THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

lunes, 20 de septiembre de 2010

La comodidad mató la conciencia


Esta mañana Josep Cuní entrevistaba al filósofo, escritor y Profesor de Estética de la Universitat Pompeu Fabra, Rafael Argullol. Un tipo sin duda interesante: ensayo, poesía, novela, artículos en los medios impresos. Acaba de publicar un libro titulado 'Visión desde el fondo del mar'. Tengo alguno de sus libros de aforismos y de reflexiones cortas. De hecho en alguna ocasión lo he citado en este espacio. Pues bien, esta mañana, a propósito de la presentación y promoción de su libro publicado en Acantilado, hablaba durante más de media hora de muchas cosas de interés colectivo. Se declaraba un hombre de acción más que un intelectual, aunque resulta difícil discernir. En la foto de promoción de Babelia se le veía vestido de negro, descalzo y estirado en un sofá de piel, rodeado de pilas de libros. Encuentro que esa imagen responde más a la del intelectual que al de hombre de acción. Pero no caigamos en los tópicos porque considero que el agitador de conciencias es un hombre de acción. Aunque ese tipo de intelectuales de acción sean cada vez menores. A veces me parece más agitador de conciencias el Roto que muchos de los intelectuales que pontifican desde su tribuna y no mueven ni un dedo más allá del escritorio desde el que escriben. Claro que también hay que decir que no es función del intelectual salir a la calle con pancartas aunque a veces se vean por algunas causas.
Argullol hablaba de cosas interesantes. Decía que el aumento adquisitivo del ciudadano no ha sido proporcional al aumento de las bibliotecas en las casas. Al ciudadano medio le importa bien poco el nivel de nuestras universidades. No les afecta directamente, como por ejemplo el funcionamiento del tren o de los autobuses. Y eso es un problema grave, desvincularse de la educación de un país hace que los ciudadanos no se movilicen por las futuras conciencias. Y es que no hay una conciencia crítica, se ha perdido. Vivimos en la estética del 'fast food' en todos los ámbitos. Y sin sentido crítico, mientras tengamos coche, piso y dinero para ocio todo está bien. Lo malo es que ahora muchas de estas cosas han caído en picado y nos encontramos desorientados, y seguimos sin tener conciencia crítica sobre lo verdaderamente importante. Aludía Cuní a las rebajas en los presupuestos que se hacen de nuevo en el ministerio de Ciencia e Innovación, con la consecuente desmoralización del profesor universitario que se dedica a la investigación. Vivimos con un pensamiento rápido y de consumo. Como aportaba Mo en uno de los comentarios del anterior post, somos más consumidores que ciudadanos. Gracias también a ella he podido ver esta entrevista que está colgada en la página de TV3.
Es conocida la frase que antes se vivía mejor contra el dictador que ahora que todo está disoluto en una democracia que adormece las conciencias porque aparentemente da mucha más libertad al individuo. Pero no nos engañemos, hay otras dictaduras que nos someten. Qué tal la dictadura del dinero que nos mueve a hacer cosas con las que puede que no estemos demasiado de acuerdo. Este capitalismo atroz renueva nuestras miserias y anula nuestra capacidad crítica. Una vez perdida la revolución como movimiento generador, nos queda el consumo como movimiento aletargador. Las canciones, las obras de teatro, los libros de ensayo, las novelas, la poesía... Nada tiene fuerza para que el ciudadano se quite su mono consumista y requiera las explicaciones pertinentes llamando a la resistencia. Ante la nula aparición de una ideología que contemple una evolución del ser humano que comprenda la solidaridad y la compasión, entendida ésta como movimiento que te hace comprender a tu vecino, la ultraderecha gana terreno. Ahí está Suecia, una de las democracias modelo, con un sistema hasta hace unos años basado en la socialdemocracia solidaria, con 20 diputados ultra con los que van a pactar los ganadores, la centroderecha, porque no tienen suficiente representación para tener mayoría absoluta. Es muy humano, en el peor de los sentidos, mirar al otro como fuente de conflicto, lo que en lenguaje común sería 'echarle la culpa al otro' y de paso expulsarlo de nuestro lado porque es el que ha generado el paro, la crisis y esta situación de insoportable levedad del hombre. Sí, ha sido el otro, el diferente, el que tiene costumbres distintas a las nuestras. ¿Qué pasará cuando los que quedemos seamos todos aparentemente iguales? Seguro que empezaremos a ver otras diferencias hasta ahora no tenidas en cuenta y expulsaremos a esos seres más sensibles, más débiles en un sentido depredador, intentando desesperadamente sobrevivir. Pero sobrevivir a qué y para qué si ya no somos humanos. Y al final ese libro desgarrador de Cormac McCarthy, 'La carretera' será una realidad, una horrenda realidad.
Sigo teniendo fe en el ser humano, pese a todo, pero en días como hoy se oscurece el cielo a pesar de la intrínseca esperanza. Menos comodidad y más conciencia. Tenemos el deber de hacer lo que podamos para manifestarnos.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

La pregunta és ¿cómo? Si los que crecimos en los 70, es decir, a caballo entre la dictadura y la democracia, en una España apenas democrática, ya hemos tirado la toalla, ¿qué podemos esperar de los que han nacido no sólo en democracia sinó en una aparente abundancia? Si miro mi entorno, nuestro futuro es desesperanzador. Hace tiempo que me pregunto en qué sociedad podría sentirme más a gusto (y a salvo, para qué negarlo) y no lo tengo claro. La ola de intolerancia avanza rápida por Occidente y lo demás no es opción. En fin, Paula, habrá que pensar en algo... Gracias por el post. Mo.

Laura Freijo Justo dijo...

Los grandes movimientos de la historia nacieron en momentos de crisis y de reflexión. No sé si hay una ideología que pueda oponerse a la ideología ultra radical, pero tiene que haber una salida. A veces hay que tirar la toalla para al día siguiente recogerla y volverla a enarbolar. Soy de tu generación, como bien sabes y creo que la conciencia debe prevalecer. Y todavía creo que puede surgir algo nuevo, algo regenerador, algo alternativo, algo que nos haga reaccionar. Es el momento, ciertamente; se necesita más que nunca. A lo mejor hay que sacar de la poltrona del estado del bienestar a la gente para que reaccione, no lo sé. La verdad es que voy dando palos de ciego, como la mayoría. Gracias por tus sugerencias que enriquecen este espacio. Un besote, Mo!

Una mujer y mil imágenes, Arlette dijo...

Yo también soy de esta generación y el otro día escuchaba por la radio que el 30% de los jóvenes está en situación de paro, y no recuerdo el porcentaje, pero me suena elevado de los ni ni, ni estudian, ni trabjan.

Estoy de acuerdo con vosotras.

Un beso

Laura Freijo Justo dijo...

Arlette, es que la educación es fundamental. Puede que estés más preparado que nunca y no encuentres trabajo, pero siempre habrá una salida, creo yo. Los que no estudian y no trabajan son difíciles de encajar. Tendrían que reciclarse, digo yo. Saludos, guapa!

Rosalía Navarro dijo...

Se nos enseña de pequeños a ser justos, buenos, defender las cosas buenas, a los más débiles, exactamente como en la novela que mencionas Paula. ¿Y cual es la realidad? No te fías de nadie, no existe el compañerismo, si estás de delegada sindical te destrozan tus propios compañeros, si defiendes a alguien acabas muy mal parado, si tienes ideales y luchas por ellos eres un tonto. Eso es lo que nos devuelve la sociedad, el mensaje, no te pilles los dedos por nadie, ve a lo tuyo y todos hacemos eso. Como en la novela, cuando el padre no se para a ayudar a aquellas personas que encuentra en el camino y de pronto él va a morir y teme por su hijo y sin embargo una familia lo acoge al pequeño a pesar de los problemas. ¡Menuda moraleja tiene esa novela! Siempre hay una minoría que luchará por sus ideales. ¿Queremos ser uno de ellos?
Besos wapa. Fantástico post.

Laura Freijo Justo dijo...

Rosalía, es triste comprobar que lo que dices es cierto. La novela de McCarthy es desoladora. Hay veces que el padre se plega a los deseos solidarios del niño, pero lo único que pretende es que su hijo sobreviva. Uno de los problemas que vivimos en esta sociedad de consumo y capitalista es que los intelectuales suelen estar muy separados del mundo en el que vivimos los codazos y los actos insolidarios. Nadie se libra de emitir ciertas mezquindades, una intenta ser justa y correcta pero la selva es muy dura. Escribiendo somos mejores personas. En un mundo dominado por los medios de comunicación de todo tipo, la incomunicación por una parte y el exceso de información por otra paralizan al individuo que lo unico que quiere es vivir en paz con sus pequeñas cosas sin molestar pero sin que le molesten. Y hay individuos que desgraciadamente ya están perdidos, no son recuperables. Mirar el mundo a veces es un ejercicio desolador. Las alternativas son pocas, pero siempre hay gente que se levanta por la mañana decidida a ayudar al prójimo. Cito por ejemplo a Vicente Ferrer y todo su trabajo en una amplísima zona de la India. No sé, es todo muy difícil y la gente no soporta la unión, es más fácil separarse. Pero al menos creo que deberíamos defender la intersección.
Gracias por tus palabras Rosalía! Un besote

Anónimo dijo...

Menudo debate! Quizá yo lanzo una pregunta; ¿de qué tenemos que sobrevivir? Creo que el peor enemigo del ser humano es el propio ser humano.
Muack.
Emma.

Laura Freijo Justo dijo...

Emma, ¿de qué tenemos que sobrevivir? pues básicamente de la autodestrucción que está insertada en nuestro ADN... A veces destruimos o marginamos al otro o la otra porque trasladamos esa pulsión autodestructiva a la destrucción o marginamiento del otro... Sobrevivir es algo muy genérico, el individuo siempre ha intentado sobrevivir y lo seguimos haciendo, hemos transformado y sometido nuestro entorno para sobrevivir, a veces ha habido el espejismo de que en lugar de sobrevivir vivimos pero es sólo un dejà vu... A lo mejor la pregunta es ¿y para qué tenemos que sobrevivir? Pero ahí ya entra la pulsión autodestructiva de la que hablaba al principio... En realidad no tengo respuestas, sólo búsqueda... Un besote, guapa!

Anónimo dijo...

La madre del cordero, como estamos por aquí, filosofía pura...ahora yo no voy a poner una parrafada y me sentiré mal chicas. Yo tengo que creer en el ser humano porque sino mi trabajo sería un sin propósito, de verdad Paula.
Un saludo de buenas noches. Me voy a ver a Laura, no te pongas celosa mujer...

Laura Freijo Justo dijo...

Y harás bien en creer en el ser humano porque fe hay que tener, lo que pasa es que a veces miras a tu alrededor y te da por pensar y pensar... Un besote!