THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La rebelión de las casas


Las casas tienen vida propia. De pronto te das cuenta de que tienes varios calcetines desparejos y tú jurarías que siempre los lavas juntos. Abres un cajón de la cocina y te faltan trapos, ¿donde está aquel que era de rayas azules y tan suave para las manos? Miras más abajo y resulta que faltan dos sobremanteles de mimbre, con lo difícil que es para la casa hacer desaparecer objetos tan rígidos, pues no están. Tienes un ensayo que sabes que acabará tarde y necesitas ir preparada con la comida, de lo contrario te pasarás de hora y alterarás el orden de las comidas pero por mucho que buscas no encuentras aquella fiambrera que te dio tu madre con macarrones el último día que comiste en su casa. Nada, que no aparece. Y hace más de ocho meses que Albert no vive contigo y tú no has ido últimamente a ninguna fiesta con la fiambrera de las narices llena de ensaladilla rusa, porque no lo has hecho y de eso te acuerdas perfectamente. La última reunión a la que acudiste fue en casa de Mo y llevaste vino tinto. Sin embargo, pilas aparecen por todas partes. En todo tipo de cajones hay una pila suelta y vieja que pensaste haber llevado al contenedor especial de pilas, pero no, están por casa estableciendo su radio de acción mercurial para que de mayor críes cualquier tipo de enfermedad incurable, porque las pilas son como las ratas, sobreviven a cualquier catástrofe y transmiten todo tipo de enfermedades. Un desastre. Ya digo, la personalidad de una casa va en función del poder que ejerce sobre las cosas que te parece dependen de ti pero en nada te obedecen. Lo que más duele, al menos a mí, es cuando sabes que has perdido aquella braguita tan chula que te compraste en un arranque caprichoso porque te enamoró su forma que tan bien se adaptaba a tu anatomía. Un día la echas en falta y te dices que ya la buscarás, que a lo mejor está al fondo del cajón y como lo tienes tan desordenado es normal que no la encuentres, pero algo te huele mal y empiezas a intuir que la casa ha vuelto a hacer de las suyas. La braguita no aparece por ningún sitio y hace ya milenios que no compartes ropa con ninguna de tus amantes básicamente porque tus amantes dejaron de visitarte allá por el fin del segundo milenio. No puede ser pero es, has perdido tus mejores braguitas y lo peor es que ya no las venden, no tienes manera de recuperarlas.
Es cierto que a veces la casa te da alguna tregua y te devuelve un calcetín pero no te fíes, es una devolución trampa porque se lo va a cobrar por otro sitio. Sin ir más lejos la luz de la cocina deja de funcionar durante un par de meses hasta que un día de la forma más tonta le cambias la bombilla y vuelve a alumbrar. Parece un milagro porque hace un tiempo la culpa la tenían los malditos cables y ahora con una bombilla nueva todo arreglado, sin necesidad de electricista, menudo misterio. Pero, ah, no todo ha sido gratis, no señora. Estabas tan emocionada al descubrir que era cuestión de una bombilla nueva que al utilizar el cuchillo, que sí, que vale, que nunca debiste hacerlo, porque es de sierra y corta muchísimo, pero eres impulsiva y estás muy contenta al saber de donde proviene el fallo y que tiene una solución tan sencilla, que no te paras a pensar en lo que puede pasar y como está mandado va a pasar. Utilizas el cuchillo para deshacerte del plástico fuerte que rodea el envoltorio de la bombilla ecológica con tal ímpetu que traspasa el otro lado y te hace un tajo de mil pares de narices profundas. Y la has vuelto a joder, está claro, de hecho tuviste la intuición desde el primer momento y te la pasaste por el forro de la faldilla y ahora la sangre brota y brota y no sabes qué hacer. Es la venganza de la casa que te da una cosa y te quita otra para que sepas quién manda; y no eres tú. La casa siempre puede más. La casa lo gobierna todo. Como cuando alguna vez se ha ido la luz totalmente y ha venido el electricista y no ha sabido decir dónde estaba la humedad que hacía saltar el automático y sólo cuando la casa decide que ya está bien la luz eléctrica se restituye con normalidad. Nunca ganas al poder de tu casa, eso es así y más vale que lo aceptes. Además todas las casas forman el sindicato unido del hogar y si te cambias de piso en un intento desesperado porque aquella grieta no avance te la vuelves a encontrar al cabo del tiempo en aquella otra esquina que pensabas era virgen.
Así que ahora estoy tratando de portarme lo mejo posible para que la casa no inicie una huelga de humedades como ya anunció la terrible mancha que hay en mi cuarto. Parece que el dueño quiere ayudarme pero la casa opone con firmeza y actos lo que en el administrador sólo parece ser un maldito acto de buena voluntad. Vamos a ver quien gana el pulso, pero me temo lo peor, la casa parece haberse enfadado de veras. Son demasiados años habitándola y debe estar cansada de mí.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja,ja,ja,ja...yo no comparto nada con Lía en temas braguiles ni sujeta-cántaros porque tenemos tallas distintas y también desparecen, siempre las que te gustan más... los que más te sujetan para no parecer una vieja con las tetas colgando...tu casa tiene vida propia...me temo que como todas pero la tuya es tozuda y rebelde...
Un besazo.

Laura Freijo Justo dijo...

sí, Norma, sí, mi casa es una casa tozuda y rebelde y hace lo que le da la gana, siempre está engullendo cosas. Besote!

Anónimo dijo...

Paula, a mi me está ninguneando tu blog, te dejo comentarios y no salen. Haber si es contagioso. Diría que en la anterior entrada dejé uno y no te sale. En fin, que cuando las cosas se tuercen no hay manera de enderezarlas.
Muack.
Emma.

Laura Freijo Justo dijo...

Emma, pues ahora sí que he recibido tu mensaje, joooo, espero que se arregle de manera divina bloguera, of course... Ahora parece que se ha enderezado... Besitos

Una mujer y mil imágenes, Arlette dijo...

Eso es culpa de la casa también! jajaja...

que risa con los calcetines, porque ayer precisamente me pasó, compré 6 pares de calcetines, vale un poco exagerado, los pusé a lavar, los colgé con pinza, y cuando los recojo faltaba 1! ni en la lavadora ni en el balcón...ahh que rabia.

A lo mejor no ordenamos y simplemente apilamos, y en una de estas pilas estan las braguitas para momentos especiales

La tienes que mimar a la casa, para que se porte bien!

Un abrazo,

Laura Freijo Justo dijo...

Ay, una mujer, me temo que la revolución de la casa ya es imparable, no tiene remedio. Pero que sepas que si las plantas son el reflejo del alma de la casa, mi casa está superbiencuidada, jejeje Besos, guapa

Rosalía Navarro dijo...

A mí me desaparecen cosas pero sé quién es, cositas del joyero que a una le gustan y se lo pone sin pedir permiso y no nombro a nadie, ejem...luego me vuelvo loca buscando.
Besos wapi.

Laura Freijo Justo dijo...

Ay, Rosalía, pues que suerte tienes porque ya te digo, a mí me desaparecen cosas que estoy segura las engulle la casa y no las devuelve ni yo las puedo recuperar... Besos, wapa!