THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

domingo, 20 de marzo de 2011

Cosas que se me pasan por la cabeza estos días después de leer el diario


¿Qué pone de manifiesto Fukushima? Nuestra finitud como especie. Una vez, hace ya unos cuantos años, en un seminario de teatro, afirmé con convicción que el ser humano no moriría nunca. Y el maestro -porque el escritor de teatro que lo impartía es un maestro- dijo con suavidad, puede que la vida no, pero el ser humano sí. Siempre se me quedó eso grabado en el cerebro. Según lo que pienso todavía en los días inocentes, el ser humano inventará algo para salir de aquí cuando haya acabado con los recursos de la tierra y colonizará, por ejemplo, Marte. Pero anoche mientras esperaba el metro pensaba, ojalá inventáramos inteligencia artificial autónoma que nos recordara para así, cuando desaparezcamos, quede todavía memoria que nos conserve, porque no todo lo que hicimos fue abyecto, no todo.
Las catástrofes naturales no las podemos evitar, forman parte de la tragedia, son las que nos envían los dioses, puede que cabreados por nuestra falta de respeto por la madre Naturaleza y por nuestros semejantes. Los abusos, la tortura, las guerras, los asesinatos, las violaciones, los males que inflige el ser humano contra otro ser humano podemos evitarlos, están en nuestras manos, en nuestra voluntad. Igual que depende de nosotros la investigación en nuevas fuentes de energía que provean nuestras dependencias tecnológicas. Igual que también podemos reducir el consumo y evitar así todas las consecuencias nefastas que nuestro afán por mantenernos conectados permite. Pero nadie nos parará. Es probable que hayamos llegado a un punto de no retorno. Este capitalismo atroz que lo único que pretende es nuestro entretenimiento absentista nos tiene pillados por los ovarios.
La cuestión al final siempre es la misma. La cuestión es morir, pero ¿cómo? ¿cuándo? Porque la cuestión siempre es morir, desaparecer.
Si no conseguimos alterar la conciencia mayoritaria para que presione a nuestros gobernantes, Europa y EEUU, líderes de esto que llamamos el mundo Occidental, el faro de la civilización, nada cambiará. Pero la pregunta que sigue es ¿cómo? ¿Quién lo hará? Ahora mismo esta cualición interviene en Libia. Y la información de esta guerra está sepultando el debate surgido en Fukushima, la bofetada que ha dado al sistema capitalista desaforado en el que vivimos. La imparable carrera hacia la nada. Pero como cantaba el otro, la vida sigue igual.

2 comentarios:

Elisa Díez dijo...

Y qué tal si pensamos en vivir lo mejor que podamos antes de morir...? No me gusta pensar en la muerte, prefiero vivir el día a día y cuando venga pues ya vendrá... A lo mejor me muero de ser tan positiva, quién sabe!

Laura Freijo Justo dijo...

Butaques, no es incompatible con lo que digo, pero también creo que cabe hacer una reflexión que genere acción porque lo que vamos a dejar a las generaciones venideras es una herencia difícil de asumir. Vivir mirando a otro lado es una irresponsabilidad, y yo lo hago, te digo, pero hacen falta cambios. El problema es que mirar de frente la realidad que nos rodea provoca parálisis y lo que debe provocar es reacción. Saludos!