo en la cama con ella...el amor Paula...hayyyy. Te estoy contestando desde el AVE destino estació de Lleida. Y dentro de unos minutos veré en el andén a una rubia esperándome.
Un besazo y feliz finde.

Anónimo dijo...

Oye, el portátil es un gran invento...je,je,je

Laura Freijo Justo dijo...

Qué guay que conserves esas mariposas en el estómago, Norma! Y el portátil es un invento fabuloso!!!! Besos!

Una mujer y mil imágenes, Arlette dijo...

Sí, quiero una cita!!!! la verdad es que tienes razón en todo, el ritual del enamoramiento es genial, a ver que te pones que no, la sensación de cuando la ves, contando las horas para llegar...aixx el amor mueve el mundo!

Y ahora mi cita es con el gimnasio, que no me arreglo,es decir no me pinto, total me hace sudar!:)

Lo de pedir de salir, me gusta, aunque ya no se hace, sabías que si salías era algo un poco más en "serio".

Un beso, buen post!