THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

sábado, 5 de marzo de 2011

El mundo duele


Desde que tengo uso de razón me duele el mundo. No soporto las injusticias. Pero aún menos soporto el dolor que siento alrededor, el dolor que me transmiten las noticias de los diarios, de los noticieros, de los documentales, de los reportajes, el dolor del ser humano.
El repaso de las noticias de esta mañana me deja un sabor de boca agrio. Desde Libia empiezan a llegar las denuncias de torturas y violaciones que se están produciendo en Trípoli por ese loco de Gadafi que se resiste a escuchar la voz de su pueblo. Y su hijo, Said El-islam, supuesto ejemplo de reformas y modernización, sigue concediendo entrevistas en que habla de cien o doscientos rebeldes movidos por Al Qaeda y de promesas de medidas democráticas que no se cree nadie. Cuando los conflictos empiezan a desarrollar el horror encarnado por la tortura y las violaciones el ser humano se condena de alguna manera.
La crisis de las sociedades del Magreb (lugar por dónde se pone el sol) nos afecta directamente y nuestro gobierno se apresura a tomar medidas de orden energético bajo las críticas de la oposición. No estoy en posesión de realizar una opinión fundamentada sobre este tema, pero lo que parece claro es que la dependencia energética del petroleo y el gas de nuestra sociedad en un momento u otro va a reabrir el debate de las nucleares, entre otros también necesarios como es el desarrollo y la investigación serios sobre energías alternativas y limpias que no sean sólo una representación aislada sino una propuesta real de futuro.
Otro de los temas que leo con tristeza en los periódicos en estos últimos días es la caída y hundimiento de más de 50.000 españoles y españolas que actualmente no tienen casa y han contraído deudas impagables de miles de euros por no poder hacer frente a la hipoteca de sus viviendas. Me pregunto si esta situación de pobreza nos obligará a doblar las rodillas frente a los poderosos, nos hará más manejables y susceptibles de servidumbre o, si por el contrario, al no tener nada que perder, nos rebelaremos contra los grandes intereses. Una sociedad con estratos sociales complicados la que está naciendo al albur del final de una época de dinero fácil que a buen seguro transformará nuestros valores sociales, éticos y morales. Adiós bienestar.
Y ante todo este derrumbe, sólo puedo decir que anoche fui feliz en el reducto íntimo de una actuación ofreciendo mis pensapoamientos a todos aquellos y aquellas que los quisieron compartir conmigo.
A veces sólo tengo la palabra, otras el silencio.

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